Si hay una cosa que son Manic Street Preachers, entre otras muchas, es que son fiables. No suelen fallar en sus discos y James Dean Bradfield, Nicky Wire y Sean Moore convencen con un sonido que han ido destilando con los años y décadas. Sus últimas tres entregas de la segunda década del siglo XXI están entre lo mejor de su carrera: Rewind the Film (2013), Futurology (2014) y Resistance is Futile (2018) son discos fantásticos. Sin embargo, más compleja fue la década anterior. Tras haber pasado por la etapa inicial con una furia Punk Rock, la desaparición de Richey Edwards en 1995, y la reinvención en un sonido más épico que les llevó al éxito más masivo con Everything Must Go (1996) y This Is My Truth Tell Me Yours (1998), entraron en un pequeño descenso. Con su compromiso social y político por bandera, Know Your Enemy (2001) y Lifeblood (2004) cosecharon peores críticas, aunque para mí son buenos discos. Sin embargo, con Send Away the Tigers (2007) publicaron un disco más contundente y directo y en 2009 llegaría Journal for Plague Lovers, un disco en el que ponían música a letras de Edwards y que contó con la producción de Steve Albini y Dave Eringa. De esta forma, los galeses estaban en modo ascendente cuando un año después llegó este Postcards from a Young Man con Tim Roth en la portada. Un disco que es un canto a la épica Pop orquestal y que tiene un sonido de guitarras combinado con cuerdas ascendentes junto con coros poderosos y gospelianos. Es como un disco de transición o de cierre de etapa que tiene una entidad propia y que merece ser rescatado.
El comienzo marca gran parte del disco con la épica «(It’s Not War) Just the End of Love», tono orquestal y épica Pop Rock que sigue en «Postcards from a Young Man» aunque aquí ya hay un punto más de melancolía y nostalgia, con las cuerdas fantásticas y con la participación de Ian McCulloch de Echo & the Bunnymen. «Some Kind of Nothingness» es más contundente si cabe e incorpora ese coro Góspel que le da la canción una personalidad diferente, siendo una de las mejores del disco. No bajan el ritmo con «The Descent (Pages 1 & 2)», épica a raudales, mientras que «Hazelton Avenue» es más liviana, quizás uno de los momentos valle del disco. Crece a medida que avanza la canción «Auto-Intoxication», también caracterizada por un tono nostálgico que suelen dominar y en la que participa John Cale a los teclados.
El comienzo de la segunda parte es para la destacada «Golden Platitudes» donde siguen con la épica, la nostalgia y recuperan el coro gospeliano. «I Think I Found It» es más previsible, una canción Pop que da paso a «A Billion Balconies Facing the Sun», en la que toca el bajo Duff McKagan (Guns ‘N’ Roses) y que es más cañera, comienza con un tono Punk y sigue luego hacia el Rock. El tramo final es para «All We Make Is Entertainment», menos conseguida aunque sin dejar la épica, a la que sigue una interesante y creciente «The Future Has Been Here 4Ever», fantástico estribillo y un final de gran fuerza. El cierre, «Don’t Be Evil», no deja mucho poso tras todo lo anterior.
Manic Street Preachers cerraban la primera década del siglo XXI anunciando que iban a seguir con fuerza, vaya si lo hicieron, y con un sonido muy poderoso. Un disco que, como decíamos, igual pasa más desapercibido, era ya el décimo de su carrera, pero que muestra a las claras sus señas de identidad.