Pablo Und Destruktion, ‘Predación’

Cuarto disco del músico asturiano, cuarta pata de una mesa en la que se sostiene un proyecto que, según palabras del propio autor y haciendo gala de la honestidad incondicional a que nos ha venido acostumbrando, deberá reinventarse o desaparecer. Cinco años en los que ha creado y desarrollado un estilo más que particular que ha prevalecido sobre las diferentes maneras de encarar cada disco.

De nuevo genial en sus elaboradas letras, en esta ocasión presenta sus canciones grabadas en directo en el estudio de Paco Loco en un formato de banda en el que repiten Javier Bejarano y un capital Ángel Kaplan al bajo, además de Pablo González y Alfonso Alfonso. Superado el efecto de su irrupción en la escena rock nacional y consolidada su posición con ‘Vigorexia emocional’ (2015), mantiene el nivel sin permitir que decaiga la fórmula que le granjeó el éxito, presentada en esta ocasión con una producción más sencilla sin que ello suponga excesivos cambios en el resultado.

Entre sus nueve canciones las hay más melódicas y más rítmicas, con protagonismo en todas ellas de una sección rítmica que aporta oscuridad y contundencia. El inicio es potente; tras el inicial Preludio corintio llega Puro y ligero, rotunda y llena de impactantes imágenes, en la que el excelente bajo toma las riendas, a la que siguen la intensidad de Un salario social, en la que sobresalen las percusiones y el dramatismo vocal antes de la más eléctrica y guitarrera El enemigo está dentro.

A partir de aquí, a excepción de la también recitada El mejor traje de seda, parece iniciarse una mitad más melódica. En Amor, de estribillo guerrero y final lleno de emoción, ya modula más la voz, al igual que en la acertada adaptación de la popular asturiana A la mar fui por naranjas. Retoma con fuerza su lado combativo en Conquistarías Europa y culmina con la destacada Herejes, de inicio «morriconiano» y lapidario final.

Austeramante presentado en lo físico (se echa de menos más información), en lo sonoro no hay espacio para accesorios. En cuanto a lo lírico, cambia ligeramente su discurso con una menor conciencia política y un viraje hacia lo existencial que le lleva a extenderse con crudeza por grandes temas como la religión o, sobre todo, el amor. Equilibrio en suma en un trabajo con el que este rockero de vocación ermitaña insiste en una línea que ya conocemos y que satisface una vez más las expectativas.

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