Días de celebración del vigésimo aniversario del Yield, quinto disco de Pearl Jam y desde aquí, desde Los Restos del Concierto, no podíamos faltar. Con el tiempo, cabe preguntarse si este trabajo es la última gran obra de los de Seattle, partiendo de la base de que con su trilogía de comienzos de su carrera ya nos basta. Pero hay que contextualizar el momento del Yield y lo que significó en su momento, unos finales de los noventa en los que el Grunge era historia y Pearl Jam estaban viviendo su propio proceso. En primer lugar, venían de un disco que fue injustamente tratado en su momento, yo incluido, como fue el No Code (1996), y es que la gente estaba esperando que siguiese la fiesta de la trilogía Ten (1991), Vs. (1993) y Vitalogy (1994). Pero aquello no podía ser, Pearl Jam se habían vuelto más introspectivos y tampoco parecía que fuesen a plegarse a la comercialidad más absoluta. Por otro lado, el Grunge había sido finiquitado con el suicidio de Kurt Cobain en 1994, hecho que afectó profundamente a Eddie Vedder. Incluso las contradicciones internas de la banda se ven en el documental Pearl Jam Twenty (2011). Con los años, No Code alcanzó el reconocimiento merecido y es un disco clave en la evolución de la banda, así como irían mostrando algunos de los pasos que llegarían de forma más explícita en Yield.
Eddie Vedder, Stone Gossard, Jeff Ament, Mike McCready y Jack Irons a la batería, que abandonaría la formación en 1998 por no querer salir de gira y que sería sustituido por Matt Cameron hasta hoy, abordarían su quinto trabajo de nuevo con la producción de Brenda O’Brien, que no regresaría a trabajar con ellos hasta el menor Backspacer (2009). El disco es más accesible que No Code y cuenta con una buena parte de temas con una estructura similar, esos comienzos más lentos y melódicos con un in crescendo que hacía explorar la canción. También es cierto que nos muestra a unos Pearl Jam con un sonido más madurativo, atrás iban quedando las urgencias del pasado. La mayoría de las letras eran de Vedder, pero la música estaba más repartida entre los integrantes de la banda. Y no cabe duda que el disco contaba con una unidad, es un trabajo que no tiene fisuras y que mantiene un elevado nivel a lo largo del mismo. También hicieron una buena elección de singles y regresaron al videoclip con el destacadísimo ‘Do the Evolution’.
El comienzo es muy acelerado, ‘Brain of J.’ es un tema muy rockero, con una fuerte presencia de las guitarras, aunque no será la pauta del disco. ‘Faithfull’ tiene un inicio más contenido para explotar a continuación, siendo una canción más compleja donde Irons lo da todo. Y en ‘No Way’ ya se sigue el mismo esquema, incluido un ritmo más machacón. Uno de los clásicos de este disco llega a continuación, ‘Given to Fly’, una canción muy emotiva que tira de la épica. Y el nivel no desciende con la melódica ‘Whislist’, con esa letra en forma de deseos de Vedder. En ‘Pilate’ la contención del comienzo de la canción es todavía mayor, Vedder canta incluso de lejos, y luego llega el estallido pero tiene un punto más melódico que temas anteriores. Y llega otro de los momentos del disco, la contundente ‘Do the Evolution’, una de mis canciones favoritas de Pearl Jam, en la que sueltan toda su fuerza y energía, ese riff es brutal, una canción muy inspirada de Gossard y con un vídeo de animación incontestable.
A continuación llega un interludio experimental a cargo de Irons para dar paso a una soberbia ‘MFC’, un tema en el que se abonan a la épica rockera. Y una de las aportaciones de Ament es la preciosa y melancólica ‘Low Light’, una joya escondida que rompe un tanto con la dinámica del disco. Vuelven a la tónica de canciones anteriores con la también destacada ‘In Hiding’ mientras que a ‘Push Me, Pull Me’ tiene un tono más experimental y oscuro, incluso angustioso con Vedder fraseando, aunque no deja de lado su fondo más melódico. El cierre es para otro giro, el ‘All Those Yesterdays’ que firma Gossard, otra canción preciosa y con un toque intimista, donde funcionan a la perfección los coros, cogiendo de nuevo fuerza hacia un final que te deja con un tono nostálgico. Tras unos segundos, aparece un tema escondido, un instrumental de reminiscencias orientales.
Yield llegó a lo más alto en muchas listas y puede decirse que supuso la culminación de una etapa que había comenzado con No Code. El resto de la trayectoria de Pearl Jam merece seguir siendo analizada pero no es el momento. Seguramente, y como decíamos, Yield se puede considerar como la última gran obra de Pearl Jam, un clásico de los de Seattle que, como toda su discografía, parece que no envejece.