Tras la triste desaparición en 2013 de su batería Jon Brookes a causa de un tumor cerebral, la veterana y sólida formación de Manchester regresa después de cinco años de silencio. Supervivientes de la efervescente escena madchester que en los noventa agitó el sonido de las islas antes de ser deglutidos por los éxitos del britpop, su carrera parecía declinar en sus tres últimos trabajos cuyos resultados no fueron demasiado favorables entre el público ni la crítica. El fallecimiento de Jon Brookes unido a la experiencia en solitario de su vocalista Tim Burgess (quien debería explicar el porqué de sus peinados, que diría Sr. Chinarro) tampoco deben haber ayudado a la elaboración de este decimosegundo disco que se presenta teñido de un calmado vitalismo (lejos quedan los locos noventa que les vieron nacer) en respuesta a las duras experiencias que lo han precedido. En la línea de sus trabajos de la última década parecen recuperar en ciertos pasajes el sonido de sus canciones más coloristas acercándose a la vertiente pop que últimamente habían ejercitado con menor acierto.
Para sustituir a Brookes han optado por utilizar hasta cuatro bateristas diferentes, con especial relevancia para Pete Salisbury (The Verve) y Stephen Morris (New Order). Los omnipresentes teclados de Tony Rogers así como el protagonismo del bajo de Martin Blunt acompañando a las guitarras de Mark Collins persisten en un sonido eminentemente brit a pesar de que las referencias a la música negra e incluso al disco y los sonidos setenteros también tienen su protagonismo.
La percusión digital abre el disco y da paso al arranque de la banda al completo en la balada de sonido clásico Talking In Tones antes del medio tiempo So Oh que recuerda con suavidad a sus tiempos del ‘baggy’. Come Home Baby es una de las mejores canciones; el funky del inicio da paso al inconfudible estribillo antes de ser cerrado por unos preciosos coros gospel. El sonido negro cercano al disco también protagoniza Keep Enough, los ecos de The Animals se apoderan del bajo y los teclados en The Tall Grass. La batería se acelera para acompañar a la guitarra en Emilie cuyo brillante estribillo es digno de sus mejores años. El aroma funk no levanta la más floja Let The Good Times Never Ending que da paso a I Need You To Know, de eléctrica y retumbante atmósfera para una de las letras más significativas del disco. Restos de indie en la brillante base guitarrera de Lean In antes de otro liviano baggy sostenido por bajo y teclados en Trouble Understanding; la más ambiental Lot To Say también se deja guiar por el bajo hasta cerrar el disco.
Saludado por la crítica como su mejor trabajo de la última década (lo cual tampoco tiene excesivo mérito) y cuando su declive parecía irremediable, The Charlatans recuperan en parte el característico sonido de sus mejores discos, aquellos que en los 90’s y principios de los 00’s contribuyeron a conformar, a la vera de los Stone Roses, una escena musical de la que apenas queda nada y de la que, si no únicos, son los más dignos representantes en activo.