Y allí estaba la industria británica encumbrando a Coldplay, que con A Rush of Blood to the Head (2002) darían un salto tremendo, y con Radiohead con Kid A (2002) y Amnesiac (2001) provocando una vuelta, o varias, a su sonido. Sin embargo, algo no cuadraba, mientras que desde Estados Unidos The Strokes y The White Stripes eran los fenómenos a seguir, junto con el surgimiento del ‘americana’, con Wilco ya asentados y con Ryan Adams comenzando a destacar en solitario tras Whiskeytown. Del resto, poco más, ya habíamos comentado en la primera parte que el Britpop estaba finiquitado con discos como el intrascendente Think Tank (2003) de los agotados Blur, el más intrascendente A New Morning (2002) de Suede, el horrible Heathen Chemistry (2002) de Oasis, o la separación de Pulp. A Muse le tocaría su momento en 2003, con Absolution, pero Muse iban a su rollo, que ha acabado derivando en un festival grandilocuente y barroco. Porque podía haber grupos como Coldplay, pero como Muse ninguno.
Sin embargo, algo se estaba empezando a mover y la industria lo iba a detectar. El primer momento se da en 2002, con Up the Brucket, el disco de debut de una banda llamada The Libertines, que sería reeditado en 2003. Fue un soplo de aire fresco ya que aunaban el rock, el garage y el punk, emparentándolos directamente con The Clash. Claro, que en su contra tenían el que estaban liderados por dos individuos nada fiables y politoxicómanos: Carl Barât y Peter Doherty. Música urgente, tanto como ellos dos, que saltaban a la palestra de los medios de comunicación por sus escándalos, adicciones, peleas e ingresos en prisión. De esta forma, su trayectoria conjunta fue muy efímera, pese a su talento, y sólo les alcanzó para publicar The Libertines (2004), cuando todo empezaba, para volver a reunirse recientemente. Sin duda, su canción ‘What Became of the Likely Lads’ no pudo ser más premonitoria:
Pero no sería esta dirección la que guiaría el supuesto segundo Britpop, fue algo más ecléctico, que bebería de fuentes más diversificadas. Nos vamos a 2004, que es cuando se producirán muchas novedades que indicarán que algo estaba ocurriendo. Ese año debutan unos tipos de Escocia, muy elegantes, y que respondían al nombre de Franz Ferdinand. Con semejante nombre y su estilo, Franz Ferdinand sorprendían con un disco homónimo que era un cañonazo y uno de los mejores de la década. Rock bailable, de guitarras, y una influencia de la new wave, con canciones incontestables como ‘Take me Out’, ‘Jacqueline’ o ‘The Dark of the Matinée’, por citar sólo tres. 2004 también alumbra el debut de Keane, con Hopes and Fears. Más cercanos a Coldplay, incluso ‘ñoños’, cosechan un gran éxito con temas como ‘Somewhere Only We Know’, y llaman la atención porque tocan sin guitarras. Los dos grupos cosecharon un gran éxito pero el camino lo marcarían Franz Ferdinand, ya que Keane acabaron grabando discos cada vez peores y cayendo en las listas.
2004 también es el año de debut de Kasabian, un combo que en aquellos años quedó en segunda línea pero que, con el paso del tiempo, se ha consolidado como uno de los supervivientes más activos, algo que nos parece sorprendente. En 2005, los medios de comunicación británicos comienzan a lanzar bandas como el ‘no va más’. Y se habla de un segundo Britpop. Ese año se publica Employment, debut de Kaiser Chiefs, un grupo que prometía muchísimo con este primer disco repleto de canciones de calidad como ‘Oh My God’ o ‘I Predict a Riot’. Banda de guitarras y emparentados directamente con el rock más británico, su calidad también fue decayendo con las entregas siguientes, a pesar de mantener su éxito.
En 2005 debutan también Bloc Party, Maximo Park y Editors, todos ellos dentro de la gama estilística que iba de Franz Ferdinand a Kaiser Chiefs. Keane quedaban en un segundo plano y Coldplay publicaban uno de los discos más planos de su carrera como fue X & Y, por lo que todas estas bandas todavían sonaban mucho más dinámicas y frescas. Además, Franz Ferdinand no perdía el tiempo y ese mismo 2005 pondría en circulación su segundo disco, You Could Have It So Much Better, también muy destacado. Pero esas bandas se quedarían en una segunda línea, y tampoco había un grupo de discos tan destacados como en el Britpop y ni siquiera se podía dar un enfrentamiento tipo Oasis-Blur. Además, en 2006 se produciría su final que sería la aparición de Arctic Monkeys, un debut espectacular a principios de año el protagonizado por unos postadolescentes de Sheffield con Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not. Y es que, con Alex Turner como el ‘chico más listo de la clase’, Arctic Monkeys iban todavía más rápido que el resto de bandas, y su trascendencia ha superado a todas ellas, sólo seguidos a una cierta distancia por unos Franz Ferdinand que se tomaron con mucha calma su carrera a partir de 2005, con sólo dos discos desde entonces.
2006 también asistiría a la aparición de The Kooks, pero desde entonces, este segundo Britpop, que nunca estuvo muy articulado ni tuvo una identidad conjunta, comenzó a decaer. Si Arctic Monkeys iban creciendo, Franz Ferdinand hibernando, y el resto de bandas quedando en un segundo o tercer plano, aunque si bien es cierto que todas se mantienen, y alguna como Kasabian en lo más alto del mercado británico, ya no hemos vuelto a asistir a un alumbramiento de grupos tan amplio desde Gran Bretaña, en lo que pudo ser su última demostración de su músculo antes de la crisis definitiva de la industria musical. Desde entonces, el rock ha seguido su proceso de diversificación y de ocupar un lugar más secundario, aunque a ese periodo siempre le recordaremos con una sonrisa por sus buenos discos y canciones que nos dieron, y que bailamos en los bares, aunque no llegase a ser un segundo Britpop.