Nikki Hill levanta la noche logroñesa con un concierto eléctrico

Biribay, Logroño (La Rioja), 9 de noviembre de 2017

Noche de gala en el Biribay para recibir un concierto de lujo como el de Nikki Hill, enmarcado dentro de una extensa gira nacional que nos permitió disfrutarla en tierras riojanas. De nuevo una apuesta importante por parte de unos promotores que siguen asumiendo riesgos pero no cejan en su empeño. El Biribay se llenó prácticamente para un concierto eléctrico a cargo de una artista mayúscula que bebe de las fuentes del R&B, el Rock & Roll y el Soul. Con una gran presencia escénica, su voz recordaba a la de Etta James, a la Tina Turner de su periodo con Ike Turner, y todo ello con una mezcla de pasión y explosividad. Secundada por una banda comandada por su marido, el guitarrista Matt Hill, en la misma destacaron los dos encargados de las seis cuerdas que hicieron las delicias de buena parte del público con solos intensos, algunos de marcado carácter Blues. Hill cuenta con dos discos, su debut de 2013 Here’s Nikki Hill y el más reciente Heavy Hearts, Hards Firsts (2015) que fue desgranando a lo largo de la hora y media larga que duró su actuación. No hubo tiempo para el descanso con temas como ‘(Let Me Tell You Bout) LUV’, ‘Heavy Hearts, Hards Firsts’, ‘Strapped to the Beat’, ‘Struttin’, ‘Mama Wouldn’t Like It’, ‘I’ve Got a Man’, ‘And I Wonder’, ‘Oh, My’, ‘Stracht Back’ o ‘Twistin the Night Away’, entre otras y sin olvidar algunas versiones como una extensa y celebradísima ‘New Orleans’ de Gary U.S. Bonds.

En definitiva, una noche para recordar a cargo de una auténtica representante de la música del Sur de Estados Unidos, esa música que tanto nos gusta y que bebe de tantas raíces, como pudimos observar y comprobar en el concierto de Nikki Hill y su banda en el Biribay. Un lujo.

 

El MUWI apuesta por lo ecléctico y da un importante salto

MUWI La Rioja Fest 2017, Logroño (La Rioja), 24 al 27 de agosto de 2017

Llegaba la segunda edición del MUWI a la capital riojana con una programación cargada y ecléctica. Los promotores habían decidido dar un salto en varias direcciones pero sorprendía la diversidad de estilos que se concentraban en los cuatro días del festival. Si el año pasado primaba el denominado ‘indie’, con sus puntos fuertes y débiles, este año la apuesta mantenía algunos nombres de ese estilo y otras propuestas. En todo caso, y salvando la fuerte lluvia del domingo por la tarde que obligó a suspender el tramo final del festival, MUWI ha dado un salto importante correspondido por una mayor respuesta del público que en 2016 en un entorno como el de las bodegas Franco Españolas, que volvió a manifestarse como un gran acierto. Antes, el jueves 24, se había abierto el festival con un concierto gratuito en el Revellín con Los Bengala y Joe Crepúsculo como platos fuertes, aunque lamentablemente no pudimos acudir al mismo, y bien que nos fastidió. Pero vayamos con las jornadas del viernes y sábado, en Franco Españolas, lo que vimos que no fue poco.

El viernes 25 abrieron Shinova, banda vizcaína que encajaría en lo que denominábamos ‘indie’ y que siguen los pasos de Izal o Vetusta Morla. Ser los primeros en el cartel tiene su ‘aquel’, pero Shinova convencieron al público que comenzaba a llegar a Franco Españolas. Les siguieron los navarros Kokoshca, en un concierto que fue de menos a más y en el que demostraron que hay mimbres de banda interesante. Kokoshca también se encuadrarían en ese ‘indie’ que decíamos y nos gustaron especialmente en el tramo final del concierto, con canciones de claro sustrato Pop. Una de las apuestas más arriesgadas fue la inclusión de Las Bistecs con su autodenominado ‘electro-disgusting’ y su autocategorización como ‘divas proletarias’, bases electrónicas para canciones divertidas y algunas de ellas con cargas de profundidad. El público se volcó con el dúo barcelonés y lo disfrutó, aunque también encontramos algunas voces críticas, pero fue un concierto curioso e interesante, ante el que no se podía permanecer indiferente. El ‘indie’ retornaba con Amatria, bases electrónicas para melodías Pop que, sinceramente, a mí me dejaron muy frío y que seguramente funcionarían mejor en el set acústico de las 20:00 horas, aunque tuvo su público. Y el plato fuerte de la noche vino con el Rock electrónico de los franceses Rinôçérôse, puesta en escena poderosísima con los asistentes a Franco Españolas entregadísimos y con unas canciones que sonaron en toda la madrugada logroñesa.

