Ryan Adams es una de esas figuras de la música norteamericana que, con el tiempo, se han convertido en difíciles de clasificar. Admirado y odiado, brillante e irregular, en definitiva, único. Y eso que nosotros tuvimos la oportunidad de ver la peor cara de Ryan Adams en el Azkena de 2004, en una actuación bochornosa que pasará a la historia del festival como uno de sus grandes pinchazos. Sin embargo, su discografía encierra bastantes más buenos momentos que malos. Ya en la segunda mitad de la década de 1990, Ryan Adams logró una cierta notoriedad con su grupo Whiskeytown. Situándose en la vanguardia de lo que todavía no se denominaba «americana», junto a The Jayhawks y Uncle Tupelo, desde donde Jeff Tweddy fundó Wilco en ese periodo, en 2000 publicaba su debut en solitario: «Heartbreaker», un muy buen disco, en la línea del country-rock. Pero el gran espaldarazo llegó con «Gold» (2001) y por un hecho circunstancial: el vídeo de su single «New York, New York» fue grabado el 7 de septiembre de 2001, y como se puede observar en el vídeo, con todo el skyline de Nueva York de fondo.
«Gold» es un gran buen disco que encardina a Ryan Adams como máximo representante del llamado «americana», que no es otra cosa que la mezcla del rock, el country y el folk americano. Es decir, algo que gente como el propio Neil Young, entre otros muchos, ya había realizado. El bueno de Ryan no baja el ritmo y de 2002 a 2004 publica un disco cada año, en general buenos y con algunas grandes canciones (entre ellas, mi favorita, «Anybody wanna take me home»). Y en 2005 se destapa con ¡tres discos!, con un estilo en la línea de Gram Parsons, y con una voz que va ganando intensidad. Con los años, creo que mi favorito de los tres es «Cold Roses», aunque me gustó mucho en su día «29». Desde entonces, la carrera de Ryan Adams se vuelve más irregular, profundiza en el country-rock con «Easy tiger» (2007) y «Cardinology» (2008), discos pasables. Y realiza experimentos de todo tipo, desde el rap al metal, en Internet, publicando algún disco como «Orion» (2010), donde da rienda suelta a la segunda versión.
Y cuando ya no esperábamos nada, o muy poco, de Ryan Adams, hace unos meses se descuelga con «Ashes & Fire», un buen disco, más que notable, que nos recuerda al Ryan Adams más íntimo de los discos de 2005. Ha sido una de las sorpresas agradables del año, con canciones como «Dirty rain», «Kindness» y, sobre todo, «Invisible Riverside». La crítica se ha rendido al disco, y ya aparece en las listas como uno de los mejores del año, otro tema divertido para tratar. Os dejo con la versión acústica de «Invisible Riverside»: