Hace ya unos meses, leí en varias revistas digitales la crítica del disco Casi tierra de Vicente Navarro, un artista que desconocía. Publicado en 2019, y autoeditado, el disco de Navarro señalaban que remitía a la mezcla de sonidos tradicionales y del folclore con algunas bases electrónicas minimalistas. Se mencionaban nombres como Javier Álvarez, Miguel Póveda, entre otros, y se incluía a Navarro en la lista de artistas que han revisitado estos sonidos como Lorena Álvarez, Maria Arnal, Los Hermanos Cubero o Carmen Boza, entre otros. Cuando escuché algunas de sus canciones me quedé sorprendido y atrapado por la voz de Navarro y por un sonido personal y atmosférico, por letras cuidadas y por un trabajo emocionante que tiene visos para perdurar. Canciones cuidadas y deslumbrantes, aunque también con tonos tristes y contenidos Un disco que merece un mayor recorrido y reconocimiento y que, como decíamos, te cala.
Comienza con «El el río», una canción de amor que es una preciosidad, su voz apoyada por una guitarra acústica y que es un inicio que anuncia lo que vendrá después. «Un llanto» incorpora algunos elementos más modernos, pero su estructura sigue basada en su voz y en la guitarra, su gran apoyo, aquí más aflamencada al comienzo pero incorporando otros sonidos. El nivel del disco sigue en lo más alto con uno de sus puntos más destacados, «Toro», una canción muy emotiva y dramática y con más elementos electrónicos. Y «Esternón», soberbia, la mejor canción del disco, ese diálogo entre la guitarra y la mandolina, con un mensaje reivindicativo sobre la comunidad LGTB+ en Chechenia. Y la primera parte se cierra con «La orquesta», más flamenca e intensa.
La segunda parte se inicia con «Los dientes», otra canción de las más relevantes del disco sobre la represión en la Guerra Civil, uno de los mejores momentos a nivel de la voz de Navarro cantando con un gran sentimiento, como en todo el disco. «El luto» incorpora más instrumentación que en el resto del disco, un toque electrónico más sutil, y «El afilador» es un instrumental con ese sonido que nos lleva a otros tiempos con el uso del chiflo. «El puente» se vincula de nuevo al flamenco con un estribillo en modo retahíla y termina con la intensa y más minimalista «Las montañas».
Lo decimos de nuevo, maravilloso y sobresaliente disco de Vicente Navarro, un artista sin duda a seguir que nos reconcilia con esa parte de nuestras tradiciones que poco se ha tenido en cuenta, especialmente en la música, en demasiadas ocasiones.