Vamos con uno de los casos al que más ganas tenía para la sección ‘Parecía que…’: Hootie & The Blowfish. Seguramente su nombre no dirá casi nada a la mayoría de los lectores, lógico. El éxito de Hootie & The Blowfish en nuestro país se puede calificar de meramente testimonial, pero en Estados Unidos fueron uno de los grandes fenómenos postgrunge, y es que con su disco de debut, Cracked Rear View (1994) alcanzaron no sólo el 1 en su país sino la friolera de vender más de dieciséis millones de discos. Luego su estrella declinó, casi a la misma velocidad a la que habían llegado, y no son una banda mencionada por nadie como influencia ni nada por el estilo, nadie al que yo haya leído, pero estos muchachos de Carolina del Sur bien merecen unas líneas y un recuerdo.
Hootie & The Blowfish fueron un grupo inesperado, una apuesta casi de rebote de Atlantic Records, la poderosa major de Ameth Ertegun. Y es que, para 1994, los Hootie & The Blowfish llevaban de carrera casi una década, concretamente desde 1986. La banda no es que transmitiese gran cosa, la verdad es que su imagen no era nada cool, y menos para lo que se estilaba en aquella época. Recuerdo que precisamente en un artículo dedicado a Ertegun, Diego A. Manrique los calificaba de ‘anodinos’, y no era un adjetivo que les fuese mal. La banda se había formado en la Universidad de South Carolina y no habían destacado mucho, más allá de tocar en circuitos locales y grabar algunas demos. Poco que añadir a un grupo que contaba con un cantante y cabeza visible como Darius Rucker, el único integrante de color y con una voz poderosa, junto a Mark Bryan a la guitarra, Dean Felder al bajo y, desde 1989, Jim Sonefeld a la batería, y todos ellos ya casi estaban en la treintena cuando les llegó el éxito. ¿Cómo llegaron a convertirse en uno de los fenómenos mainstream de la década de los 90?, pues uno de esos misterios que existen. Que no tenían mucho carisma es un hecho, pero también es cierto que Cracker Rear View funcionaba muy bien, especialmente en esas audiencias norteamericanas derivadas al denominado AOR (Adult Oriented Rock).
En el disco había una colección de temas que se basaban en el Rock de raíces, en sonidos sureños, con las guitarras muy presentes, y la voz de Rucker como elemento más característico. Canciones cuidadas, con gusto, entre las que destacaban ‘Only Wanna Be With You’, ‘Hannah Jane’, ‘Hold My Hand’ (con David Crosby), ‘Let Her Cry’, la muy sureña ‘Running From An Angel’, ‘Drowning’…Una coleccion de singles que les aupó a lo más alto en Estados Unidos, como hemos señalado, en Canadá…y prácticamente para de contar, y es que en aquellos momentos era mucho más complicado exportar estos sonidos típicamente norteamericanos.
En 1996, y a rebufo del espectacular éxito conseguido con su debut, con el que se habían convertido en una alternativa al Grunge, llegó su segundo disco titulado Fairweather Johnson y claro, no funcionó. A pesar de seguir con las constantes de su primer trabajo, poco había que destacar, e incluso los de Pitchfork, tan acostumbrados a hacer listas, lo incluyeron como uno de los diez discos que habían hundido la carrera de una banda o artista en los 90, junto a otros trabajos de Candlebox, Blind Melon, Spin Doctors o The Stone Roses. Y razón no les falta, y aunque llegó de nuevo al número 1, apenas se quedó en tres millones de discos, y eso que a mí me gustaba ‘Old Man And Me’
Desde aquí, el hundimiento definitivo. En 1998, tercer disco con mucha menor repercusión, Musical Chairs, y la banda que comienza a no verlo claro y a contemplar otras alternativas en solitario, especialmente Rucker que tirará en el futuro hacia el Country. Tardarían cinco años en volver a grabar con un disco homónimo y una de las portadas más feas que recuerdo, contando en la producción con Don Was, pero ni por esas. Y tras el recopilatorio de rigor en 2004, en 2005 su último trabajo hasta la fecha, otro intrascendente Looking for Lucky. Desde entonces, sus miembros han ido cada uno por su lado, con Rucker como integrante más destacado, y su última reunión se produjo en los programas de despedida de David Letterman, y poco más. Aunque si visitas su página web puedes observar cómo llevan a cabo una intensa labor humanitaria, musicalmente se quedaron en ese debut de 1994, uno de los más sonados de los noventa, y una de las carreras que llegó más alto de golpe y cayó también a gran velocidad. No sabemos si es que en esa ocasión tuvieron la suerta de cara o si fueron malas decisiones para su siguiente disco, pero lo cierto es que llegaron muy arriba.