Cuando nos da por algo, nos da. Este es el caso de Fleetwood Mac y su época más triunfante, la que viene marcada por la llegada a la banda de Stevie Nicks y Lindsey Buckingham. Un punto de inflexión con todas las letras. Hace unas semanas nos detuvimos en el recopilatorio de la banda publicado en 1988, un momento que marcaba el final de una etapa. Acababan de triunfar de nuevo con el sonido ochentero de Tango in the Night (1987) y Lindsey Buckingham había abandonado la formación. Desde entonces, como ya vimos, todo fue una sucesión de idas y venidas, sólo tres discos más y giras triunfales. Pero, esta parte de la historia comienza en 1975 cuando la pareja Stevie Nicks y Lindsey Buckingham se incorporan a Fleetwood Mac, donde permanecían los dos miembros fundadores, Mick Fleetwood y John McVie, junto a Christine McVie que estaba en la formación desde 1970. Los Fleetwood Mac no habían dejado de publicar discos desde su formación, pese a los cambios de integrantes y de estilo, y el anterior era Heroes Are Hard to Find (1974). Sin embargo, les costaba despegar comercialmente y aquel fue el último disco con Bob Welch a las guitarras y en labores compositivas, había realizado seis de los once temas del disco. Buckingham y Nicks habían publicado un disco como dúo en el sello Polydor y fue producido por Keith Olsen, que sería el productor de Fleetwood Mac, el décimo disco de la banda convertida ya en quinteto. Nos encontramos ante un punto de inflexión en toda regla con un disco que llegó al número 1 y que vendió millones de discos, un trabajo que marcará las bases de la banda, un sonido de Soft Rock marcado por las composiciones de sus tres principales compositores e intérpretes. De esta forma, Christine McVie asumió cuatro canciones; Nicks realizaría tres; Buckingham dos; Buckingham y McVie firmarían una canción conjunta; y otra sería de compositores externos.
El comienzo es para la acelerada «Monday Morning» (Buckingham), muy animada y con unas guitarras fantásticas, junto con un estribillo que se pega. Luego llega el turno de «Warm Ways» (McVie), balada intensa interpretada por la propia McVie, una canción a la que igual le pesa el tiempo. «Blue Letter» la componen Richard y Michael Curtis y canta Buckingham, que cuenta con un tono de Rock americano de raíces. Y llega el momentazo de «Rhiannon» (Nicks), de la que ya hablamos hace unos meses y que es una de esas canciones eternas que marcará el canon de Nicks. Tremenda, como la guitarra de Buckingham. Luego llega «Over My Head» (McVie) en la Christie se sale, un medio tiempo de sonido más liviano pero igual de efectivo. Una maravilla. Y la primera parte se cierra con otra canción de Nicks, «Crystal», en la que la voz la pone Buckingham y que cuenta con el contrapunto de Nicks, un medio tiempo que va cogiendo fuerza.
La segunda parte comienza con otro clásico, «Say You Love Me» de McVie, una canción atractiva que de nuevo se basa en el Rock americano y en una influencia Country de fondo. «Landslide» es un tema acústico de Nicks, una balada en la que destaca su voz y forma de cantar. Y en «World Turning» se produce la colaboración en la composición entre Buckingham y McVie, cantando ambos en una canción de influencias Country que también está entre las cimas del disco. A continuación, «Sugar Daddy» es otro tema de McVie en la que sigue su tono con un lugar destacado para el diálogo entre los teclados de la propia McVie y la guitarra de Buckingham. El cierre es para «I’m So Afraid» de Buckingham, una canción que iba destinada al segundo trabajo con Nicks, siendo un tema de Rock duro que también suena perfecto y por el que no ha pasado el tiempo.
Como hemos señalado, todo un punto de inflexión el décimo disco de Fleetwood Mac, nueva formación, cambios en el estilo y la capacidad de generar algo único e irrepetible. Luego van a llegar la catarsis del Rumours (1977) y la ambición del Tusk (1979), a los que volveremos las próximas semanas. Mientras tanto, Fleetwood Mac.