The National es una de las bandas contemporáneas en la que mejor repartidos están el talento y las responsabilidades; en ese reparto a Matt Berninger le corresponde ser vocalista y letrista, lo que ha supuesto que su voz y su personalidad ocupen una parte importante del cuadro que compone el magnífico quinteto de Ohio. Es muy difícil liberarse del ancho halo que desprende una banda tan particular e influyente como la suya, y esa era una de las principales dudas que podía suscitar este disco. Debió de ser también por eso que Berninger buscó un sonido orgánico y tradicional de la mano de uno de los ídolos de su infancia, el mítico organista Booker T. Jones que se encarga de la producción, y se apoyó en diferentes músicos para componer las diez canciones de su debut en solitario (recordemos que ya había hecho un escarceo fuera de la banda en 2015 con el dúo EL VY junto a Brent Knopf, que también colabora en este) del mismo modo que conformó otra excelsa y variada nómina de intérpretes para arroparse en las grabaciones. El resultado es bastante accesible y genuino por sus evidentes miras en el soul y su vocación acústica y natural.
My Eyes Are T-Shirts, compuesta junto a Scott Devendorf (bajista de The National), presenta la tónica relajada y profunda que rige el conjunto del disco, para seguir con Distant Axis, una muestra en acústico de intensidad creciente que suma a Andrew Bird a la banda, y las también preciosas guitarras de una One More Second con protagonismo para el órgano Hammond. Los primeros metales y cuerdas aparecen en Loved So Little, suerte de soul arreglado con brillantez, antes de cantar junto a Gail Ann Dorsey la pieza con sabor a club y base de piano Silver Springs. A continuación relaja un poco más el tono e interpreta las piezas más íntimas: la acústica y serena Oh Dearie, luego llega Take Me Out of Town, en similar tempo pero diferenciada por el piano y la aportación de los metales, y la más lenta Collar of Your Shirt que embellecen los violines en su última parte. Para terminar recupera variedad y empuje, especialmente en su segunda mitad, con All For Nothing, y cierra con Serpentine Prison a base de harmónica, órgano y metales calmados.
Da la sensación de que uno de los mayores méritos de Berninger ha sido el de haberse sabido rodear de un talento que lo hace todo de apariencia sencilla y cohesionada. Grabado con sobrado gusto, resulta una escucha agradable y sosegada que no exige demasiado y contiene ingredientes de la buena música americana. Y aunque baje un poco el nivel en un estrecho tramo central, acierta con la mayor parte de los cortes y deja unos cuantos valiosos a los que seguro volveremos.