Con el explícito título Your Favorite Band is Killing Me: What Pop Music Rivalries Reveal About the Meaning of Life (Tu banda favorita me está matando: lo que las rivalidades de la música Pop revelan sobre el significado de la vida), Steven Hyden plantea un interesante y divertido libro que analiza algunas de las confrontaciones más interesantes de la música popular, algunas muy reales y otras más impostadas. Hyden es periodista y también ha escrito para medios como Rolling Stone o Pitchfork. Es otro «enfermo» de todo lo que rodea de la música y profundiza en algunas de esas relaciones dicotómicas, yendo más allá, analizando en relación al contexto y a otras figuras políticas, literarias, cinematográficas. Y, obviamente, también aprovecha para contarnos parte de su historia ligada a esos recuerdos musicales y lo que significaron cada una de ellas en su momento y para el autor, todo ello muy centrado en el ámbito norteamericano. También es interesante ver cómo en algunos casos va cambiando su perspectiva, que es algo que nos ha pasado a todos y todas. Hay que decir que algunas de las confrontaciones que nos cuenta Hyden están más logradas que otras, y en otras se nota más forzada la situación pero, en las primeras, alcanza una nota alta.
El primer capítulo lo dedica a la «madre de todas las confrontaciones» con permiso de alguna otra, y los que somos de estas generaciones lo vivimos como fue Oasis vs. Blur. Es uno de los capítulos más logrados y divertidos, y no nos olvidemos que en aquellos 90 lo de Oasis y Blur llegó a cotas muy elevadas (cómo olvidar cuando Noel Gallagher deseó que Damon Albarn y Alex Jame cogiesen el SIDA y se muriesen). La guerra entre Oasis y Blur tuvo también mucho impacto mediático, obviamente, y las compañías discográficas hicieron también su agosto. La mayoría íbamos con Oasis, pero con el tiempo, tendríamos que matizar muchas cuestiones, como lo realiza Hyden en su libro.
En algunas de estas confrontaciones la inquina está muy presente, recientemente hemos asistido a la guerra entre Jack White y Dan Auerbach, que alcanzó cotas muy desagradables por cierto, con Jack White acusando a The Black Keys de todo. También es ilustrativo el capítulo que le dedica al conflicto entre Roger Waters y el resto de Pink Floyd, donde Waters no queda nada bien por cierto. Y no podía faltar tampoco el que hace referencia a Tupac Shakur y Notorious Big, que acabaron los dos tiroteados, una historia donde Hyden trata de lanzar algunas luces. La cuestión política aparece claramente y explícita a raíz de la controversia ocurrida con las Dixie Chics, cuando criticaron a George W. Bush (y la que les cayó encima), y la respuesta de Toby Keith, realizando Hyden una interesante aproximación sociológica de su país.
Y para los amantes de los comienzos de los 90 no podía faltar la supuesta mala relación entre Nirvana y Pearl Jam. Hyden lo cuenta muy bien, Pearl Jam eran señalados como un reverso comercial del Grunge, y eso generó algunas declaraciones no muy halagüeñas de Kurt Cobain. Hyden analiza esa relación, que tampoco era «a muerte» pero no idílica como trataba de reflejar el documental Pearl Jam Twenty (2011), aunque queda en el lado de Cobain la responsabilidad de ese supuesto mal rollo. Y también hay espacio para las rivalidad entre Michael Jackson y Prince, aunque tenían trato personal se analiza más en el plano artístico, o la también supuesta entre The Beatles y The Rolling Stones. El resto de los capítulos profundizan en numerosos artistas y bandas muy conocidas, además de algún capítulo que se cuela por ahí donde se hace referencia a esos momentos en los que se llegaron a las manos, o casi. Y no podían faltar tampoco gente como Kanye West y Taylor Swift, Neil Young y Lynyrd Skynyrd, etc., pero eso lo dejamos para el libro.
Hyden trata de llevar estas rivalidades a otros lugares, extrapolando su significado y lo que implica el tomar partido por una u otra, o lo que quiere decir de ti. Ni que decir tiene que eso es una generalización y, como el propio autor señala, hay una evolución, y hay espacio para discrepar aunque buena parte están bien argumentados. Pero, más allá de ello, hay que reconocer el esfuerzo y el mérito del intento, además de darnos momentos divertidos y jugar de nuevo con la nostalgia.