Menhir, Logroño (La Rioja), 28 de noviembre de 2015
Viernes, 10 de septiembre de 2004. Javier Castro y yo nos acercamos a Vitoria a la tercera edición del Azkena. Es un festival muy joven y diferente, dentro de todo lo que supone el boom festivalero de esos años, al calor de la demanda del público y de las subvenciones y ayudas de las Administraciones. Y es que todo el mundo quiere tener su festival, es lo ‘cool’. El Azkena es un festival peculiar, centrado en el Rock & Roll, y ese sello no va a desaparecer. Azkena en su tercera edición ya es un festival de dimensiones medio-grandes. Nosotros vamos a ver a Ryan Adams, en aquel momento el máximo exponente del ‘Americana’, una estrella que no para de publicar discos. También hay ganas de ver a grupos como Fun Lovin’ Criminals o Urge Overkill, y observamos que están los supervivientes de MC5 que giran con el nombre de DKT/MC5, apoyados en una serie de cantantes de nivel. Tenemos apuntado a Mark Lanegan, del que nos ha gustado bastante su disco de 2004 Bubblegum. La cosa promete y la ciudad parece muy dispuesta a acoger a los visitantes, se observa mientras vamos a comer a gente con camisetas, entonces todavía no había hipsters y lo que más se veía era gente vestida de negro, con mucha actitud eso sí. Decidimos ir pronto al recinto de Mendizabala, allí pegaba un sol que luego a la noche echaríamos de menos. El recinto imponía y estaba lleno de puestos de venta de discos, camisetas y merchandaising de los grupos y demás. Eran otros tiempos, aquello no se había convertido en una exhibición de marcas, algunas de las cuales nunca habrían imaginado que estarían en un festival de música, como hemos podido ver en Bilbao, Lisboa o en el propio Azkena. La música era lo esencial y el concepto festivalero se comenzaba a institucionalizar. En un festival, si estás a primera hora de la tarde, la cosa es complicada. Mucha gente todavía no ha llegado, esperan al cabeza de cartel de turno, y los que están por allí se acercan con más curiosidad que otra cosa, porque la mayoría no te conoce o directamente pasa. Nosotros siempre hemos pensado que esos momentos son buenos para nuevos descubrimientos. Así que allí estábamos, con unos pocos cientos de personas viendo a un dúo folk en formato acústico compuesto por Steacy Earle y Mark Stuart, la primera hija de Steve Earle, de los que nunca más supimos. Y luego le llegó el turno a Mother Superior, que tenían algo más de cartel, por lo menos nos sonaban.
Y en el escenario grande de Azkena, a las 18 horas, más o menos, apareció Josh Rouse con cinco músicos más, entonces se presentó como Josh Rouse Band, y aquello fue un golpe en la cara. De Josh Rouse sí que habíamos leído algo, sonaba en esas listas del ‘Americana’ creciendo, aunque ni mucho menos era algo masivo, podríamos decir que era un segunda línea. No lo sabíamos entonces, pero Josh ya contaba con una amplia discografía de cuatro trabajos en los que había evolucionado de un sonido más Folk y con retazos del Country de Dressed Up Nebraska (1998) y Home (2000) hasta lugares más cercanos al Pop luminoso y al Soul, sin perder de vista los orígenes, en el maravilloso Under Cold Blue Stars (2002) y, especialmente, el tremendísimo 1972 (2003), que es el que le llevaba a Azkena, pero eso no lo sabíamos tampoco entonces. Rouse y su banda se salieron y recuerdo como si fuese ayer esa hora de concierto, la sensación de escuchar por primera vez ‘Love Vibration’ y canciones que no conocíamos. Rouse fue lo mejor de ese día, recordado por la lamentable actuación de Ryan Adams, por el estaticismo de Lanegan y por la contundencia de Fun Lovin’ Criminals y de DKT/MC5. Mientras avanzaba la jornada, Josh paseaba por el recinto y la gente le saludaba, no era el tiempo todavía de los móviles con cámara de fotos, y nosotros nos arrepentimos siempre de no habernos acercado a decirle algo. Los puestos de venta de discos despacharon todo lo que tenían de Josh Rouse, tal fue la calidad de lo que ofreció. Nos fuimos con el convencimiento de que Josh Rouse sería muy grande porque tenía canciones impresionantes y comenzamos en los meses siguientes a hacernos con sus discos.
