Escribimos mucho de Pearl Jam, del grunge, de lo que ocurrió en los años 90 en Seattle y de todos aquellos movimientos que venían del indie y del underground y que se convirtieron en mainstream. Sí, nos marcaron y mucho, pero nos olvidamos de una gente que existieron antes que ellos, que reinaron, que pudieron ser la banda más grande de la Historia, y que acabaron como el «Rosario de la Aurora»: Guns N’ Roses (GNR). Aunque los tenemos muy presentes y somos fans declarados, fue la reseña del Appetite For Destruction que realizó nuestro querido amigo Fran Gonzalo en su imprescindible Grandes Clásicos del Rock la que nos recordó la importancia de GNR. Y nos toca escribir sobre ellos, como homenaje a una de las grandes bandas de la Historia, a algo que pudo ser y no fue, y a unos tipos que representaron como nadie el cliché del rock ‘n’ roll, y cuyas últimas líneas dan bastante penita, la verdad.
En 1992, en un actuación en la MTV Awards, Nirvana están destrozando el escenario. Un Dave Grohl exultante se acerca al micrófono y empieza a gritar «Hi, Axl! Where’s Axl?». No, toda esta gente no se llevaban muy bien. Era 1992 y GNR era la banda más grande del mundo, frente a unos Nirvana que eran la banda más significativa del mundo. Dos estilos y formas de ver la vida muy contrapuestos. Lo que nadie sabía es que a ambas bandas les quedaban poco más de dos telediarios, una por el suicido de Cobain y otra, bueno, la otra porque no podía pasar otra cosa…
Pero volvamos a los orígenes. Década de 1980, unos años muy duros para la música. En el rock ‘n’ roll triunfan unas bandas que marcarían el icono de una época y que contribuyeron como pocos al desgaste de la capa de ozono con aquellos peinados. Era el glam metal, o el hair metal, bandas que bebían de la tradición más rockera de los 70, pero que incorporaban teclados y que parte de ellas contaban con no pocos elementos de los tópicos rockeros: sexo, drogas, machismo, etc. Todo esto lo contaron muy bien los de Mötley Crue en su biografía Los Trapos Sucios: Confesiones del Grupo de Rock Más Infame del Mundo. Con una estética imposible, allí destacaban los propios Mötley Crue, Bon Jovi, Whitesnake, Van Halen, Poison, Cinderella, Ratt, Skid Row…y un largo etc. Algunos incluyen a gente como Kiss, pero no sé. A pesar de ser un fenómeno claramente norteamericano, también se extendió a Europa, con los ingleses Def Leppard o los inefables suecos de Europe. En homenaje, por llamarle de alguna manera, a Vince Neil, cantante de Mötley Crue, Aerosmith cantó el «Dude (Looks Like a Lady)», de su Permanent Vacation (1987), cuando Tyler, Perry y compañía volvían de un muy mal viaje que duró mucho.
Una época con grandes canciones y discos y que Chuck Klosterman narró de forma brillante en el imprescindible Fargo Rock City. Esta gente dominaba el rock, mientras que el underground americano iba poniendo los cimientos del futuro indie y del grunge mediante hardcore, relecturas del punk, y el camino lento y seguro de gente como REM. En estas, dos amigos de Lafayette (Indiana) se reencuentran en Los Ángeles, a donde han llegado por separado para vivir el sueño del rock ‘n’ roll. Están muy tirados y se llaman Axl Rose e Izzy Stradlin, cantante y guitarrista rítmico.
La historia es conocida, Axl Rose e Izzy Stradlin formaban parte de una banda llamada L.A. Guns, que tendría también su carrera, con Tracii Guns como guitarrista principal. Con el tiempo, se incorporarían a la misma por diferentes vías Slash Hudson (guitarra principal), Duff McKagan (bajo) y Steven Adler (batería), desapareciendo el propio Guns del grupo. Así, quedaba conformada la formación clásica de GNR en 1985, que se iría fogueando y ganando fama en los clubes de Los Ángeles como el Troubadour o el Roxy. La potencia de GNR era brutal, ofreciendo un salto más allá del rock imperante en los medios. Estaba claro que subían la apuesta, la influencia del rock más clásico y del punk era evidente. Pero también estaban empeñados en vivir la vida de forma muy rockera, y eso implicaba el consumo de todo tipo de sustancias y de cantidades ingentes de alcohol. Vamos, la del «rock star» prototípica.
