Recién sobrepasados los diez años de carrera en solitario, hecho que conmemoró con el lanzamiento del fantástico disco/libro recopilatorio «Quema la memoria» el año pasado, el excomponente de Madee presenta nuevo material, algo que no hacía desde el «Oh, rompehielos» de 2015 (epés aparte además del delicioso «Lluvia y truenos» que grabó a pachas con Ricardo Lezón de McEnroe al año siguiente), y lo hace con sus habituales lirismo y fineza sonora y manteniendo el tino con que hasta ahora ha rubricado sus trabajos.
Grabado en los estudios sevillanos del productor Raúl Pérez (‘La Mina’), el músico de Barcelona se ha dejado imbuir por la profundidad del post-punk (ha reconocido la influencia del «Wish» de The Cure durante la gestación de estas canciones) y un ligero espítitu brit para condimentar su habitual pop límpido y templado y sostener unas letras fieles a su crudeza pero que resultan más accesibles que en ocasiones anteriores. Canciones bonitas desde el inicio, lo mejor del disco, compuesto por las fantásticas Cíclope y En el centro del baile, ambas oscuras y profundas, más rítmica la segunda. A continuación las guitarras deslizantes de Wittgenstein aligeran el conjunto para recuperar densidad en Charleston (flores y dolores), algo más ágil en el estribillo. Les siguen dos bellezas como Cielos estrellados, atinada en los arreglos vocales y de cuerdas, y la colaboración de la cantaora sevillana Rocío Márquez en la dolorosa Un posible final. La segunda mitad gana en contundencia con piezas como La broma del tiempo o las más oscuras y rockeras Signos de vida y Océanos. La constancia del bajo y las bonitas cuerdas marcan Melodrama histórico así como el protagonismo del piano para echar el cierre con la redentora Tengo el as.
Observador sensible, una vez más Ramón Rodríguez expone su personal muestrario de pasiones y sentimientos, presididos en mayor o menor medida por la desolación pero en general bastante complicados, que pueden no llegar a una mayoría pero sí satisfacer y mucho a quien se sienta identificado en ellos. De las tinieblas y la aparente frialdad en el sonido junto a la precisión poética de las letras resulta una mezcla que inicialmente puede parecer exigente pero que descubre unas particulares belleza y cercanía a nada que le dedicas una atención que merece de sobra.