Se anuncia nuevo disco para esta primera mitad de 2017 de los canadienses Arcade Fire y, aprovechando este hecho, recuperamos una sección que tenemos muy abandonada como es la de Discos que nos marcaron. Año 2004, la industria discográfica está iniciando un camino sin retorno que no se detendrá. Internet comienza a ser una realidad muy cotidiana pero nada comparado con lo que vendrá. Son los años de la dispersión de los sonidos del Rock & Roll y de su retirada de la primera plana. El ‘Americana’ ha atrapado a los nostálgicos y las bandas que van surgiendo en esos años no alcanzan la primera plana más allá de las bases de seguidores y los críticos. Wilco son ya un referente pero minoritario, The Strokes no consiguen mantener el nivel de su debut, The White Stripes parecen apuntar más lejos pero no dan un salto, Franz Ferdinand publican un primer disco fantástico pero tampoco, y todavía no han llegado unos chavales de Sheffield para dar un golpe en esa mesa cada vez más reducida que es el Rock & Roll. Sí, por allí están bandas como Foo Fighters, Queens of the Stone Age, etc., que no dejan de dar su impronta. Por lo tanto, cuando aparecen unos tipos desde Montreal (Canadá) haciendo otra cosa suenan todas las alarmas. Porque aquello no sonaba a nada de lo que estaba aconteciendo en aquellos años. Con el uso de instrumentos como el acordeón, violines, etc., y una épica grandilocuencia, Arcade Fire reciben de forma unánime el beneplácito de la crítica, la Pitchfork los encumbra y David Bowie los apadrina. Hay queda eso. Pero, ¿quiénes eran esos Arcade Fire que sorprendían con temas como ‘Neighborhood #3 (Power Out)’:
Encabezados por Win Butler y su esposa Régine Chassagne, junto a su hermano William Butler, el multinstrumentista Richard Reed Parry, el guitarrista y bajista Tim Kingsbury, la violinista Sarah Neufeld y el batería Howard Bilerman, que muy pronto sería sustituido por Jeremy Gaga, Arcade Fire procedían de Canadá, exceptuando los hermanos Butler que procedían de Texas pero que trasladaron a el país vecino donde Win conocería a Chassagne. En 2003 ya tenían un EP autoeditado que llamó la atención y que contaba con una joya como ‘No Cars Go’, que incluirían en el Neon Bible (2007). Con un tono épico y grandilocuente, oscuro y vitalista a la vez, Funeral estaba basado en las pérdidas que habían sufrido los integrantes del grupo en esos años, según recuerdo de las entrevistas y reseñas que salieron en la época. El disco también marcaba una cierta tendencia y unidad que se veía ya en el comienzo de ‘Neighborhood #1 (Tunnels)’, con esa atmósfera que creaba en el tono épico, con esa intensidad y la voz de Win Butler y esas voces del final, junto con un ritmo machacón que volvería en no pocas ocasiones. Pero la continuación todavía crecía más con la muy adictiva ‘Neighborhood #2 (Laika)’, una de las cimas del disco, una canción más ruidosa con una melodía basada en los violinesy con ese acordeón del inicio, fantástico. Y en ‘Une année sans lumière’ bajaban la intensidad pero sólo al comienzo del tema ya que luego regresaban a la grandilocuencia y la épica, que alcanzarían un mayor estatus en ‘Neighborhound #3 (Power Out)’, otro de los momentos fundamentales del debut de los canadienses. En ‘Neighborhound #4 (7 Kettles)’ parecía que, ahora sí, se tomaban un respiro, muy delicada y ambiental, destacando los violines en la segunda parte del tema.
La segunda parte se iniciaba con ‘Crown of Love’, muy clásica en su construcción, con un gran dramatismo en el piano del comienzo, y con la voz de Win Butler infiriendo un cierto lamento. Las cuerdas volvían a dar el toque épico mientras que en el último cuarto de la canción giran el ritmo hacia un plano más discotequero que rompe con el tema. Y llega el tema con mayúsculas de todo el álbum con ‘Wake Up’, integrando todas las características de la banda. Aquí la épica y la grandilocuencia se salen con esa guitarra del inicio, esa batería, incorporando la voz de Chassagne a la mitad del tema para dar paso a otro nuevo quiebro en la canción con un tono más festivo y amable. Los propios U2 elegirían este tema para abrir sus conciertos del Vertigo Tour, pero no creo que a la mayoría de los fans de los irlandeses les impresionase mucho. El final del disco se repartiría entre la diferente y amable ‘Haiti’, interpretada por Chassagne en homenaje a su tierra de origen, con un toque tropical a la manera de Arcade Fire. Luego llegaba otra de sus canciones más recordadas, ‘Rebellion’ (Lies)’, en la que regresan a un ritmo más machacón que tiene sus influencias en el Pop de los ochenta pero sin perder la grandilocuencia. Y terminaban de nuevo con Chassagne tomando el protagonismo en la delicada ‘In the Backseat’.
Así debutaron Arcade Fire, con un disco que sigue vigente, y que se ganaron al público junto con un directo impresionante como pudimos comprobar en Bilbao en 2011. Su punto intelectual y artístico no pasó desapercibido, y se convirtió también en uno de los aspectos más criticados. Un disco sobresaliente, un clásico del que han pasado trece años. Luego llegaría la consolidación con el muy difícil segundo disco pero superado con nota Neon Bible (2007), y el disco homenaje a los orígenes de los Butler The Suburbs (2010), que creció con los años. Su cuarta entrega, que levantó más controversias, Reflektor (2013) era una vuelta de tuerca que funcionaba finalmente. Y nos toca ahora el quinto trabajo. Expectantes estamos ante lo que puedan ofrecernos Arcade Fire, seguro que no nos dejan indiferentes.