Se iniciaba el siglo cuando la banda irlandesa por antonomasía decidía recular en la deriva experimental de la anterior década y guarecerse en un proyecto que comportara menos riesgos. Cambiábamos el prefijo de los calendarios cuando U2 abandonaba la posmodernidad de ‘POP’ (1997) para abrazar de nuevo su sonido más clásico en ‘All that You Can’t Leave Behind’ (2000), pero no sería hasta cuatro años después cuando el cuarteto dublinés publicaría el que fuera definido en aquel momento (afirmación que podría mantenerse vigente a día de hoy) como su más firme apuesta por el rock. Se cumplen quince años del lanzamiento de ‘How to Dismantle an Atomic Bomb’, el decimoprimero y posiblemente el último gran disco de U2.
También mareantes sus cifras de ventas (diez millones de copias aproximadamente), al igual que los números de su gira Vértigo Tour (más de cuatro millones y medio de entradas vendidas), ni mucho menos supondría a nivel creativo lo que los grandes hitos de su carrera ‘The Joshua Tree’ (1987) y ‘Achtung Baby’ (1991), tampoco contenía sorpresas ni emblemas que añadir a su insaciable cartera de himnos, pero sí un listado sin apenas desperdicio de canciones llenas de un vigor sorprendente después de veinticinco intensos años de carrera. Soltado parte del lastre existencial de algunos de sus discos pasados y liberados de la exigencia innovadora de otros más recientes, los irlandeses habían vuelto a disfrutar componiendo y grabando su anterior disco y en este lo hacían de nuevo.
La manija de la producción la llevó el habitual de la banda Steve Lillywhite, aunque contó con diferentes colaboraciones como las de los ilustres Brian Eno y Daniel Lanois, Jacknife Lee y Flood o Chris Thomas entre otros. Con más guitarras, también con apreciables teclados a cargo de The Edge, y con la habitual eficiencia de Adam Clayton y Larry Mullen Jr a cargo de la sección rítmica, las letras de Bono incidían en algunos de los temas sociales, existenciales y personales que siempre le han obsesionado.
Vertigo, el sencillo de lanzamiento presentado el 24 de septiembre de 2004 (dos meses antes de la publicación del disco), era una clara declaración de sus intenciones, cargada de potentes guitarras que retrotraían en parte a sus inicios, con un riff y unos coros dispuestos para el apoteosis. En la misma línea pero más emocionante, Miracle Drug la sigue como una de las joyas ocultas del disco e incluye un muy brillante solo de guitarra como colofón. A continuación, y en memoria de su recientemente fallecido padre, Bono interpreta con intensidad Sometimes You Can’t Make It on Your Own, segundo sencillo que cuenta con un final desgarrador. Le sigue Love and Peace or Else, ligera concesión a la electrónica con ecos de Depeche Mode que coloca al frente a la sección rítmica y funcionaba muy bien en los directos.
Como tercer sencillo eligieron City of Blinding Lights, con unas guitarras que se miraban en ‘The Unforgettable Fire’ y ‘The Joshua Tree’ y unos característicos teclados también a cargo de The Edge y Bono. Un riff digno de Pete Townsend encabezaba All Because of You, la pieza de rock más clásico del álbum, tan sencilla como efectiva y con el constante acompañamiento vocal de The Edge. Como en otros discos, también hacían una concesión al soul con A Man and a Woman, un medio tiempo semiacústico protagonizado por el bajo de Adam Clayton antes de recargar la electricidad y potenciar los sintetizadores para Crumbs from Your Table, brillante pieza de rock intenso digna del ‘Achtung Baby’. One Step Closer, una balada de profundidad temática pero resultado un poco insulso, da paso al cuarto y último sencillo, la preciosa Original of the Species (abierta a múltiples interpretaciones aunque originalmente compuesta para la hija adolescente de The Edge), que contiene bellos arreglos orquestales y el mejor estribillo del disco. Yahweh retoma la temática religiosa para cerrar en la doble voz de Bono y The Edge.
Los irlandeses demostraban con estas canciones la efectividad de una fórmula que seguía funcionando después de una larga y azarosa trayectoria, y las defenderían con su habitual desmesura en los directos de una gira de casi dos años que pudimos disfrutar en el estadio Anoeta de San Sebastián en agosto del 2005 (con unos principiantes Kaiser Chiefs y Franz Ferdinand abriendo el espectáculo, ahí es nada).
En 2009 llegaría el probable peor disco de su carrera (‘No Line on the horizon’) antes del proyecto de sus dos últimas referencias (‘Songs of Innocence’ en 2014 y ‘Songs of Experience’ en 2017, bienintencionado el primero y más consistente el segundo) que les mantiene girando sin parar, como han hecho a lo largo de los casi cuarenta años de una carrera que empieza a acumular aniversarios que recuerdan la bonanza de tiempos pasados (no solo a ellos). Pero con ‘How to Dismantle an Atomic Bomb’, posiblemente su último trabajo desde la posición referencial que ocuparon durante tanto tiempo, acertaron de pleno con su cara más enérgica y entregaron un listado con merecimientos sobrados para integrarse en el legado principal de la banda.