Andrés Calamaro vuelve en 2013 con «Bohemio», un disco que ha sido saludado por la crítica con un entusiasmo diríamos que comedido. Tras unos años en los que Calamaro generaba noticias por su vida personal y por su hiperactividad en las redes sociales, y con dos discos eclécticos detrás, «La lengua popular» (2007) y el más controvertido e irregular «On the Rock» (2010), Andrés regresa a la senda musical de los monumentales «Alta Suciedad» (1997) y «Honestidad Brutal» (1999). Claro, estar a la altura de estos dos clásicos del rock en español, dos hitos, especialmente el segundo con toda su carga detrás, es prácticamente imposible. Obviamente, el regreso de Calamaro ha suscitado toda clase de análisis, siendo muy celebrado este camino por los «talibanes del rock», que diría el propio Andrés.
Andrés Calamaro presenta un disco breve, apenas supera los 35 minutos, algo que puede sorprender al fan habitual, acostumbrado a su torrencial producción. Y es un trabajo en el que las letras vuelven a ser autobiográficas, «confesionales» como se señala en críticas, reseñas y entrevistas. «Bohemio» es un disco que precisa de varias escuchas para ir captando matices e interiorizando las letras, algunas muy destacadas, en las que Andrés se vuelve a desnudar. Basado en medios tiempos y con una sensación continua de nostalgia y melancolía, pero también de un cierto romanticismo, son reiteradas las referencias a las ausencias, no hay canciones que destaquen o deslumbren muy por encima del conjunto, como tampoco hay momentos en los que el disco pueda caerse.
El disco comienza con «Belgrano», el notable homenaje a Luis Alberto Spinetta, fallecido en 2012, con una letra de una enorme profundidad. Le sigue «Cuando no estás», primer single del disco, que incide en esa melancolía a la que hacíamos referencia anteriormente. «Tantas veces» suena muy autobiográfica y «Rehenes» posee un estribillo de los clásicos de Calamaro: «Vayamos pintados con sangre de los dos, siempre, siempre». En «Nacidos para correr», otra gran letra, la referencia es «Born to Run», y de nuevo aparece el recuerdo de los ausentes.
Otra canción que nos sitúa en sus clásicos es «Bohemio», donde Calamaro vuelve a ese romanticismo melancólico. «Plástico fino», con guiño a Radio Futura, es un medio tiempo más pausado, acelerándose el tempo del disco en «Inexplicable», más rockera. Autoafirmativa resulta «Dentro de una canción», con otra letra a considerar. Y termina «Bohemio» con la mejor canción el disco en mi opinión, «Doce pasos», un tema sostenido por el sonido de los teclados, que me recuerda incluso a Los Rodríguez, y con letra de Marcelo Scornik.
«Bohemio» es un buen disco, en el que Calamaro se aleja de cumbias, tangos y otros palos, y en el que las letras siguen manteniendo un elevado protagonismo. Más rock, más «Alta Suciedad» y «Honestidad Brutal», los fans más «talibanes» de Calamaro agradecemos esta forma de retornar, aunque respetamos sus anteriores virajes. Calamaro ha vuelto a firmar un disco honesto, imbuido por la nostalgia, la melancolía, el recuerdo y el romanticismo. En fin, Calamaro puro.