Con poco más de veinte años este joven londinense ya recibía multitud de elogios por su debut (2007) con su primera banda, el proyecto instrumental Portico Quartet. Estudioso de las músicas étnicas, en 2011 abandonó la banda para poner en práctica lo aprendido en una carrera en solitario que inauguraría en 2013 con el muy recomendable ‘First Mind’. Este septiembre acaba de presentar su segundo largo en el que continúa su exótico recorrido por territorios afro-latinos, sin apartarse de la tradición anglosajona, del que resulta una suerte de folk-fusión lo más entretenida sin descuidar el mensaje.
Por las vías abiertas hace tiempo por Paul Simon o Peter Gabriel (en cuyos estudios ‘Real World’ no es de extrañar que haya grabado este disco) y producido con exquisito cuidado de las cuerdas por el prestigioso Ethan Jones, Mulvey vuelve a acertar en el contenido de este ‘Wake up Now’, sencillo y delicado pero también lleno de groove. El conjunto deja una sensación animada y colorista sin obviar una faceta espiritual y concienciadora que no olvida la actual crisis de refugiados, a la que hace referencia en distintas ocasiones.
Unconditional, es el cálido primer sencillo que abre el disco con un bello rasgueo de guitarra para luego añadir vientos y coros, al igual que hará en otras canciones. Su habitual deje vocal cobra protagonismo, al igual que el ritmo, en Transform your Game (We Remain) e Imogen se abre en una íntima desnudez acústica, con una bella línea de guitarra a la que también se van añadiendo con tino la sección rítmica y los coros. Su alegato más directo en favor de los refugiados está contenido en Myela, pieza no exenta de emoción, especialmente en su parte más tribal al corear el nombre de la protagonista. Una belleza más calmada suena en We Are Never Apart, canción de amor y desgarro que repite personaje (Myela) y cierra con delicadeza un piano.
En Remembering suenan ritmos africanos más evidentes y Mountain to Move introduce el ukelele y acierta en el contagioso estribillo. When the Body Is Gone suena suave y cargada de espiritualidad y, tras el bello interludio de Lullaby, llega In Your Hands, preciosa pieza que integra con fluidez cuerdas y juegos vocales. El relajante punto final de Inifinite Trees quiere recordar a las composiciones del argentino Gustavo Santaolalla.
Nuevas canciones para seguir aumentando el prestigio de este experimentado joven que vuelve a demostrar una sensibilidad especial para fusionar los ritmos étnicos con sonidos folk e incluso pop. Un disco variado que tiene muy claras las coordenadas en que desenvolverse y las fuentes de las que beber para culminar una apuesta musical tan personal como accesible, tan particular como cercana.