Reconozco que tenía mucha curiosidad por leer 1050 Discos cardinales (Makma), la publicación de Juanjo Mestre, al que también hemos leído en la muy recomendable Espacio Woody/Jagger, de la que es responsable, así como en Exile SH Magazine. Y señalaba que había esa curiosidad porque llamaba la atención el número, 1050, así como el hecho de que abarcaba un amplio periodo de tiempo. Mestre ha explicado ambas cuestiones y, especialmente, el hecho de llegar hasta la actualidad debido a que, generalmente, suelen considerarse las décadas pasadas como las mejores del Rock ‘N’ Roll mientras que no han dejado de crearse buenos discos. Otra de las curiosidades era ver cómo iba a meter las reseñas de 1050 discos en un espacio tan reducido pero tengo que decir que es, sin duda alguna, uno de los muchos aciertos del libro. Mestre dedica de cinco a siete líneas a cada uno de los discos que reseña y consigue atraparte, dar las dos o tres claves determinantes, en un ejercicio de síntesis y concreción a destacar. De esta forma, vas pasando por todos los años y décadas, comienza en 1955 con Shake, Rattle and Roll de Bill Halley & His Comets y termina en 2018 con You Never Know de Three Hour Tour, sin darte cuenta y cada una de las reseñas te va atrapando, deseando pasar a la siguiente. Obviamente, nos encontramos con la visión personal y los gustos de Mestre, aunque muchos y muchas compartimos universos simbólicos e imaginarios colectivos y nos podemos sentir identificados con bastantes de los discos que presente. Y, otra de las aportaciones interesantes de esta clase de libros, es el poder descubrir nuevos grupos, artistas y discos, que vas incorporando a la lista de pendientes. En este caso, además, ha contribuido a que la misma tenga un mayor volumen porque hay muchos.
El libro se centra especialmente en el Rock ‘N’ Roll pero también hay una presencia destacada del Blues Rock y del Garage, especialmente. También abundan las principales preferencias de Mestre y, en algunos casos, aparecen discografías prácticamente completas, suponiendo también una reivindicación de muchos artistas y bandas que merecieron mejor suerte. Algunos ejemplos destacados son Willy DeVille y sus Mink DeVille, The Long Ryders, Uncle Tupelo, etc., por no hablar de los 091, el propio José Ignacio Lapido y Dinosaur Jr y J Mascis. Es imposible destacar unos u otros, hay espacio para clásicos incuestionables y para joyas escondidas y desapercibidas. Además, Mestre también reconoce el valor de algunos prescriptores que le descubrieron discos y artistas y también ajusta cuentas con trabajos que, en un primer momento, no entraron en una categoría superior pero que, con el tiempo, ganaron fuerza y peso. Finalmente, también son lógicas las ganas que se tienen al leer el libro de llegar a aquellos momentos en los que uno comenzó a interesarse por la música y acabó en esta adicción, y ahí ya comienzas a recordar cuando escuchaste tal canción o adquiriste un disco determinado.
Muy recomendable este 1050 Discos cardinales de Juanjo Mestre, un libro que se devora prácticamente y que se aleja de un carácter enciclopédico, es un libro que respira pasión y emoción y que cuenta también con textos a modo de prólogo de Jesús Burgatela, Gonzalo Aróstegui Lasarte y Joserra Rodrigo. Y, para terminar, uno no sabe si elegir un tema de Neil Young o de Cracker, así que me quedo con Dinosaur Jr.