Uno de los acontecimientos del pasado 2014 en el ámbito musical fue la recuperación de las míticas Basement Tapes (cintas del sótano), que Dylan grabó con The Band en su retiro en Woodstock en 1967. Este hecho ha sido narrado y explicado mil veces, y de forma más brillante que nosotros, y más coincidiendo con la difusión de este trabajo. Admiradores de la obra de Dylan aunque no fanáticos, hay que reconocer que lo que nos encontramos en estos discos es un lujo, y algo que llegó a sentar buena parte de las bases de la música rock, country y folk y la mezcla todas ellas. Bob se retiró con los grandísimos The Band, que salieron de allí como tales, y puso todo patas arriba, una vez más. Resumiendo la historia, el bueno de Bob se había recluido en la localidad de Woodstock, en el Estado de New York, una vez que ya era el icono de los 60, un tipo que había publicado siete discos hasta ese momento, un tipo que había escrito canciones que habían sentado las bases de una generación, que revolucionó el folk y llevó a cabo un salto hacia adelante cuando cogió la guitarra eléctrica. The Freewheelin’ Bob Dylan (1963), The Times, They Are a-Changin (1964), Bringin It All Back Home (1965), Highway 61 Revisited (1965) y Blonde on Blonde (1966) ya estaban ahí. Eran los años de la contracultura y del movimiento hippie, y a Dylan se le esperaba pero no tenía ningún interés en ir.
A cambio, Dylan se fue a retirarse a las montañas, a Woodstock, y allí tuvo su famoso accidente, y controvertido, accidente de moto. Bob estaba exhausto, y decidió decicarse a la vida tranquila y familiar que le ofrecía su retiro. Pero tipo inquieto donde los haya, Dylan compuso y compuso decenas y decenas de temas, y llamó a Robbie Robertson, Richard Manuel, Rick Danko, Garth Hudson y Levon Helm, que ya le habían acompañado en sus giras desde 1965. Con contrato, es decir, recibiendo un salario, los futuros The Band se instalaron en lo que sería Big Pink, una casa rosa que daría título a su debut en 1968, Music From Big Pink. Lo que compuso Dylan y grabó con estos cinco legendarios músicos serían conocidos como The Basement Tapes, que alcanzaron dimensiones épicas, siendo algunas canciones cedidas a otros artistas, mientras circulaban versiones piratas. En 1975 se editó el disco The Basement Tapes, que recogía parte de estos temas que grabaron Dylan y The Band, pero que es un trabajo criticado por los fans y especialistas porque a Robbie Robertson se le fue la mano en la producción, añadiendo cosas que desvirtuaban el producto.
En 2014 nos ha llegado The Basement Tapes en estado puro, tras una recuperación con historia detrás (las había guardado Garth Hudson y la historia se puede leer completa en el número de diciembre de Ruta 66). Dylan las ha publicado ahora en su serie de los Bootleg, lo que constituye el volumen 11, añadiendo con justicia el nombre de The Band, aunque la labor compositiva recayó prácticamente en su totalidad en Dylan. Y el disco doble, como hemos señalado al comienzo, nos ofrece 38 canciones que van desde novedades, versiones alternativas de otros temas de Dylan, así como revisiones de otros artistas y de canciones tradicionales. Son temas que rezuman autenticidad, en los que se ve a la banda disfrutando, colándose incluso bromas y risas. Es un tratado de la tradición musical norteamericana, donde los músicos van a ir experimentando en una efervescencia creativa sin límites ni prisas. Aquí nos encontramos temas como ‘I’m Not There’, ‘I Shall Be Released’, ‘You Ain’t Goin Nowhere’, por citar unos pocos ejemplos. Pero lo destacado son esos temas que nunca habían visto la luz y las versiones originales con respecto al disco de 1975.
En definitiva, independientemente del nivel de pasión que se tenga por Bob Dylan, un disco que no hay que perderse, un disco que pone en perspectiva muchas de las cosas que vinieron después. Os dejamos con la interpretación de la maravillosa ‘I Shall Be Released’ en The Last Waltz, puede que no sea la más apropiada para The Basement Tapes pero sirva como homenaja a Dylan, Robertson, Hudson, Manuel, Helm y Danko.