Los que seguís Los Restos del Concierto habréis observado que llevamos un otoño muy de Suede. Primero fueron las muy recomendables memorias de Brett Anderson, Mañanas negras como el carbón (Contra), en las que narraba su vida hasta que Suede comienzan a despegar. Después, abordamos su carrera que está claramente dividida en tres etapas. Y, ahora por fin, nos metemos de lleno con su octavo disco de estudio, The Blue Hour, tercero tras su retorno en 2013 al estudio con Bloodsports y continuación del fantástico Night Thoughts (2016). Y The Blue Hour nos ha parecido una maravilla, un disco tremendo en el que Suede siguen evolucionando con esa personalidad propia que han ido construyendo y lejos de acomodarse en repeticiones intrascendentes. Este es un disco más complejo que los anteriores, tiene una vocación de conjunto y hay una teatralidad y grandilocuencia que no se disimula y que encuentra en la forma de cantar de Anderson su canalización pero también en unos arreglos barrocos en ocasiones y oscuros. La composición recae en Anderson, compartida con Richard Oakes y con Neil Codling. A su lado, Simon Gilbert y Mat Osman siguen conformando la base rítmica mientras que en la producción entra Alan Moulder que en sus casi tres décadas de carrera como tal y como ingeniero, técnico de estudio y en otras labores se las ha visto con The Jesus and Mary Chain, My Bloody Valentine, The Smashing Pumpkies, Nine Inch Nails, The Cure, U2, Depeche Mode, The Killers, Arctic Monkeys, Wolfmother, Placebo, Foo Fighters, Interpol, Queens of the Stone Age, entre otros muchos. Suede han creado un disco muy potente, que va enlazando las canciones sin solución de continuidad. Y no es que sea un disco fácil, al contrario, precisa de varias escuchas pero te gana muy rápidamente.
El disco comienza con un tema como «As One», sonidos muy épicos con ese comienzo casi operístico, con unos coros brutales y con Anderson cantando en falsete en partes del tema. «Wastelands» es un medio tiempo ambiental y melancólico, una línea más clásica pero de gran intensidad. Y en «Mistress» siguen por la misma línea, ampliando la épica y Anderson cantando de nuevo de forma muy teatral y con unas cuerdas maravillosas. El comienzo del disco se cierra con un tema tremendo, «Beyond the Outskirts», un sonido épico con las guitarras y una canción muy emocionante. «Chalk Circles» es un tema corto que no deja la épica pero funciona como un interludio, ese órgano suena espectral y Anderson casi se podría decir que recita. Con «Cold Hands» recuperan el tono anterior, otra de las grandes canciones del disco, más rockera y de los pocos temas que pueden vincularse a los Suede más clásicos. Y llega «Life Is Golden», la mejor canción del disco, y para nosotros estará entre lo mejor de todo el 2018, un tema emocionante, emotivo, nostálgico, melancólico, con un melodía brillante y acompañado de un vídeo fantástico rodado en la ciudad ucraniana abandonada de Pripyat en Chernóbil.
La segunda parte comienza con la menor «Roadkill», Anderson de nuevo casi recita, y es una canción que da un poco de mal rollo pero con «Tides» el disco vuelve al nivel anterior, una canción que tiene un punto dramático, las guitarras están excelentes y el final es estruendoso. En «Don’t Be Afraid if Nobody Loves You» tienen un arrebato rockero y las guitarras suenan muy afiladas. «Dead Bird» es un interludio que da paso a un tramo final muy atmosférico, de hecho la instrumentación se reducirá en no pocas ocasiones a la sección de cuerda. Pasa claramente en «All the Wild Places» donde destaca de nuevo la voz de Anderson, y se enlaza con «The Invisibles», un tema impregnado de nuevo por la melancolía y la teatralidad. Tras estos dos temas más pausados, el final es para «Flytipping», una canción que comienza de nuevo con ese protagonismo de las cuerdas pero explota a mitad del tema con la incorporación al final de los coros del comienzo, lo que le da un cierto sentido circular.
Grandes Suede de nuevo, un disco que no se deja de disfrutar y que va ganando con las escuchas. Los británicos siguen estando en plena forma y ahora nos queda que vengan por aquí en los próximos meses. Brillantes.