Podría parecer difícil que un disco que incluye un hit de la repercusión de «Lonely Boy» contuviera canciones que le pudieran hacer sombra, pero en «El Camino» fueron varias las que sobrevivieron al fenómeno de su primer single, lo que da una idea de la enorme calidad del último disco de los Black Keys. En su tercera colaboración con el productor Brian Burton (alias «Danger Mouse», que firma e interpreta algunos temas junto a los dos de Akron) continuaron con la progresiva limpieza de su sonido sin abandonar completamente el garaje desde el que habían lanzado sus trabajos previos, pero lo cierto es que la excelente calidad de las composiciones se vio realzada por la mano de Burton y, de paso, se les abrieron de par en par las puertas de los principales festivales internacionales (en julio estarán en el BBK LIVE de Bilbao) y aumentó exponencialmente la demanda de entradas para sus propios conciertos.
Parecía difícil esquivar el efecto «Lonely Boy» pero lo hicieron con temas como su tercer single, «Little Black Submarines», el que para nosotros es el mejor del disco. Una canción que empieza con aires de balada country, como si se tratara del canto desesperado de un enamorado que está perdiendo la cabeza para, tras la cuarta estrofa, desbocarse como si Hendrix hubiera poseído (una vez más) los dedos de Dan Auerbach y terminar derrochando, junto a las percusiones y coros de Patrick Carney, la energía del mejor rock como pocas bandas son capaces de hacer en la actualidad.