«Holly» supone el segundo disco de Nick Waterhouse, tras su destacado debut de 2012 con «Time’s All Gone». Waterhouse se sumaba a la corriente revivalista que recogía sonidos del soul, el R&B clásico y el Rock ‘N’ Roll, y que ha dado nombres como Sharon Jones & The Dap Kings, Charles Bradley, Eli Paperboy Reed, entre otros. Además, la imagen de Nick Waterhouse se ajusta a la perfección a la década de 1950, pareciendo un émulo de Buddy Holly, con sus gafas de pasta y sus elegantes trajes. Y esa elegancia también la lleva a su música, a través de discos notables como los entregados hasta la fecha. Hay que olvidar la explosividad de los nombres del neosoul para hablar de Nick Waterhouse, más ecléctico, con derivas también hacia el jazz. Y en «Holly» profundiza en esas constantes, añadiendo además toques más del Rock ‘N’ Roll primigenio.
El comienzo es la pausada «High Tiding», un medio tiempo sutil. En «This Is a Game» comienza a jugar con los estilos a los que hacemos referencia, y combina la sección de viento, unas guitarras contagiosas y el órgano, en una especie de jam interrumpida. «It #3» sigue la línea anterior, aunque de forma más tranquila pero con la guitarra en primer plano y esa sensación de jam jazzística. En «Let It Come Down» incorpora un coro femenino, que prácticamente le acompañará en los restantes temas, facturando un tema de corte más clásico, de lo más soul de todo el disco. «Sleepin’ Pills» acelera el ritmo, los coros ganan protagonismo, y con una percusión que te va llevando por la canción.
En «Holly», de los mejores temas del disco, Waterhouse se acerca al soul clásico, dando pie a la sección de viento. Se suma a esta línea «Dead Room», también de lo más destacado del disco, en el que incorpora un toque jazz con el solo de saxo. En «Well It’s Fine» da el protagonismo al jazz y con «Ain’t There Something That Money Can’t Buy» acierta de pleno en la dinámica de todo el trabajo, mezclando los diferentes estilos con los que juega de forma destacada. Termina con la más pausada, y también menor, «Hands on the Clock», donde se escora al jazz finalmente.
Buen disco de Nick Waterhouse al que, creemos, le falta un peldaño para entregar un trabajo más redondo. Juega con los sonidos revivals, con mucho talento, y te traslada a otra época de forma elegante y sutil. Seguramente no desentonaría en la banda sonora de una serie como «Mad Men», pero eso es otra historia. Elegante, sobrio y sutil.