GNR realizaron un EP en 1986, Live ?!*@ Like a Suicide, que vendería miles de copias, un hito por aquel entonces. Publicado por Uzi Suicide, pero estando detrás Geffen (que, cuestiones de la vida, publicaría en 1991 el segundo disco de una banda llamada Nirvana, por lo que ambos grupos compartieron discográfica, y que incorporaría también a su catálogo al Sancta Sanctorum del indie: Sonic Youth), estaba compuesto por dos temas propios, «Reckless Life» y «Move to the City» y las versiones de «Mama Kin» (Aerosmith) y «Nice Boys» (Rose Tatto). Slash tenía contactos en la industria, y esa fue una baza que jugaron. El disco es en directo, pero luego se descubrió que no había sido así y que las voces y ruido del público fueron añadidos. El EP también se publicaría en «Lies» (1988). La fama y la reputación de GNR iban creciendo, un grupo con un cantante con una voz particular que subía muy arriba, unos guitarristas impresionantes y una sección rítmica poderosa. Y se intuía que las canciones iban a ser muy importantes. En definitiva, una propuesta más que excitante.
Y en esto llegó 1987 y el salto a un disco largo. Iba a ser una revolución y se llamó Appetite for Destruction. Su primera portada, que mostraba la violación de una chica a cargo de un robot, fue censurada. La polémica nunca dejaría de seguir a GNR, y tampoco se caracterizaron por ser políticamente correctos, junto con un estilo de vida que les pasaría muchas facturas y les llevaría a numerosas clínicas de desintoxicación. Pero, era parte de la imagen que transmitían estos cinco muchachos, como bien ilustra la contraportada del Appetite for Destruction.
La portada censurada fue sustituida por la ya icónica de la cruz y las calaveras de cada uno de sus miembros. En ella aparece la famosa chistera de Slash, que se convertiría en uno de los signos de identidad de la banda, junto con otros. Pero lo importante estaba en el interior, y eso no era otra cosa que doce canciones que marcarían un antes y un después en la música rock y que cambiarían el paso que marcaban el glam metal o hair metal. Paradójicamente, el rumbo volvería a variar tan solo cuatro años después, y precisamente como una forma de rebelión a lo que significaban bandas como GNR, que llevaban al límite todos los tópicos. Sin embargo, musicalmente Appetite for Destruction, que vendió millones y millones de discos, es uno de los mejores discos de la Historia. Es un disco rápido, agresivo, donde todo encaja a la perfección.
Algunas canciones ya son parte del imaginario colectivo, especialmente «Sweet Child o’ Mine» con ese riff introductorio que marcaría para siempre a GNR, pero también «Paradise City» y «Welcome to the Jungle», que da inicio al disco y te va preparando para lo que viene después. Pero el resto no les dejan atrás e «It’s So Easy», «Nightrain», «Mr. Brownstone», «Rocket Queen» y «My Michelle» se conviertieron en clásicos. Menos conocidas son el resto, pero es innegable que «Out Ta Get Me», «You’re Crazy», «Anything Goes», y una de mis favoritas, «Think About You», son grandísimos temas de rock.
Claro, después de esto y del impacto que supuso este disco, GNR se convertían en la banda del momento y la que tenía que salvar el rock ‘n’ roll. El resto de grupos habían quedado empequeñecidos en un suspiro pero el impacto de la fama en GNR iba a seguir siendo demoledor. Los excesos y la polémica se incrementarían, pero eso formaba parte del espectáculo. Cinco tipos tirados en Los Ángeles habían facturado uno de los debuts más explosivos de la Historia. Y lo que vendría después.
¡Hola chicos! mucha gracias por la mención. La verdad es que llevais toda la razón, una pena lo que le ocurrió a esta bandaza. He disfrutado mucho leyendo este artículo, ¡seguir así!. Un fuerte abrazo.
¡Hola Fran!
Muchas gracias a tí, por favor. Cuando leímos la reseña del «Appetite for Descruction» se nos encendió la luz. Nunca hemos dejado de escuchar los discos de GNR, pero es cierto que su historia es tremenda. Lo dicho, una pena. Un fuerte abrazo amigo.