Todos los años aparece algún artista o banda que debuta y que se convierte de antemano en la revelación o, siguiendo otra terminología, el ‘hype’. Este año uno de los candidatos más firmes es Benjamin Booker, que ha firmado un disco de debut antológico. La historia de Booker es casi de cuento, como la describe Alfonso Cardenal en Sofá Sonoro. El chico, en la actualidad con veinticinco años, trató de conseguir una beca para trabajar en la NPR, la radio pública de Estados Unidos, pero no pasó las pruebas. Tenía sólo diecinueve años y decidió encauzar su talento hacia la música. Y así, ya asentado en Nueva Orleans, debutando este año ha conseguido ser telonero de Jack White, estar presente en Lollapalooza y el Festiva de Newport, además de que su disco haya sido producido por Andrija Tokic, responsable del sobresaliente ‘Boys & Girls’ (2012) de los admirados (y anhelados) Alabama Shakes. Y Booker da en el clavo con uno de los discos más adictivos de los últimos meses, un disco que se caracteriza por una rapidez que te deja sin aliento y un buen número de influencias. Rock and Roll y toques del blues, y el soul, e incluso algunos apuntes del punk y del garage, se cuelan en los temas de su debut. De esta forma, Benjamin Booker se convierte en una fuerza de la naturaleza.
Con una voz de gran personalidad, secundada por una banda de gran potencia, con un gran protagonismo de las guitarras y con el contrapunto del órgano y la base rítmica, el disco avanza sin apenas descanso. El inicio de ‘Violent Shiver’ muestra todas las cartas sobre la mesa, guitarrera y rotunda, a la que sigue la también sobresaliente ‘Always Waiting’, que comienza con un toque soul y luego se acelera. ‘Chippewa’ no les va a la zaga, aunque en este caso la influencia más evidente es el blues, aunque sin dejar de lado la personalidad de un Booker que en tres canciones ya te ha ganado. ‘Slow Comming’ pone la pausa en un balada soul y llega una de las cimas, complicado en este disco, como es mi favorita, ‘Wicked Waters’, una fiesta de canción que funciona como una explosión. ‘Have You Seen My Son?’ comienza muy potente, es muy cañera, y termina con un quiebro hacia un solo de guitarra demoledor, lo que le confiere al tema su personalidad.
El toque soul vuelve con el medio tiempo ‘Spoon Out My Eyeballs’, canción donde el órgano toma el protagonismo y de nuevo le da un giro al final, pero esta vez hacia la aceleración. Siendo notables, ‘Happy Homes’ y ‘I Thought I Heard You Screaming’, son de lo menos destacado de todo el disco, y en ambas hay un poso del blues, especialmente en la segunda en la que Booker se queda prácticamente sólo con la guitarra. Con ‘Old Hearts’ alcanzamos la otra cima del disco, muy roquera y con toques del garage, una pieza corta y urgente. ‘Kids Never Growing Older’ es un tema con reminiscencias del blues y el soul, con el órgano de nuevo en primer plano. Y en el final, ‘By the Evening’, el protagonismo se lo lleva la voz rota de Booker, cruda, desnuda y apasionante, endureciéndose la canción al final.
Revelación del año para Benjamin Booker, a falta de lo que nos puedan deparar los siguientes meses. Un disco contundente y obligatorio. Deseemos que la carrera de Booker, que ha demostrado tener mimbres, no se convierta en flor de un día, o estemos esperando como el caso de los ya señalados Alabama Shakes, con quienes tiene varios puntos en común. De momento, seguimos disfrutando y no parando de movernos con este disco, discazo más bien.