Nos puede el completismo con Pearl Jam. Es lo que tiene que sea tu banda favorita. Sin embargo, la edición del MTV Unplugged no deja de ser anecdótica. Era el comienzo de los noventa y la MTV estaba lanzada con sus serie Unplugged, esos desenchufados que aquí nos llegaban a los que no teníamos parabólica, la mayoría, a través de los vídeos que se emitían en Canal +, con los artistas sentados, con una disposición en círculo generalmente, y con un público alrededor también sentado y lanzando gritos de emoción al comienzo de las canciones y aplausos al final. Salían discos que vendían muchísimo, como el de Eric Clapton que en 1992 arrasó. Luego llegarían otros. Pero, por la cadena pasaban muchos más artistas de los que luego saldrían sus discos, una minoría aunque a la lista se sumarían Mariah Carey, Bob Dylan, Rod Stewart, Neil Young…y dejamos para luego los hitos de Nirvana, por trascendencia, y de Alice in Chains, por su calidad mayúscula. Unos de los que pasaron por allí fueron Pearl Jam, concretamente el 16 de marzo de 1992, madre mía. Pearl Jam ya eran todo un fenómeno con el Ten (1991) y el Grunge convirtiéndose en el mainstream del Rock en las listas y en la crítica. Un nuevo canon se institucionalizaba y Pearl Jam iban a ser determinantes. En menos de un año, unos jóvenes Eddie Vedder, Jeff Ament, Stone Gossard, Mike McCready y Dave Abbruzzesse, el batería en el periodo 1991-1994, se habían convertido en una de las bandas del proyecto, sin olvidar la presencia de varios de ellos en Temple of the Dog, el homenaje de Gossard, Ament, McCready, Chris Cornell, Matt Cameron y Vedder a Andrew Wood, de Mother Love Bone, disco que también había sido un éxito. Pero, para esta presentación en acústico, Pearl Jam contaban con Ten, que no es poco obviamente, y poco más, aunque no faltaría «State of Love and Trust», una de sus grandísimas canciones y que incluirían en el Friends de Seattle que fue Singles (1992), la película imprescindible de Cameron Crowe que tiene todas las virtudes y vicios del momento, pero de la que siempre defenderemos su increíble banda sonora y algunas cosas más. Bueno, volviendo al MTV Unplugged, había ganas de tenerlo físicamente, aunque ya había sido publicado de forma limitada en el Record Store Day en vinilo, y lo cierto es que tengo que darle la razón a mi hermano, es un disco testimonial, pero poco más. Primero, el setlist se reduce a siete canciones, poco más de treinta y cinco minutos de actuación. Algunas canciones, como veremos se resienten y es Vedder el que toma más protagonismo con su intensidad y forma de cantar. No quiere decir que el resto queden en un segundo plano pero, las guitarras de McCready y Gossard lucen menos.
Comienzan con «Oceans», que seguramente sea una de las canciones que mejor se ajusten al formato por su tono expansivo y ambienta, Vedder tira de intensidad y la banda le sigue. Ya en «State of Love and Trust» se observa que se pierde fuelle, en una canción tan brutal como esta…, la interpretación nos convence menos porque está como descompensada. «Alive» también tendría un mayor encaje con el formato acústico pero parece también ir a medio gas lo que le hace perder trascendencia. Seguramente el momento álgido sea la intensa «Black», creo que es la mejor de todas la canciones en el formato acústico de este disco, y con Vedder tirando de una emotividad enorme. «Jeremy», muy celebrada por el público, también se ve lastrada y pierde carga dramática. Y «Porch» cierra el disco con un punto más deslabazado y parece, incluso, que les cuesta arrancar.
Es un testimonio interesante, no cabe duda, pero parece muy fiado a la capacidad interpretativa de Vedder, de la cual no hay duda. Si queremos un acústico fantástico de Pearl Jam, yo me quedo con el Live at Benaroya Hall (2004). Lo cierto es que este directo nos ha rejuvenecido casi treinta años pero, creo que más trascendente el de Nirvana, obviamente, y mejor el de Alice in Chains, que analizaremos muy pronto. Y, en 2021, más Pearl Jam con el treinta aniversario de Ten y del disco de Temple of the Dog, y el veinticinco de No Code, su cuarto trabajo en 1996 tras completar la trilogía imbatible de Ten, Vs. y Vitalogy. Casi nada…