Después de un largo período en el que sus incursiones artísticas se limitaban a proyectos ajenos (QOTSA, Soulsavers) o compartidos (Isobel Campbell, The Twilight Singers), en 2012 Lanegan regresaba con un trabajo propio (Blues Funeral) en el que la electrónica ganaba cierto espacio sin que la raíz americana que le ha caracterizado a lo largo de su carrera en solitario perdiera el protagonismo.
El rock también está presente en Blues Funeral, como en la magnífica Quiver Syndrome que, con un sonido entre unos Garbage noventeros y los Primal Scream más electrificados, combina sabiamente guitarras, sintetizadores y coros estonianos, para arropar los lamentos desgarradores de la cavernosa voz de Lanegan.