Ajenos al estatus alcanzado con sus últmos discos y obedeciendo con insistencia el dictado de una misma fórmula de innumerables posibilidades, The National mantienen la excelencia basada sobre todo en la altísima categoría como músicos de todos sus miembros. Fieles a un sonido y una personalidad que de inicio podía despertar reticencias, el tiempo y su propia evolución les han dado la razón hasta proporcionarles, sin apenas concesiones, un éxito por el que pocos apostaban en su debut hace dieciocho años. El indudable y enorme talento de los hermanos Dessner, los Devendorf y el vocalista Matt Berninger se terminó por imponer a la lógica del mercado discográfico y, tras cuatro años de silencio como banda en los que todos sus componentes se han oxigenado en diferentes proyectos, han regresado a lo grande con un disco que no flaquea en ningún momento y que, si de inicio puede parecer algo lineal (como por otra parte suele ocurrir con todos sus trabajos), con el tiempo va distinguiéndose a base de emoción y detalles.
El inicio es íntimo, el piano profundo de Nobody Else Will Be There y la voz de Berninger nos introducen en el disco con comedimiento antes de la presentación de las guitarras y el asalto de la percusión en la enérgica Day I Die. Más electrónica e innovadora de inicio, Walk It Back incluye un mayor contenido político y, más ágil, The System Only Dreams in Total Darkness destaca por sus guitarras y por un tremendo solo eléctrico intercalado. De nuevo un piano intenso protagoniza el excéntrico amor de Born To Beg antes de que Berninger se desate en el fogonazo de Turtleneck.
Empire Line transmite una intensa calma hasta el despegue sobre la percusión en su parte final y I’ll Destroy You también va creciendo en emoción y contundencia sobre la base electrónica y rítmica, al igual que las notas emotivas y desoladas de la preciosa Guilty Party. Una dulce línea de piano nos acerca despacio hacia la intensa última parte de Carin At The Liquor House y la cálida y bella Dark Side of the Gym también contiene fina ironía. Cimentada en una suave rítmica, la fría y mecánica Sleep Well Beast echa el cierre a otro gran disco del quinteto de Ohio.
Su fórmula, extrañamente invariable y resistente al desgaste, no ha perdido un ápice de fiabilidad ni de transmisión a través de los años, aunque haya ido atemperando la épica y estilizando las emociones. Lo cierto es que The National aciertan con una entrega llena de elegancia y madurez que funciona como un bloque consistente, fluido y sin apenas desperdicio, una vez más.