Al capricho de Mr. E

Si me preguntaran por cuál de mis músicos preferidos considero el más libre, el más despreocupado por la trayectoria comercial de sus discos o por la conquista del público en general, no tendría dudas sobre mi respuesta: Mark Oliver Everett. Al líder de Eels no solo lo calificaría de artista libérrimo, también de caprichoso, pero si se tiene talento los caprichos pueden dar maravillosos resultados.

A lo largo de su ya dilatada carrera, iniciada en 1996 con todo una declaración de principios como Beautiful Freak, que a punto estuvo de desviarles hacia el mainstream gracias al éxito de Novocaine for the Soul, han venido dando la impresión de que intentaran sacudirse los éxitos renovando continuamente su audiencia con variados ejercicios de estilo. Si a esto añadimos la influencia de los trágicos vaivenes que la vida ha deparado a su líder en forma de dramas familiares y naufragios sentimentales, a los que ha dado consecuente reflejo en sus discos con cruda sinceridad en ocasiones y elocuente sarcasmo en otras, obtenemos una trayectoria única y compleja que ha discurrido por los más variados estilos al capricho de su líder, también conocido como Mr. E.

Pocos grupos pueden presumir de grabar cuatro trabajos consecutivos tan dispares y de tanta calidad como los que Eels grabaron entre 1998 y 2003. De la oscuridad terapéutica de Electro-Shock Blues a la brillante candidez de Daisies of the Galaxy, de ahí a la crudeza del rock puro de Souljacker hasta culminar en Shootenanny, en mi opinión punto álgido de la variada destreza compositiva de Mr. E.

Serían muchas las canciones memorables de este período; una montaña rusa de emociones cantadas a partir de la más abierta tradición americana, del blues al hip hop, relatos de desnudos pasajes de vida que, sin dejar de ser sinceros, nos evitan la realidad a base de ironía e imaginación. Pero Mr. E se cansó de bromear y se dejó atrapar por la madurez en su trabajo más extenso y reposado, Blinking Lights & Other Revelations, un capricho de treinta y tres canciones que vendría a agitar de nuevo a sus seguidores para encauzarlos en una nueva dirección, la más estable hasta hoy. Canciones intimistas, bañadas en melancolía y producidas con sencillez para conformar su sonido más próximo a la añeja canción americana sin dejar de ser plenamente original y reconocible.

Estos rasgos son los que se reproducen en sus últimos trabajos, una trilogía producida en menos de dos años fruto de otro arranque de profusa creatividad, y que conforman Hombre Lobo, End Times y Tomorrow Morning. En ellos al fin han evitado los sobresaltos a sus seguidores, lo cual bien podría ser otra hábil maniobra de despiste de la caprichosa personalidad de Mr. E para seguir sorprendiéndonos en el futuro y que el juego continúe.

 

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