Y llegó el día, el 15 de octubre ya teníamos en nuestras manos «Lightning Bolt», el décimo disco de estudio de Pearl Jam. Y sí, como nos teníamos en nuestra previa, la cosa no pintaba tan bien como nos gustaría. Pearl Jam es y será mi grupo favorito, sus canciones me seguirán emocionando, pero hay que continuar reconociendo que su potencia creativa se ha visto mermada con los años. Seguro que a mucha gente este disco también les parece maravilloso y estupendo, pero objetivamente no puedo verlo más que de forma agridulce, con momentos en los que parece que sí, que ahora llega, y otros que me sorprenden, negativamente. Siempre querremos a Vedder, Gossard, Ament, McCready y Cameron, junto a la ayuda de Gaspar, pero no parece que el gran disco de la madurez de Pearl Jam haya llegado, por el momento.
En el lanzamiento de «Lightning Bolt», Pearl Jam han vuelto a emplearse a fondo, con adelantos y una fuerte visibilidad en las redes sociales, junto a documentales y otros aperitivos que iban generando más y más expectación en su amplia y fiel base de fans. En el disco sigue en la producción Brendan O’Brien, presente de alguna manera u otra en todos los discos de Pearl Jam excepto en «Ten» y en «Pearl Jam». Por lo tanto, todas las señas de identidad de Pearl Jam siguen ahí, la base rítmica de Ament y Cameron, las guitarras de McCready y Gossard, y la particular voz de Vedder.
Comienzan con «Getaway», una canción reconocible en sus cánones habituales y que va ganando con las escuchas. «Mind Your Manners», el primer single del disco, es un tema punk pero no acaba de convencer. «My Father’s Son» tiene algo, esa guitarra punzante le da su personalidad y la voz de Vedder suena urgente. Con «Sirens» pasa algo curioso, las primeras veces que la escuché me parecía algo terrible, pero luego ha empezado a convencerme más. Es un medio tiempo que al principio incluso no te parece de ellos pero que tiene sus matices.
Y llega «Lightning Bolt» y te vienes arriba, hasta ese momento tampoco estabas deprimido pero no tirabas cohetes. «Lightning Bolt» es una canción que destaca sobre las demás aunque, tras muchas escuchas, descubres un aire a «World Wide Suicide» de «Pearl Jam» (2006). «Infallible» es otro tema que se acerca más al medio tiempo, pero que tampoco parece que vaya a tener un largo recorrido. Lo mismo podríamos decir de «Pendulum», otro medio tiempo, en este caso más ambiental. «Swallowed Whole» mejora a las dos anteriores, acelera el ritmo del disco sino y va creciendo con las escuchas. Y «Let the Records Play» sigue ese camino y también ofrece algún punto interesante, especialmente en la parte de las guitarras.
Pero llega el final del disco y las tres últimas canciones son demoledoras. En este punto dices: ¿qué es ésto?, no sabes si se les habían fundido las luces o las ponen de relleno. «Sleeping With Myself» parece un descarte del disco «Ukulele Songs» (2011) de Eddie Vedder. Y eso no es tampoco mucho decir. Eddie se agarra al ukelele, que vale que le guste, no tenemos nada en contra de ello, y tratas de verle la gracia a la canción, buscas algo y en algún momento de debilidad crees encontrarlo, pero no. Con «Yellow Moon», un tema de Ament, la cosa sigue cuesta abajo, una canción aburrida. Y el punto culminante es «Future Days», esta vez compuesto por Vedder, la peor canción del disco, otro tema lento protagonizado por la voz de Vedder y con presencia de la guitarra acústica, y buscas en la letra algo a lo que agarrarte, pero nada tampoco.
Este final tan aburrido te deja tocado. Si el resto del disco no era malo, aunque tampoco para volverte loco, lo cierto es que estos tres temas le bajan algunos puntos. Como el corredor de fondo que flaquea en los últimos kilómetros, Pearl Jam lo han hecho en la parte final del disco. Puede que para muchos fans de Pearl Jam nos encontremos ante un gran disco, pero no nos engañemos, hace tiempo que no. Los seguiremos queriendo, escucharemos el disco mil veces, iremos a verlos si vienen y algunas de estas canciones levantarán con la potencia del directo, pero de momento Pearl Jam hace mucho que no entregan un gran disco.
Javi Castro establecía un símil entre las carreras de Pearl Jam y REM, y me parece una buena comparación. REM tuvieron un momento muy crítico, con discos malos de 1999 a 2004. Cuando ya nadie esperaba nada de ellos, levantaron con «Accelerete» (2008) y «Collapse Into Now» (2011). La diferencia entre REM y Pearl Jam es que los segundos tienen una base muy amplia de fans, muy fieles y leales. Además, no parecen mostrar signos de agotamiento o de tensiones internas (al menos en teoría, luego todo puede pasar), por lo tanto aún estamos a tiempo de que llegue ese nuevo gran disco de Pearl Jam que esperamos.
Y, mientras llega ese momento, acudo a «Yield» (1998) y escucho de nuevo «Wishlist» y canto «I wish Pearl Jam released a new great album»…Siguen teniendo crédito y confianza.