Superado el efecto sorpresa que provocó la revolución sonora de ‘Reflektor’, disco para unos incomprendido para otros fallido, sin duda valiente y valioso aunque un peldaño por debajo de sus trabajos anteriores, el sexteto canadiense reincide en su apuesta renovadora y vuelve a transitar por los terrenos de la electrónica. Con una mayor disposición para el baile en sus temas principales, que vienen a ser los que abren el disco, además de una parte central más floja y un final más pausado pero de una lograda belleza, vuelven a salvar los muebles a base de unas cuantas buenas canciones, suficientes para superar con holgura el aprobado y dejar satisfechos a sus numerosos seguidores.
Aparcado el folk-rock poderoso que les granjeó el prestigio y con el que posiblemente se coronaron como la banda independiente más importante surgida en las dos últimas décadas, mantienen viva su tensión inconformista y la dirección que resultó de virar la trayectoria de aquellos primeros discos, y conservan la contundencia y efectividad habitual en unas composiciones tan directas y primarias como de costumbre. Un poco saturados todos por la promoción de su lanzamiento, por otra parte ingeniosa, entregan su disco menos generoso hasta la fecha, con unos más que suficientes nueve temas si excluimos intro e interludios y outros.
Como decía, tras la breve intro, llegan los aires disco de la canción que le da título y que contiene unos festivos y brillantes coros y teclados. Signs Of Life mantiene la línea bailable aumentando el ritmo y la parte electrónica, incluso Win Butler flirtea con el rap, al igual que en la brillante Creature Comfort, puro e intenso calor tecno. A continuación se abre un cuarteto algo menos inspirado que componen las exóticas Peter Pan y Chemistry antes de las dos partes en que se divide Infinite Content. Règine Chassagne también tiene su aportación vocal, en este caso en la bonita pausa de Electric Blue, tímida y sencilla como Good God Damn y su relevante línea de bajo. Aceleran de nuevo el pulso en Put Your Money On Me cuya bella melodía electrónica va ganando en intensidad y emoción hasta acabar y, antes de despedirse a bajas revoluciones, cantan la preciosa e íntima We Don’t Deserve Love con una carga de emoción de la que poco a poco se van desprendiendo.
Muy brillante en algunos momentos y algo flojo en otros, resultado de una fructífera evolución, este ‘Everything Now’ deja un agradable sabor y presagia un arranque de lo más tecnológico y bailongo en sus directos. Ya conocemos las diferentes vertientes del sonido de Arcade Fire y cada cual puede tener su favorita, pero no cabe duda de que todas ellas te acaban ganando a pesar de las posibles reticencias iniciales a una evolución tan concienzuda como la que han llevado hasta hoy y a la que confiamos queden muchos años-discos.