El pasado nueve de marzo se cumplían treinta años del lanzamiento de ‘The Joshua Tree’, el álbum que encumbró definitivamente a U2, con el que por fin conquistaron los EEUU, del que vendieron cerca de treinta millones de copias en todo el mundo y que les hizo crecer hasta una desmesura en la que pronto se sintieron más que cómodos. Pero más allá de estos datos queda el impacto cultural de una obra enorme, creada con grandes sensibilidad y ambición, sobre la que se edificarían los años más gloriosos de la banda que dominaría sin discusión la siguiente década.
No eran ningunos novatos, ya habían demostrado estar sobrados de talento y energía en sus cuatro álbumes anteriores, con dos de los cuales habían logrado liderar las listas británicas, y en especial desde su anterior trabajo ‘The Unforgettable Fire’ (1984) en el que, con la producción de Brian Eno y Daniel Lanois, habían explorado con acierto nuevas e intensas vías sonoras que les alejaban del post-punk de sus inicios. Nuevas vías que continuarían hasta fructificar en esta colección de canciones cuya composición, así como su posterior grabación en los antiguos estudios de Windmill Lane en los muelles de Dublín, se aprovecharon de la efervescencia creativa de sus cuatro componentes para alcanzar la que para muchos es aún considerada su cima artística.
Lo cierto es que el cuarteto irlandés ya contaba en su repertorio con algunos himnos en los que había mostrado su lado más crítico y reivindicativo (New Year’s Day, Sunday Bloody Sunday, Pride), fruto de unos inicios aún cercanos que ya presagiaban el enorme potencial que poco a poco iría culminando en su primera obra definitiva. Para este quinto álbum de estudio se dejaron empapar por las tradiciones musicales irlandesa y especialmente la americana, omnipresentes en mayor o menor medida y en diversas formas (blues, góspel, folk) a lo largo de todo el disco, para firmar juntos la música y dejar que Bono se encargara de unas letras cargadas de referencias bíblicas además de contemporáneas y sociopolíticas. La producción de nuevo corrió a cargo de Brian Eno y Daniel Lanois, quienes en ‘The Unforgettable Fire’ les habían abierto amplias posibilidades de evolución.
El resultado fueron once canciones sin desperdicio en las que cada uno de ellos tenía espacio para el lucimiento, aunque quienes recibirían mayor reconocimiento serían las capacidades vocales de Bono y las innovadoras guitarras de The Edge. Meritorias supervivientes de la sobreexposición consecuencia del éxito sin perder emoción ni efectividad, con especial mérito para sus tres primeros sencillos radiados hasta la saciedad, las canciones eran las siguientes y por este orden:
- Where The Streets Have No Name abría el álbum y sería su tercer sencillo. Inspirada en el viaje que Bono hizo en 1985 a Etiopía, arrancaba llena de solemnidad antes de dar paso al probablemente más característico rasgueo de guitarra de The Edge. Una de las cimas épicas que alcanzará la banda irlandesa a lo largo de su carrera, que no es poco decir, e ineludible propulsor de euforia en sus directos.
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- I Still Haven´t Found What I Looking For sería el segundo sencillo. Señalada por las guitarras de The Edge y una sencilla línea de bajo de Adam Clayton, además de por las numerosas referencias bíblicas de su letra, quizás fue el mayor éxito del disco. La ácida interpretación vocal de Bono también es de destacar en una composición que toma prestados algunos elementos del góspel que quedarían saldados en la versión que de este tema hicieron en su siguiente disco junto a un coro religioso.
- With Or Without You sería el single de lanzamiento, con especial protagonismo para su sección rítmica. De nuevo Adam Clayton soportaba con sencillez el peso de la canción acompañado por un poderoso Larry Mullen Jr. a las baquetas. The Edge y Bono se mantenían brillantes y el resultado es uno de sus himnos más reconocidos y atemporales. El origen de la letra estaba en el miedo de Bono a la desprotección del artista al exponerse y en las renuncias que un músico debe afrontar en su carrera, aunque para muchos permanece como una gran canción de amor.
- Bullet The Blue Sky es probablemente la canción más política del disco y hace referencia a los bombardeos que el gobierno Reagan había realizado sobre Nicaragua y El Salvador. Oscura y contundente, la sección rítmica le aporta energía a la vez que las guitarras, y la parte vocal destaca por su dramatismo, especialmente en el fraseo final.
- Running To Stand Still introduce el piano como eje y, más calmada, continúa la línea dramática de la anterior. Trata sobre el mundo de la droga en el Dublín de los ochenta y es una de las canciones a las que más provecho sacarían en sus directos, una de esas canciones ocultas a las que sus seguidores guardan especial cariño.
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- Red Hill Mining Town también hace referencia a la realidad social de la época, en concreto a la huelga minera que tuvo lugar en Inglaterra en 1984. El resultado es una canción con enorme gancho cuyos coros en el estribillo resultan una colorida excepción en el disco y que nunca habían tocado en directo hasta su gira de este verano.
- In God´s Country trata esencialmente del significado simbólico de Norteamérica y para ello hace uso de la Estatua de la Libertad. Sería el cuarto sencillo para el mercado americano y, a la manera de I Still Haven’t…, The Edge la hace emerger con su guitarra.
- Trip Through Your Wires bebe directamente del blues y es algo más animada y divertida que la media, en parte por su temática ligera, como son los tópicos de la vida del rockero. Los juegos de voces y la harmónica también hacen por diferenciarla del resto.
- One Tree Hill es otra de las joyas escondidas. Dedicada, al igual que el álbum, a la memoria de Greg Carroll, un joven road manager de origen maorí que había fallecido en accidente de moto días antes de empezarla grabación, al igual que al desaparecido cantautor chileno Víctor Jara. Precioso y sencillo medio tiempo de solemne estribillo con bella sección de cuerdas final.
- Exit pasa por ser la más inquietante de la lista. Inspirada en el personaje principal de la novela de Norman Mailer «La canción del verdugo», se inicia susurrante para ir creciendo hasta desbocar sobre unas potentes guitarras en una suerte de descontrolada sesión de rock final.
- Mothers Of The Disappeared cierra brillantemente el álbum. Una cálida melodía de teclados abre y estructura esta pieza, denuncia de la represión en las dictaduras argentina y chilena, que va ganando en emoción hasta alcanzar la calma con que despide el disco.
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En enero anunciaban una gira de tres meses por EEUU y Europa para conmemorar los treinta años de ‘The Joshua Tree’ y, como de costumbre, las entradas se agotaron en horas. Entre las dudas que han generado de unos discos a esta parte y la ilusión por volver a verles en directo, tocando por primera vez este icónico álbum al completo, estaremos el próximo 18 de julio en su concierto de Barcelona. Por lo visto en los primeros setlist de esta gira, que empezó en Norteamérica el pasado 12 de mayo, dedicarán la parte central del concierto a interpretar las once canciones en el mismo orden del disco, a las que añadirán otros éxitos de su carrera al principio y al final e incluso algún adelanto de ‘Songs Of Experience’ como The Little Things That Give You Away, parte del disco que deberían publicar antes de final de año.
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En lo que puede considerarse una maniobra sensata, U2 alarga de esta forma la espera de su nuevo trabajo con esta gira que les reactiva sobre un valor seguro como es su legado más exitoso. Hasta que podamos verles en vivo seguiremos rememorando estos momentos irrepetibles, volviendo a esta serie imbatible de canciones que marcaron a una generación y que treinta años después de su lanzamiento mantienen su poder de emocionar.