Acaba de cumplir quince años el tercer disco de The National, el que supuso su despegue comercial y definió el sonido que les encumbraría. Hasta entonces no habían podido abandonar los empleos que compaginaban con su carrera musical y el éxito les oponía una dura resistencia. Se cuentan diferentes anécdotas sobre conciertos semivacíos e incluso veladas compartidas en las que el público se dispersaba cuando tocaban ellos, y lo cierto es que su propuesta nunca ha sido de fácil digestión y tuvieron que recorrer un largo camino hasta lograr el favor del público. La crítica también comenzó a reconocer sus méritos a partir de este «Alligator», que ya apareció en diversas listas de lo mejor del 2005 e incluso en el puesto 40 entre los mejores discos de la década para Pitchfork.
Recién firmados por Beggars Banquet lo lanzarían en abril y el salto de calidad con respecto al anterior «Sad Songs For Dirty Lovers» sería muy apreciable. A pesar de no abandonar la composición y el sonido clásicos de un quinteto como ellos, comenzaron a introducir aportes de vientos y metales (aún en pequeña medida) que contribuyeron a ampliar sus posibilidades. La contundencia rítmica de los hermanos Devendorf junto a la maestría a las guitarras de los gemelos Dessner brillarían como nunca hasta entonces, y la voz de Matt Berninger continuaría construyendo un espacio propio que nadie discute hoy día. Las riendas de la producción las cederían a Paul Mahajan junto a su antiguo y más habitual colaborador Peter Katis, que les acompañaría hasta «High Violet», y con quien perfilarían las primeras señas de una identidad marcada por el protagonismo del ritmo y las texturas además de la personalidad de su vocalista y letrista principal.
Secret Meeting es el primer corte, profundo en guitarras y voz y con un piano en segundo plano que gana protagonismo en una Karen más cálida y melódica pero en que la sección rítmica empieza a alzarse. Dominada por los tambores Lit Up acelera y endurece la tónica inicial, después llegan Looking For Astronauts, algo extraña pero funciona, y la relajada Daughters Of The Soho Riot que puede parecer lineal pero tiene atractivo melódico. Baby We’ll Be Fine también funciona a base de texturas de guitarras y ritmo y en Friend Of Mine recuperan la contundencia desde la sección rítmica.
Con baja intensidad de inicio, Val Jester introduce una sección de cuerdas, y All The Wine lo abren las guitarras para ir ganando ritmo hasta romper en el estribillo. Y para el final guardaban lo mejor: una Abel sin concesiones en la que Berninger se rompe como nunca, los vientos y cuerdas que engrandecen The Geese Of Beverly Road y la intensidad creciente hasta el final de City Middle. Por último el hit Mr. November (célebre por su utilización en la campaña de Barack Obama de 2008) a base de guitarrazos, ritmo desatado y voz desgarrada.
Un peldaño básico, el más rabioso y vigoroso de su discografía, que les alzó hasta un nivel en el que ya nadie pudo negarles su espacio y que afianzó su evolución en los siguientes cinco trabajos que sin mácula desembocaron, por el momento, en el fantástico «I Am Easy To Find» del año pasado. Un discazo al que muchos llegamos con retraso pero que merece ser más que tenido en cuenta para completar la escala principal de lo que The National han llegado a ser.