Real Estate, ‘In Mind’

Música como la de esta banda es necesaria porque define a la perfección lo que es el actual pop de guitarras. Ahora que parece que la música popular leve y despreocupada va perdiendo espacio en favor del dramatismo y la épica (que en su medida dan excelentes resultados), gente como Real Estate persisten en una apuesta que explora sus posibilidades con sencillez. Rara avis en la música norteamericana, se me ocurren los primeros Death Cab For Cutie como posible paralelismo, son más fáciles de ubicar en la estela de bandas británicas de indiepop como Teenage Fanclub o Belle & Sebastian por su exquisito cuidado de las voces y, sobre todo, de las guitarras.

Recién reclutado el guitarrista Julian Lynch (antiguo amigo de Martin Courtney y esporádico colaborador de la banda) tras la salida de Matt Mondanile para centrarse en Ducktails, Courtney conserva el liderazgo compositivo y vocal en esta nueva entrega que, como decíamos, les confirma como referentes en la reducida escena del pop de guitarras actual. Joyas como Darling, que abre el disco, y su delicioso trato de voces y cuerdas, conservan las señas sobre las que han crecido y desprenden la misma suave alegría de sus inicios. Serve The Song es más sencilla inicialmente pero de emoción creciente, y la ácida y ligera Stained Glass contiene una preciosa parte vocal y un concurrido final. Retoman la tranquilidad con la suave y cálida evocación de After The Moon, antes de otra delicia de lograda inmediatez como es Two Arrows, pieza perfecta desde su inicio hasta su colosal cierre.

La segunda mitad se abre relajada y al sol de White Light y la melódica belleza de la sección de cuerdas, otra preciosidad. Holding Pattern aligera los arreglos y presenta un bajo protagonista y una parte vocal que realza el estribillo antes del dream-pop soleado de la calmada Time. Diamond Eyes es un chispazo rítmico y sugerente  que encierra una cierta rebeldía en su poética, directa como Same Sun y su efectiva trenza de guitarras. El inicio de Saturday es onírico antes de presentar su armazón sonoro, otra joya de indie-pop ligero que va ganando en contundencia según avanza.

Vuelve a mostrarse certera la banda de New Jersey en este magnífico cuarto disco, primero sin Mondanile, que insiste en su identidad sonora luminosa y accesible. En una carrera tan homogénea como la de Real Estate se hace difícil destacar un disco sobre los demás, pero sin duda que este contiene alguna de sus mejores canciones y prolonga el estado de gracia con el que inauguraron su carrera.

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