Se cumple el veinte aniversario de la publicación de uno de los mejores discos de la música española: «Échate un cantecito» de Kiko Veneno. La historia es conocida. Kiko Veneno, José María López Sanfeliu, había revolucionado junto a los hermanos Amador el pop-rock español con Veneno y su disco homónimo. Fueron más allá de su tiempo y fusionaron, en aquellos tiempos esta palabra no tendría el valor y el uso que se le daría después, las raíces flamencas con el rock. Pero el ser unos adelantados y diversas controversias dieron al traste con el proyecto, aunque marcaría un antes y un después.
Durante una década, Kiko Veneno poluló por el mundo de la música (aunque sin alcanzar reconocimiento), la televisión (hacía de Frankenstein en «La Bola de Cristal») y la hostelería, hasta lograr un puesto de funcionario en la Diputación de Sevilla. Como él ha contado, y con 40 años, llegó su oportunidad de la mano de Santiago Auserón, que se lo llevó a Londres a grabar «Échate un cantecito», disco que ahora se reedita.
Confieso que también llegué tarde a este disco, lo descubrí al año de su publicación, pero desde entonces tampoco me ha abandonado. Kiko Veneno compuso e interpretó un disco perfecto, en el que unió rock, pop, flamenco y rumba, todo ello con unas letras que son pura poesía, unas letras que nos muestran a un hombre ante su última oportunidad, y que por eso tampoco teme echar el resto. Un disco que no ha envejecido, al contrario. Son diez canciones que empiezan por mi favorita, «Lobo López», una triste canción de amor, con una letra inmensa y versos como «Tengo que decirle que la echo de menos, lo he dejado todo, por no hacerle daño, soy un lobo bueno». Recientemente, Kiko Veneno confesó que era una canción autobiográfica, como todo el disco, dedicada a su mujer. Lo dicho, difícil elección pero la mejor canción del disco.
Le sigue «El mensajero», una alegre canción, de ritmo caprichoso, para dar paso al hit: «Echo de menos». Esta canción fue catapultando al disco, pero con los años no ha quedado como el gran referente del mismo, en nuestra opinión, ya que son más recordadas otras canciones. «Superhéroes de barrio» es otra canción animada donde Kiko repasa ídolos, de cantantes y artistas a toreros. Vuelve la intimidad con la delicada «Me siento en la cama» y sigue la festiva y explícita «Fuego», con resonancias brasileñas. A «Salta la rana» le sigue otro de los grandes temas del disco: «Joselito». Esta canción está basada en las vivencias de un cliente que Kiko tenía en un bar de su propiedad en los ochenta. Sin duda, es una de las mejores y más recordadas del disco, tanto por la música como por la letra. «Reír y llorar» nos remite de nuevo a «Lobo López». Pero Kiko Veneno se guarda un cartucho muy importante para el final, «En un Mercedes blanco», una canción que va in crescendo, muy rumber.
Kiko Veneno se convirtió en un superventas, pero su estrella no duró mucho. Le siguió un disco muy bueno, «Está muy bien eso de cariño» (1995), para ir haciendo discos buenos o correctos como «Punta Paloma» (1997) o «La familia pollo» (2000). Después, desapareció de la industria, demostrando su independencia y confirmando su capacidad, y valentía para no casarse con nadie. Sus vueltas han sido muy celebradas, «El hombre invisible» (2005) y especialmente «Dice la gente» (2010). Además, no ha dejado de colaborar con otros grupos y artistas, en proyectos paralelos. Eso sí, no esperéis ver a Kiko Veneno en las emisoras y televisiones, si aparece es ya por un valor nostálgico, y por la reedición de «Échate un cantecito». Con este disco, Kiko consiguió una legión de admiradores muy fiel. Diréis que nos puede la melancolía. Pues un poco sí, pero escuchar «Échate un cantecito» viene siempre muy bien para seguir creyendo en otros caminos y vías, como le pasó al propio Kiko, y disfrutar de muy buena música.