Encumbrados repetidamente por la crítica, y reconociendo que nunca les había prestado demasiada atención, me alegro de haber cedido a la curiosidad del melómano (por si me estaba perdiendo algo grande) y tras sumergirme en la quinta entrega de la banda de Toronto no puedo menos que rendirme a su grandeza (en talento y en tamaño).
Admirados de la pujanza de la escena independiente de Canadá (casi coinciden en los estantes las novedades de tres de sus más representativos combos: los gigantes Arcade Fire, los enormes The New Pornographers y los desmedidos Broken Social Scene), y hace tiempo conquistados por los dos primeros, era cuestión de tiempo incursionarnos en la música del colectivo capitaneado por Kevin Drew y Brendan Canning. Si bien existen rasgos comunes entre cada una de estas bandas (el entusisamo infeccioso, las formaciones abiertas y numerosas, la energía a duras penas contenible) lo cierto es que en la Broken Social Scene sobresalen una más acusada frescura y un mayor espíritu experimentador desde su primera referencia allá por 2001.
Es lo que vuelve a caracterizar su último disco, para el que han contado con hasta dieciocho participantes-miembros, en una nueva celebración que desde un aparente descontrol origina un sonido de lo más fresco y animoso. Las voces principales, alternando las femeninas y maravillosas de Leslie Feist, Emily Haines, Amy Millan o Ariel Engle junto a las de sus dos miembros centrales, también acrecientan su carácter inquieto y variado. Desde la brillante apertura de Halfway Home ya muestran todo su poderío instrumental y vocal, con alternancia de energías, y más suavemente en Protest Song, que se electrifica en el estribillo, antes de la variable Skyline, de inicio acústico para crecer sobre una amplia base instrumental con intensa sección de vientos al final. Aumenta la profundidad del sonido en Stay Happy, bailable e instintiva, a la que suman la contundencia del sonido industrial de Vanity Pail Kids.
Con la preciosa Hug of Thunder cambian un poco la dinámica al bajar el tempo sin ceder un ápice de ritmo, y mantienen la delicadeza en Towers and Masons con protagonismo para las cuerdas y en especial para la línea de bajo, al igual que en Victim Lover, más inclinada al R&B. Calma en apariencia y ascenso de temperatura en Please Take Me With You, seguida del peso de los sintetizadores en la elegante Gonna Get Better, brillantemente cantada por Ariel Engle antes de concluir con Mouth Guards of the Apocalypse, de inicio deudora del trip-hop para culminar con brillantez rockera.
Un disco arrollador e ideal para cargarse de buenas vibraciones, una inyección de energía y optimismo y una nueva celebración de la variedad y la independencia. En suma un excelente trabajo sin altibajos que mantiene un alto nivel en todo su metraje y un más que convincente pleno de grandes canciones.