Ryan Adams acada de publicar un nuevo disco, el decimosexto, casi nada. Ya sabéis que Ryan Adams es uno de nuestros favoritos y que nunca lo hemos ocultado. Su nuevo disco venía precedido de aquel experimento de 1984 (2015) en el que reproducía en su estilo el mismo disco de Taylor Swift. Y sí, aquello le levantó a partes iguales tanto valoraciones positivas como críticas descarnadas. Prisoner se enmarcaría en la línea de los discos de ‘divorcio’ o rupturas sentimentales de los que son ejemplos destacados Blood on the Tracks (1975) de Bob Dylan o Tunnel of Love (1987), aunque nuestro favorito es The Beast in Its Tracks (2013), el desgarrador y terapéutico trabajo de Josh Ritter. Curioso el camino recorrido por Ryan Adams y es que ha recorrido el camino de Dylan a Springsteen, especialmente en sus dos últimos discos, aunque sin dejar de tener su personalidad, aunque esa portada es muy dylaniana (¿Self Portrait?). Y en su sonido también aparecen ecos de The War on Drugs de Adam Granduciel, especialmente en algunos temas, lo que le da ta también un toque ochentero del que Adams también ha hecho gala en otros trabajos. Prisoner es un buen trabajo, que gana con las escuchas, pero que no estará entre los mejores de Ryan Adams, lastrado en algunos momentos por una cierta homogeneidad, pero que también tiene canciones interesantes.
Por ejemplo el comienzo con ‘Do You Still Love Me?’, con ese órgano sugerente del inicio, épico y nostálgico, con esas guitarras, un tema de los pocos que se salen del patrón de los medios tiempos. En ese terreno está ‘Prisoner’, una canción que no me acaba de convencer, muy melancólico, y en el que le sale una armónica muy springsteeniana. Muy de los ochenta es ‘Doomsday’, con guitarras crepusculares y de nuevo tirando de la armónica. ‘Haunted House’ tampoco le acaba de funcionar, tiene un punto más ‘perezoso’, aunque la letra apunta maneras. ‘Shiver and Shake’ levanta el nivel y es uno de los mejores temas del disco, en una dialéctica entre la intensidad y la contención. Y en ‘To Be With You’ encontramos un acercamiento al Ryan Adams más ‘clásico’, con esa preeminencia de la acústica.
Lástima que en ‘Anything I Say To You Know’ vaya más a asegurar, es una canción que se queda a medias, mientras que la muy ochentera ‘Breakdown’ va ganando con las escuchas y es un poco el retorno al inicio del disco. Lo mismo ocurre con ‘Outbond Train’, una canción que a mí me suena a los ya mencionados The War on Drugs, con las texturas que crea con las guitarras. En el final del disco Adams hará más aproximaciones a ese estilo, con su sello, y le quedarán bien, por ejemplo el medio tiempo ‘Broken Anyway’ que crece en intensidad. ‘Tightrope’ está en la línea de Springsteen, acústico y desnudo en buena parte de su desarrollo, incorpora al final un saxofón que nos recuerda a las canciones más intimistas del de New Jersey. Y el final es para la otra gran joya del disco, y ahí no me cabe duda de la influencia de The War on Drugs, con la sobresaliente ‘We Dissapear’.
Como decíamos al inicio de esta reseña, Prisoner no está entre las obras maestras de Ryan Adams, que tiene unas cuantas, pero es un disco que gana con las escuchas y que nos muestra su evolución, lo que ha ganado y perdido por el camino, aunque con su personalidad. El riesgo que tiene, como le ha ocurrido en otros momentos de su carrera, es que se acomode, esperemos que no.