Y Johnny Cash «regresó» de la mano de Rick Rubin

Regresamos a 1994 y lo hacemos para un disco del que no nos enteramos en 1994, y es que estábamos a otra cosa, al Grunge y todo lo llamado «alternativo». Sinceramente, ni recuerdo haber visto la brutal portada de American Recordings, ni tampoco haber escuchado ninguna de sus canciones. Al mundo de Johnny Cash llegamos muchos más años más tarde, cuando estaba ya en el tramo final de su vida y era todavía una leyenda mayor. La historia es bien conocida y hace unas semanas la comentábamos en relación a la fantástica biografía de Cash a cargo de Robert Hilburn que ha publicado Es Pop. En el mismo, Hilburn se detiene bastante en la gestación de la última etapa discográfica de Cash a partir del papel desempeñado por Rick Rubin, que recordemos era el productor de moda y que estaba en géneros tan alejados de Cash como el Hip Hop y todo lo «alternativo». La unión entre Cash y Rubin dio lugar a una serie de discos que llegaron al número de seis, dos de ellos póstumos, y destacando la cuarta entrega donde estaba la mítica versión de «Hurt». Rubin puso a Cash a tocar canciones de otros artistas diferentes de su estilo, desde los ya señalados Nine Inch Nails a Depeche Mode, entre otros muchos, además de algunas composiciones y revisitaciones de clásicos. En aquel momento, la carrera de Cash estaba en un auténtico bache que duraba décadas, con momentos tan bajos como «Chicken in Black» cuyo vídeo intentó detener. Cash ya estaba fuera de Mercury, donde había recalado desde Columbia, y sus discos eran flojos y predecibles, como señalaba Hilburn en su biografía. Rubin, que había escuchado las canciones de Cash desde niño, se volcó en el proyecto dejándolo a Cash solo con su guitarra, grabando en su estudio y haciendo algunos temas también directo.

«Delia’s Gone», que había grabado en 1962, abría el disco, un tema de gran profundidad y en el ya se mostraba la potencia de su voz de barítono junto con el acompañamiento de la guitarra acústica. «Let the Train Blow the Whistle» es otra canción de Cash aunque en este caso es más melódica, pero sin dejar de lado la estructura del disco. «The Beast in Me» es un tema de Nick Lowe, en aquellos momentos yerno de Cash, uno de los mejores temas del disco. «Drive On» es otra composición del propio Cash y es una de las canciones que también sorprende, dándole un tono más brutal. En «Why Me Lord», de Kris Kristofferson, se decanta por el tono más espiritual y góspel, una canción más trascendente. «Thirteen» es, por su parte, la incursión en canciones alejadas de su estilo que luego le funcionaría tan bien. En este caso, es de Danzing, banda oscura de Heavy Metal, y Cash la hace suya, acústica y melódica. «Oh, Bury, Me Not» es una canción clásica del Western y el Folk que nos remite al sonido de raíces norteamericano en el que Cash se desenvolvía de maravilla.

La segunda pare del disco comienza con «Bird on the Wire» de Leonard Cohen, una de las canciones más destacadas del disco en la que sobresale su voz de barítono y que comienza de forma muy contenida pero que va creciendo en intensidad, aunque la guitarra siempre queda muy en un segundo plano. El clásico «Tennessee Stud» de Jimmy Driftwood fue grabada en directo y es una de las grandes interpretaciones del disco, un Cash soberbio y una canción que Quentin Tarantino empleó en la Banda Sonora de Jackie Brown (1997). «Down There by the Train» pertenece a Tom Waits y Rubin se la sirve a Cash para hacerla también suya, curioso efecto para una voz tan diferente a la de Waits, pero funciona maravillosamente y también la profundidad con la que canta Cash. En «Redemption», otro tema propio, vuelve a los contenidos más espirituales siendo una canción más introspectiva si eso es posible en un disco de esta naturaleza. «Like a Soldier» no abandona esa línea, también es una canción de Cash, y tiene más fuerza la melodía. El cierre es para «The Man Who Couldn’t Cry» de Loundon Wainwright III, también grabado en el Viper Room de Johnny Deep, otro contraste entre las dos voces, la de Cash y Wainwright, y un Cash que se sale en directo y con un público entregado.

Ciertamente, American Recordings no fue un gran éxito de ventas pero sí de crítica. El Cash de las dos décadas anteriores, cuya carrera se había desnortado y dispersado, incapaz de encajar en el devenir de los tiempos de la música Country y Folk, pero que seguía siendo un icono, había quedado a un lado. Rubin supo encontrar la dirección que debía desarrollar Cash y su leyenda se acrecentaría. Los siguientes discos la agrandaron y su final, la emocionante «Hurt» y su vídeo, le otorgaron un aura mayor. Pero el punto de partida fue esta primera entrega de los American Recordings, un disco que seguramente estaría en las estanterías y de CDs pero que no conocimos. Todo un clásico.

 

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