28 de noviembre de 2015, Josh Rouse actúa a las 22:30 en el Menhir de Logroño. Este local es uno de los más importantes de la ciudad y programan conciertos pero no es un sitio muy grande. Más de una década después, nos reencontramos con Josh Rouse en directo, tras todo este tiempo sin haber coincidido. Rouse no ha llegado a ser la gran estrella que prometía en aquella tarde vitoriana de 2004, pero creemos que es porque tampoco lo ha querido, que ha trazado su camino de esta forma y ha elegido un destino alejado de determinados focos. En 2005, Rouse publicó otra de las cimas de su carrera, el más acústico y melancólico Nashville. Por aquellos años, Rouse se vino a vivir a España, concretamente a Altea, con su novia Paz Suay, y en tierras levantinas se asentó. En 2006 llegaría el menor Subtítulo, que ya recogía esas influencias mediterráneas, y en 2007 recuperaba tonos anteriores con el notable Country Mouse, City House. Rouse era muy valorado por la crítica nacional, a lo que se unía el hecho de residir en España. Hasta 2010 no publicó un nuevo disco, en este caso erró con el camino, un disco cantado en español con influencias de ritmos latinoamericanos que no encajaban bien con la propuesta de Josh, El Turista se llamó. En 2011 intentó aunar sus dos tendencias con Josh Rouse and The Long Vacations. Pero en 2013 recuperó su inspiración con otra de sus obras más destacadas, The Happiness Waltz, que tendría su sucesión en 2015 con The Embers of Time, un disco notable también. Entremedias, Josh ganó el Goya con un tema en la película La Gran Familia Española de Daniel Sánchez Arévalo.
En el Menhir estábamos unas pocas decenas de personas para ver a Josh Rouse en un formato acústico, acompañado por Chema Fuertes a la guitarra y a la percusión. Rouse, con su guitarra y su armónica, ofreció un concierto elegante, ilusionante y cercano, y con esas canciones tan redondas. Rouse, que intercambiaba en sus comunicaciones con el público el inglés y el castellano, se basó en gran medida en 1972, The Happiness Waltz y The Embers of Time. Del primero cayeron ‘1972’, ‘Sunshine (Come on Lady)’, ‘James’ y ‘Comeback (Light Therapy)’. Del segundo tiró de temas tan fantásticos como ‘Julie (Come Out of the Rain)’, ‘A Lot Like Magic’, ‘It’s Good to Have You’ o ‘The Happines Waltz’. Y de su última entrega destacaron ‘New Young’, ‘Some Day I’m Golden All Night’, ‘JR Worried Blues’, ‘Crystal Falls’ o ‘You Walked Through The Door’. Hubo espacio también para ‘Quiet Town’ de Subtítulo, canción que desde hace años sirve de cabecera para una sección de las 7:40 horas del programa ‘Hoy por Hoy’ de la Cadena SER de Pepa Bueno, y también para dos grandísimas canciones de Nashville como ‘It’s the Nightime’ y ‘Winter in the Hamptons’. Desde el público se pidió de ese mismo disco la bellísima ‘Sad Eyes’ y Josh, entre tímido y guasón, dijo casi para sí que la odiaba. El público estaba impactado por su propuesta y sus canciones, una chica de nuestra edad a nuestro lado disfrutaba del concierto, mientras sus amigas en la barra habían sido arrastradas al mismo, pero no importaba. El final no podía ser otro que ese fantástico y aclamado ‘Love Vibration’, que Rouse y Fuertes interpretaron en el centro del bar, con la gente alrededor, mientras repetíamos su estribillo: ‘you people all know what he’s talkin’ about’.
El concierto fue corto, lo esperado, pero se hizo todavía más si cabe porque no queríamos que aquello acabase, a Rouse le sobran grandes canciones. Me tuve que ir a casa inmediatamente, caminando por las calles ya vacías y frías de la ciudad, reflexionando sobre el paso del tiempo, pensando en esos once años que separaban aquella vez en Azkena de esa noche en el Menhir. Pensando en Josh Rouse, en un tipo que eligió un camino más sencillo y honesto, un tipo que ha seguido haciendo grandísimas canciones, que no han alcanzado seguramente el reconocimiento debido y merecido, pero que él transmite que es suficiente. Caminando por las calles de mi ciudad, como once años atrás de vuelta a Logroño desde Vitoria, no podía dejar de tararear ‘you people all know what he’s talkin’ about’. Mil gracias Josh por estas canciones que no dejan de acompañarnos siempre.