El humor y la esperanza pueden salvarnos en situaciones desesperadas y sin aparente respuesta, y este parece el resquicio que nos deja la grandeza de este álbum. Cabreado y deprimido a partes iguales, Josh Tillman reacciona ante la irracionalidad de la actualidad estadounidense y expande al planeta entero su respuesta; más que preocuparse del sinsentido de un país se ocupa de la perdición que la humanidad entera bordea, y lo hace con amarga ironía para ayudarnos a sobrellevar el regusto desolado que dejan sus historias entre lo fabuloso y lo triste y el asalto de una lírica más incontenible que nunca.
Grabado en las mínimas sesiones con el apoyo una vez más del genial Jonathan Wilson en la producción y como intérprete, además de prestigiosas contribuciones como la del contrabajista Gavin Bryars o el pianista Thomas Bartlett, en ‘Pure Comedy’ los arreglos están muy medidos, austeros en ocasiones, y las preciosas orquestaciones y vientos aportan la emoción que reclaman algunas de sus letras. Tillman hace honor a su nombre artístico y se pone místico y trascendental en su disco más crítico, el tercero como Father John Misty, que debería encumbrarle como imprescindible bardo de una generación.
No incluye hits evidentes como ocurría en sus dos anteriores trabajos, pero sí piezas mayores como la que abre y da título al disco, de profundas belleza y emoción. Total Entertainment Forever suena fantástica desde su ágil inicio, especialmente la parte orquestada, y Things It Would Been Helpful to Know Before the Revolution suena íntima en el piano inicial para ir creciendo en intensidad con la incorporación de vientos. Ballad of the Dying Man introduce matices, incluidos unos preciosos coros, que la hacen sonar más dinámica, antes de retomar la intimidad de piano y voz en la esclarecedora Birdie. Con Leaving LA prolonga el tono confesional para, apenas con el acompañamiento de su guitarra y una distante sección de cuerdas, señalar el ecuador del disco con sus más de trece minutos de narración.
Aparecen nuevos ingredientes técnicos en la romántica A Bigger Paper Bag para a continuación retomar la desnudez del piano y los coros y recordarnos mortales en la enorme When the God of Love Returns There’ll Be Hell to Pay. El folk más reconocible aparece con la steel guitar y el ritmo sencillo de Smoochie, a la que siguen el curioso y conciliador diálogo de Two Wildly Different Perspectives con elementos de jazz, y la aproximación al country de The Memo, que a medida que avanza se va desprendiendo con maestría de la delicadeza para concluir con el íntimo tono inicial. Testamental suena So I’m Growing Old on Magic Mountain, maravilla destacada del disco cuya intensidad culminante trasciende y emociona sin remedio, al igual que en el cierre con In Twenty Years or So, para el que reserva un espacio reparador en el que armarse de esperanza.
Obra generosa y llena de ambición con la que Tillman traspasa modas; sobrado de sinceridad e imaginación enfrenta directamente la crítica social y pone su música más que nunca al servicio de un mensaje y unas letras entre lo legendario y lo cotidiano que terminan por resultar cercanas. No queda otra que estarle agradecido por este torrente de sensaciones a un artista que no deja de asombrar y que crece un par de tallas con este trabajo que sospecho nos va a acompañar durante mucho tiempo.
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