Primavera de 1995, estudio en Romo, mi piso en la calle, la ventana da…describir a dónde daba el piso…y las casetes de Kiko Veneno y Los Rodríguez. Calle Ezequiel Aguirre, se entra por una zona interior con jardines. Son casas de cuatro o cinco alturas, de los 40 o 50. Romo es un barrio obrero. La ventana a da a la calle más amplia Avenida Amaia. Romo es un barrio en gran medida caracterizado por la inmigración y por familias de clases trabajadoras, contrastando con Las Arenas, de la que le separaba las vías del tren, todo eso cambió rápidamente pocos años después. Es un lugar fantástico, tienes el tren cerca, tiene una zona de bares fantástica y tienes poco más de veinte años, estudias Sociología en la UPV…Esa primavera, las casetes del Está muy bien eso del cariño, ya comentado, y Palabras más, palabras menos de Los Rodríguez, serán una parte importantísima de mi banda sonora. Es una primavera agradable, una primavera un poco como las de antes, no hace calor, hay vientos suaves, allí se nota la cercanía del mar. Si Kiko Veneno lo tenía difícil para repetir la jugada de Échate un cantecito, ¿qué podríamos decir de los hispanoargentinos? Los Rodríguez eran unos supervivientes que en 1993-1994 marcaron uno de los cánones del Rock en español: Sin documentos (1993). Era como una última oportunidad también, como Kiko Veneno. Ariel Rot y Julián Infante hacía más de una década que habían pasado su época dorada de Tequila, y la carrera de Rot en los ochenta no había despegado. Andrés Calamaro había venido desde Argentina, donde atesoraba una carrera con Los Abuelos de la Nada. A ellos se unía Germán Vilella a la batería y, en sus comienzos, Guille Martín de Desperados que tocaría el bajo. Los Rodríguez no tuvieron suerte en sus comienzos. Aunque Buena suerte (1991) cuenta con las bases de su carrera, pasó muy desapercibido y le falla la producción. Disco pirata (1992) fue editado en su momento por RTVE y también quedó en un tercer o cuarto plano. Fichan por GASA (Warner) y Sin documentos (1993) sube poco a poco hasta ser un disco imprescindible de la primavera-verano de 1994. Ya está Daniel Zamora al bajo, no miembro oficial de la banda, y con el sonido stoniano con toques latinos van a irrumpir tanto en España como en Argentina. Y llega el temido siguiente disco que será este Palabras más, palabras menos, otra obra maestra del Rock en español, otro disco que es una grandísima continuación de su predecesor. Con Calamaro tomando el mayor peso compositivo, como anteriormente, Los Rodríguez conquistaron también 1995.
«Milonga del marinero y el capitán», de Rot, es una carta de presentación que trata de seguir la jugada de «Sin documentos», una canción rockera con toques latinos y que cuenta con una letra fantástica. «Palabras más, palabras menos» mete todas las guitarras con fuerza, con un tono incluso Punk. Y «Aquí no podemos hacerlo» se convertirá en una de sus canciones más celebradas con su tono Reggae. «Todavía una canción de amor» es una barbaridad, con letra de Joaquín Sabina, ese sonido de los teclados, ese ascenso del tempo, etc., lo tiene todo. Mi favorita es «Para no olvidar», una canción aflamencada, siempre presente este sonido en Los Rodríguez, que cuenta con la participación de Raimundo Amador, otra maravilla. «El tiempo dirá» es más rockera y dura y «En un hotel de mil estrellas» es un tema triste, más minimalista musicalmente.
La segunda parte comienza con otro hit de ese verano de 1995, Coque Malla pone las voces junto a Calamaro y Rot en la icónica «Mucho mejor» que también compuso Rot, una canción juguetona y adictiva que sería recordada como «Hace calor». La melancolía regresa con «La puerta de al lado», en la que participa en la composición Sergio Makaroff, en la que destaca el sonido del órgano y que es otra de esas joyas ocultas de este disco. «Una forma de vida» es el regreso a los sonidos stonianos, también sobresaliente, y «Extraño» es una canción triste que compuso y cantó Infante, con una letra a destacar. «10 años después» muestra la querencia de Los Rodríguez por el Rock & Roll y el cierre es para «Algunos hombres buenos», sonido épico y melancólico que también está entre lo mejor de todo el disco.
Los Rodríguez estaban en lo más alto e incluso los sonidos más rockeros parecía que tendrían alguna oportunidad en el mainstream nacional. Sin embargo, las semillas de la disolución ya estaban marcadas en la banda. A pesar de la exitosa gira con Sabina, 1996 trajo Hasta luego, un recopilatorio que era el final de la banda. Los egos hicieron que se finiquitase una de las mejores bandas de Rock en español. Calamaro se elevó a la categoría de mito en los siguientes años, Rot siguió trabajando con una carrera en solitario muy solvente, Vilella quedó en un segundo plano aunque en 2019 se reuniría con ellos para grabar el «Princesa» de Sabina, e Infante fallecería en 2000 mientras que Zamora se suicidaría en 2007. Calamaro y Rot volverían a juntarse y girar muchos años después, recordando en parte la carrera de Los Rodríguez. No sabemos qué habría pasado si Los Rodríguez hubiesen seguido con su carrera, incluso compaginando las de Rot y Calamaro en solitario, aunque no sé si habrían encajado. En fin, una de esas preguntas, pero siempre es necesario regresar a Los Rodríguez.