Siempre es interesante acercarse a una figura tan importante y compleja como la de Bob Dylan, controvertida y con sus puntos oscuros y extraños. Genio sin parangón en la música, Premio Nobel de Literatura, la bibliografía en torno a Dylan es ingente, mientras esperamos los volúmenes pendientes tras la primera parte de Crónicas (2004), que en España acaba de reeditar hace unas semanas la editorial Malpaso, y que resultaron muy valoradas por la crítica. Nos detenemos en Bob Dylan. La biografía de Howard Sounes, editada por Reservoir Books y que fue publicada por primera vez en 2001. Llega una versión ampliada, aunque no cubre los últimos años de Dylan, se detiene más o menos en 2011, en la que Sounes presentó aspectos novedosos sobre la vida de Dylan como por ejemplo su segundo matrimonio. Sounes, periodista musical que ha desarrollado trabajos también sobre Lou Reed, Paul McCartney y Amy Winehouse, hace un trabajo minucioso a través de decenas de fuentes del entorno de Dylan y, aunque también muestra sus puntos críticos, no deja de tener en ciertos momentos un punto hagiográfico.
Y es que pocos artistas han sido tan analizados como Dylan desde sus letras, sus cambios de rumbo y el impacto que ha supuesto para varias generaciones. Sounes abarca su trayectoria desde sus orígenes familiares tratando de encontrar puntos claves tanto en el hombre como en la figura y el icono. Queda claro que Dylan es una persona muy celosa de su intimidad, hasta extremos insospechados, tomando numerosas medidas de seguridad. Seguramente, uno de los momentos más interesantes es el segundo matrimonio ya señalado con Carolyn Dennis en 1986, y que finalizó en 1992, y el nacimiento de su hija fruto del mismo Desiree. Es muy revelador también cómo Dylan funciona como un mujeriego empedernido, Joan Baez o la icónica Susan Rotolo (la acompañante de Dylan en la portada de The Freewheelin’ Bob Dylan) son algunos de los ejemplos más devastadores de la forma de proceder de Dylan. Y no hay que olvidar su época más estable, la del matrimonio con Sara Lownds (1965-1977), con la que tuvo cuatro hijos junto con la adopción de la hija de ella de una relación anterior.
Dylan se presenta como una persona insegura y tímida, huraño y con pocas habilidades sociales (el ejemplo más claro es el tratamiento a los músicos, algo que deja muchos damnificados por el camino), pero no deja de ser una pose o una coraza del de Duluth. Y es que sólo alguien con una seguridad extrema en sus posibilidades de triunfar y en sí mismo, y eso queda claro desde el comienzo de su carrera, puede llegar hasta la cima, siendo capaz de inventarse hasta partes de su biografía en determinados momentos para ganar cierta legitimidad. Dylan también se muestra un tanto vampirizador, especialmente en sus comienzos, y sus amigos de la época del Greenwich Village no dejan de reprocharle su forma de proceder. Pero Bob también da muestras de humanidad y solidaridad, aunque nunca quiere publicidad de las mismas. En una vida tan complicada, el acoso de determinados fans se torna incluso peligroso, ‘y habiendo vivido varias vidas en una ‘, Dylan tiene sus baches, especialmente en los ochenta y primeros noventa, además de esos procesos de conversión al cristianismo que supuso un shock. Destacan también los contenciosos judiciales con su primer gran representante, Albert Grossman (un tipo muy poco recomendable) o Victor Maymudes, uno de sus hombres de confianza durante décadas y con el que la cosa no acabó nada bien, aunque aquí Sounes rebate en el libro los argumentos de Maymudes en contra de Dylan.
En relación a la música, Sounes reconoce los momentos más bajos de Dylan, algunos de los cuales son fruto de una caída de la inspiración y otros de la forma de trabajar. Hay una interesante contextualización de la obra de Dylan en torno a la época y los momentos vitales de Dylan, además de una interesante descripción de la grabaciones de sus obras cumbre, sin olvidar sus influencias poéticas y literarias, ahí Jack Kerouac. En todo caso, queda claro que Dylan vive para componer y que, en sus periodos más fecundos, escribía en cualquier momento y lugar. Luego llega el momento de la ascensión definitiva a los altares de Dylan, cuando regresa por todo lo alto con un disco como Time Out Of Mind (1997), y de una consideración acrítica por buena parte de la prensa musical de su obra y figura. Y, aunque no profundiza tanto, curiosa también la forma de proceder en la carretera y en su gira eterna, tocando en lugares insospechados, pero mostrando un colmillo para los negocios fruto del aprendizaje de décadas y de situaciones como las vividas con Grossman.
Muy interesante este trabajo de Howard Sounes, un libro que se lee casi de un tirón y que aporta cuestiones novedosas. Y donde se deja claro que, efectivamente, como ‘es muy difícil ser Bob Dylan’.