Primera gran novedad de 2014, y no es otra que el 18º disco de estudio de Bruce Springsteen, «High Hopes». No estaba en la agenda, pero aquí está. Y a nosotros, que somos muy de Springsteen, nos tenía un poco mosqueados. Porque no es el disco al uso, al contrario, está formado por versiones, revisiones de temas anteriores y descartes de las grabaciones de entregas como «The Rising» (2002) o «Working on a Dream» (2009). ¿Qué necesidad tenía de hacerlo?, pues creemos que Bruce trata de abarcar todo lo que puede, o es una jugada comercial (la opción que menos nos gusta), o como dice Diego A. Manrique, es un capricho. En el disco también destaca la presencia en siete temas del nuevo amigo de Springsteen, el virtuoso de la guitarra Tom Morello (Rage Against The Machine, Audioslave), ya presente en las grabaciones de «Wrecking Ball» (2012) y sustituto de Steve Van Zandt por sus compromisos televisivos en la gira australiana de este disco. Además, en gran parte de las canciones también hay una sorprendente producción, a cargo de Ron Aniello, con más intensidad que en «Wrecking Ball» y donde aparecen programaciones, juegos con las voces, etc., aspecto también muy comentado e incluso cuestionado.
A estas alturas, las expectativas de los nuevos discos de Springsteen dependen del grado de fervor de su nutrida parroquia. Siempre hay apuntes y elementos de calidad, pero no es menos cierto que nos encontramos ante un disco menor e irregular, aunque ofrece algunos destellos interesantes. Lo primero, la presencia de las revisiones de «American Skin (41 Shots)» y de «The Ghost of Tom Joad». La primera, grabada en su momento en directo, ha generado una cierta polémica entre algunos críticos, y a nosotros nos ha dejado fríos. En cuanto a la segunda, pues Springsteen la acelera y con Morello sacudiendo la guitarra, como en todas las canciones en las que interviene, alcanza una nueva dimensión, que tampoco resolverá la duda de cuál es mejor. A nosotros, nos ha gustado la revisitación, pero ni mucho menos renunciamos a la emotiva e intensa versión original.
En cuanto a las versiones, Springsteen tiene un buen detalle al acordarse de temas, alguno ya interpretado en directo, de grupos alejados del mainstream y demás. Así, el «High Hopes» de Ledfoot cuando formó The Havalinas, «Just Like Fire World» de The Saints, y «Dream Baby Dream» de Suicide son buenas versiones, a nosotros nos ha convencido la que más «Just Like Fire World», que Springsteen lleva a su terreno.
Y del resto, pues de todo, con canciones que nos recuerdan a la efervescencia que vivía en «Wrecking Ball» y otras más intimistas. «Harry’s Place», «Down in the Hole» y «Hunter of Invisible Game» no nos acaban de llamar mucho, por cierto que la segunda fue grabada en tiempos de Danny Federici y Clarence Clemons, los caídos de la E Street Band. El mejor tema es «Heaven’s Wall», con ese inicio de coro góspel, y esa fiesta que vuelve a montar. «Frankie Fell in Love» es el Springsteen de toda la vida, al igual que en «This Is Your Sword», aunque unos peldaños por debajo en la segunda. Y «The Wall» es una canción más desnuda, que remite a su épica institucionalizada, de paisajes profundos y horizontes inabarcables.
En definitiva, nueva entrega de Bruce Springsteen que deja un sabor un tanto agridulce, con grandes momentos y otros no tan conseguidos. Lo que está claro es que este hombre no para, y eso es de agradecer. Eso sí, tampoco le pidamos de nuevo un «Born to Run», un «Darkness on the Edge of Town» o un «The River», incluso un «Nebraska». Eso ya lo hizo, afortunadamente, y que siga en la brecha ya es motivo de alegría.