Confieso que nunca he sido muy fan de Interpol, no es una banda que me haya impactado. No cabe duda que fue una de las grandes protagonistas de aquella hornada neoyorquina de comienzos del siglo XXI que relataba Lizzy Goodman en el ya reseñado Nos vemos en el baño. Con su sonido oscuro y post Punk conquistaron a la crítica con sus dos primeros discos, Turn on the Bright Lights (2002) y Antics (2004) pero, como a otras formaciones de esa generación, los siguientes pasos del camino fueron en descenso, desde Our Love to Admire (2007) y continuando por sus siguientes trabajos. En 2010, el carismático bajista Carlos Dengler dejaba la formación y Paul Banks, Sam Fogarino y Daniel Kessler seguían adelante. Ciertamente, han tardado cuatro años en sacar nuevo material con este Marauder que nos ocupa y que con la producción del veterano David Fridmann ha sido saludado como una vuelta a los orígenes de la formación. Ciertamente, el disco mantiene esas constantes, sonido pesado, guitarras predominantes y la característica forma de cantar de Banks, aunque no es menos cierto que por momentos el disco se hace reiterativo.
El comienzo es con un chute con «If You Really Love Nothing», un tema de los mejores del disco y muy atractivo con las guitarras características y un toque de luminosidad impregnado de melancolía. En «The Rover» aceleran el tempo y se centran en las reminiscencias más post Punk mientras que «Complications» es más pausado, más cercano al sonido de sus comienzos pero que se hace un tanto pesado. Más conseguida está «Flight to Fancy», que remite a sus primeros discos y que tiene un punto claramente ochentero. En «Stay in Touch» la sombra de Joy Division es alargada con unos sonidos más atmosféricos y con un predominio del sonido del bajo. Se cierra la primera parte con un interludio que no va más allá.
En «Mountain Child» crece la intensidad, esas guitarras de nuevo destacadas, y las influencias van hacia la New Wave de la que tanto bebieron. «NYSMAW» es más oscuro con esas guitarras de fondo y en el último tercio del disco el nivel va descendiendo con una previsible «Surveillance», muy de los ochenta de nuevo en la sección rítmica. En «Number 10» dejan el protagonismo a los teclados y no les acaba de funcionar, como tampoco lo hace «Party’s Over», en la que Banks comienza cantando en falsete, una canción que toma diferentes caminos y sin definición. Y, tras otro interludio atmosférico que no aporta nada llega el cierre con «It Probably Matters», un tema con el que levantan el tono del final pero sin ser tampoco nada del otro mundo, aunque tiene más atractivos con esas guitarras predominantes de nuevo.
Sexto disco de Interpol este Marauder que se deja escuchar pero que no te deja ningún poso especial, más allá de algunos temas puntuales. Sí que tiene una coherencia en su conjunto pero no es menos cierto que por momentos se hace reiterativo.