Estás trabajando en el ordenador, tienes que preparar clases, corregir trabajos, escribir artículos científicos y otra gran cantidad de cosas que no vienen al cuento. Miras de vez en cuando las revistas digitales para ver si hay novedades, y tienes algunos artistas y bandas a los que te diriges directamente a su web. En una de esas, me voy a la de Drive-By Truckers y pone que ¡sacan disco nuevo el 30 de septiembre y estamos a 29! No tardo nada en comprarlo, y en breve tendremos su reseña. American Band es el nuevo disco de los Athens (Georgia), que llega después del irregular English Oceans (2014), uno de los momentos menos logrados de la banda, y con el que han alcanzado grandes críticas en sus primeras semanas. Su nuevo disco nos lleva a reflexionar sobre la misma, partiendo de la premisa que planteaba brillantemente Esteban Hernández en El fin de la clase media (EnClave Editorial, 2014), donde establecía un paralelismo sobre la situación de Drive-By Truckers y el declive de las clases medias, ya que las clases medias vendrían a vivir situaciones como la de esta banda que parece haberse quedado a medio camino de lo que podría haber llegado. Y no, no estamos cuestionando la calidad de Drive-By Truckers, son muy buenos y unos de los grandes exponentes del Southern Rock, del Country Alternativo y de todo lo que se ha llamado como ‘Americana’.
¿Por qué no han llegado Drive-By Truckers más alto?, bueno, eso podremos teorizarlo más adelante, pero vaya por delante que hablamos de una banda que tiene dos décadas de carrera y once discos de estudio, además de haber vivido numerosos cambios de formación. Los dos que se mantienen en la misma son Patterson Hood y Mike Cooley, fundadores, principales compositores y cabezas visibles de un proyecto que ha contado con la presencia de Jason Isbell de 2001 a 2007 y que vivió la salida traumática de la bajista de 2003 a 2011 Shona Tucker, que estaba casada con Isbell hasta que éste dejó la banda. También pasó por la misma el mítico organista Spooner Oldham en dos breves períodos (2003 y 2007-2008). El otro integrante que ha pasado más tiempo en el grupo ha sido el guitarrista John Neff, diez años en diferentes periodos. Como podemos ver, la vida de Drive-By Truckers ha sido un ir y venir de gente, faltan unos cuantos, pero el grupo no ha parado con Hood y Cooley marcando una gran regularidad, además de dotarle a sus letras de una interesante narrativa.
Drive-By Truckers sí que estaban en el lugar y en el momento adecuado. El ‘Americana’ comenzaba a hacerse un hueco, Wilco iban creciendo a la par que salían unos Whiskeytown desatados. Sus tres primeros discos pasaron más desapercibidos pero en 2001 llega el primer punto de inflexión de la banda con Southern Rock Opera, un disco doble ambicioso que iba a ponerlos en el mapa. Ya en New West, llegaría Isbell a la banda y Decoration Day (2003), que les daría todavía mejores críticas, además de confirmarse su apuesta por las características ilustraciones de Wes Freed que parecían reflejar ese sur profundo al que remitían sus canciones. Era la eclosión del ‘Americana’ y estaban en la primera línea de las críticas que todavía serían mejores con otra cima de su carrera, el celebradísimo The Dirty South (2004), un nuevo tratado sobre el Sur de Estados Unidos, donde ya estaba Tucker que aportaría también su deliciosa voz como otra seña de identidad de Drive-By Truckers. Sonaban con esas guitarras que construían un muro, junto con el pedal steel, órganos, la voz personal de Hood y también referencias a Tom Petty & The Heartbreakers más auténticos. También había toques de Young, de los Allman Brothers y, por supuesto, The Band (ahí queda esa referencia explícita con la canción compuesta por Isbell ‘Danko/Manuel’), etc., pero sin dejar su sello personal. Como decíamos, en el lugar y el momento adecuados.
Pero la banda no consiguió dar un salto hacia adelante, o no lograron la suficiente atención. De hecho, su obra maestra para mí, el imbatible y extenso (diecinueve canciones) Brighter Than Creation’s Dark de 2008 (impresionante título por cierto), ya sin Isbell, fue su mayor éxito hasta la fecha pero el ‘Americana’ estaba dejando paso a una derivación de los sonidos de raíces que se personificarían en gente como Fleet Foxes o Band Of Horses. Sin embargo, los de Georgia habían entregado un disco difícil, con más toques Country que los anteriores, pero también repleto de grandes canciones. Y un disco que, en su conjunto, funcionaba de maravilla, con Oldham y Neft en la banda. Puede que no les ayudase el hecho de no contar con algo parecido a un hit, aunque eso también les ha pasado a los propios Wilco o a The National, o puede que se les identificase demasiado con un estilo musical, o que también se les haya podido acusar de una cierta linealidad en su propuesta, aunque este sería el argumento más débil en mi opinión.
Pero Drive-By Truckers siguieron a lo suyo, publicaron dos buenos discos ya en ATO, The Big To-Do (2010) y Go-Go Boats (2011) que les dieron interesantes posiciones en las listas de ventas para lo que era la banda, además de cosechar buenas críticas aunque no a la altura de las anteriores. En 2011 también llegó el recopilatorio de turno y no hubo disco hasta el English Oceans (2014) que, sin ser un mal disco, parecía mostrar un cierto agotamiento de la fórmula. Allí es donde acierta, una vez más, Esteban Hernández que en El fin de la clase media entrevista a Hood y, sus reflexiones y vicisitudes, a pesar de ser una banda de cierto éxito, no se alejan mucho de las de las de muchas personas de ese estrato social que sienten que no han llegado a una especie de destino señalado en función de sus esfuerzos y sacrificios. Drive-By Truckers podían haber alcanzado otra posición pero se han quedado en una especie de tierra de nadie. No importa, siguen haciendo música honesta y maravillosa con esas guitarras que no te abandonan. Su nuevo disco, American Band es una vuelta por todo lo alto que repasaremos en profundidad, un trabajo muy político que aborda las contradicciones de la sociedad norteamericana. Yo no puedo dejar de escucharlo.