En estas andábamos cuando, de repente, se produjo la noticia de que Soundgarden publicaba un disco nuevo, el primero desde el, en mi opinión, injustamente infravalorado Down on the Upside (1996). Soundgarden fueron el grupo más duro de los cuatro que alcanzaron mayor protagonismo del «grunge». Deudores de Black Sabbath en sus inicios, supieron evolucionar hacia grandes largos como Badmotorfinger (1991) y su gran éxito mainstream Superunknown (1994). Sí, eran los años en los que Nirvana, Pearl Jam, Alice In Chains y los propios Soundgarden conformaban la vanguardia de una escena que amenazaba con cambiar las reglas del juego musical pero que acabó fagotizada por la misma, siendo el último gran movimiento global del rock. Soundgarden fueron víctimas de ese proceso y de las rencillas internas. Tras Down on the Upside Chris Cornell, Kim Thayil, Ben Sepherd y Matt Cameron siguieron cada uno por su lado. Mientras Thayil y Sepherd desaparecían del mapa y Cameron ingresaba en Pearl Jam en 1998, Cornell formaba Audioslave junto a los integrantes de Rage Against The Machine, exceptuando a Zach De La Rocha. Pero, cuando este exitoso grupo se finiquitó, Cornell estuvo a punto de dilapidar su prestigio con un disco en solitario titulado Scream (2009), que no era el primero, pero que fue un despropósito con una variada producción de gente como Timbaland o Justin Timberlake. Como ejemplo, este incalificable «Part Of Me» (¡¿en qué estaba pensando este hombre?!).
En 2010, Soundgarden volvió a reunirse para dar una serie de conciertos. Viendo la deriva de la carrera de sus miembros, exceptuando Cameron, un nuevo disco no iba a tardar. Y nos llega este King Animal que no hay que valorar con la perspectiva del tiempo, aunque se haga difícil. De hecho, ha habido críticas para todos los gustos, aunque ninguna destacada. El disco cuenta con las constantes vitales de Soundgarden: la punzante guitara de Thayil, la poderosa sección rítmica de Cameron y Sepherd, y los agudos de Cornell, aunque alejados de la vitalidad de antaño, cosas de la edad, obviamente.
El disco se deja llevar, pero tampoco acaba de levantar. No hay ninguna canción sobresaliente, aunque algunas superan el notable. El comienzo es interesante, con tres trallazos como «Been Away Too Long», «Non-State Actor» (la mejor de todas) y «By Croocked Steps». A partir de aquí, la irregularidad es la tónica, decayendo el disco especialmente los medios tiempos, con canciones como «A Thousand Days Before», «Rowing» o «Blood On The Valley Floor». Del resto, superan el nivel «Atrittion», «Worse Dreams» o «Eyelid’s Mouth». Y, otras como «Bones Of Birds», apuntan potencial pero no despuntan. En definitiva, en estos tiempos, es una buena noticia que vuelvan Soundgarden, aunque sólo sea como un acto de justicia poética con el pasado de una de las bandas referenciales de los 90. Si, además, contribuye para apartar a Cornell del camino de Timbaland y compañía, pues se da por bueno también. Eso sí, que Cameron siga en Pearl Jam.