El sábado 26 le tocó a La Bien Querida abrir en una calurosa tarde, con un set acústico muy convincente, para dar paso a Perro. Pero uno de los platos fuertes de la noche fue la presencia de Soleá Morente, que sigue los pasos de su padre Enrique Morente en esa fusión del flamenco y los sonidos más eléctricos. Morente, que había realizado un set acústico a las 20:00 horas, apareció en el escenario principal para dar un concierto de altura poniendo su voz al servicio de grandes canciones. Y llegó otro de los mejores conciertos de esta segunda edición de MUWI, el de la banda de Soul barcelonesa The Excitements. El revival Soul que comenzó hace más de una década nos ha dejado grandes legados y en nuestro país uno de ellos es esta formación de músicos de categoría y una cantante que es una fuerza volcánica en el escenario, Koko Jean Davis. The Excitements, que ya habían estado en nuestra ciudad en Actual 2015, encendieron al personal y fue imposible dejar de bailar con el Soul con referencias a la Stax que ejecutaron, en lo que fue para mi opinión el mejor concierto del MUWI. Y el concierto del cierre del sábado noche era para otro valor seguro como son los sonidos electrónicos de los getxotarras WAS.

MUWI ha realizado una apuesta diferente en su segunda edición, abarcando más estilos de música, y han encajado bien. Sin duda alguna, es una buena noticia la respuesta de un público que salió muy convencido. Habrá que ver con qué nos sorprenden en la tercera edición, seguro que con algo bueno.

Ezcaray Fest o un arranque de altura

Ezcaray Fest 2017, Ezcaray (La Rioja), 21 al 23 de julio de 2017

El Ezcaray Fest se sumaba a la lista de festivales veraniegos de la región con una apuesta potente en varios sentidos. Primero, el cartel, diverso pero buscando a diferentes públicos. Segundo, con la intención de hacerse un hueco en la apretada agenda de esta clase de citas, superando la dimensión regional y de la zona de influencia de La Rioja, especialmente Rioja Alta. Y, tercero, una vez allí pudimos comprobar la producción del festival, sin duda uno de los puntos más destacados de una organización y promotores, Rock in Trio, que decidieron salir con fuerza. Obviamente, los primeros pasos suelen ser los más complicados pero las valoraciones son positivas de cara a su consolidación y a una segunda edición que ya está en marcha. Ezcaray, además, es una de esas localidades que dan juego para un evento de esta naturaleza, aunque también hay que destacar que hubo muchos visitantes de fuera, no solamente el público veraneante en la misma o del entorno.

El viernes 21 al mediodía comenzó el festival con un ‘Vermú Rockero’ en la coqueta Plaza de la Verduda, con las propuestas de Serendeep y El Cuarto Verde que congregaron en las terrazas de los alrededores a un público entre expectante y curioso. Para entonces, ya se veían por Ezcaray camisetas de uno de los platos fuertes de la noche, Berri Txarrak. La tarde nos traería un espacio principal en las traseras del Ayuntamiento, un recinto que impresionaba con un escenario que ya hemos visto en Azkena. Los riojanos Tobogán fueron los encargados de comenzar con la fuerza de sus canciones de su EP de debut, Vértigo (2016), destacando la actitud de Daniel Pérez a la voz y del resto de la formación, con Samuel Ayuso a la guitarra, Rubén Domínguez ‘Boogy’ al bajo, y Jorge Sánchez a la batería, versión de Nirvana incluida. El tiempo de espera para la salida de uno de las apuestas más destacadas del festival fue corto, León Benavente aparecieron para hacer un concierto impecable. Y es que no cabe duda que son una de las principales bandas de la escena nacional, con dos discos tremendos, y con un Abraham Boba brutal, una sección rítmica, Eduardo Baos al bajo y César Verdú a la batería a gran altura, y con los sonidos de la guitara de Luis Rodríguez que componen su personalidad. Inapelables en interpretaciones como ‘El Rey Ricardo’, ‘Ser brigada’, ‘La palabra’, ‘Las ruinas’, ‘California’, ‘Tipo D’, ‘La Ribera’, ‘Celebración (Siempre hacia adelante)’ o una de mis favoritas como es ‘Habitación 615’. El público se entregó a unos León Benavente que demostraron que juegan hace tiempo en otra liga. Como decíamos, Berri Txarrak era una de las apuestas fuertes del festival, y congregaron a no pocos seguidores y seguidoras. No estamos familiarizados con su sonido pero desplegaron una tormenta eléctrica y épica que tampoco dejó a nadie indiferente. Ya estábamos metidos de lleno en el día 22 para el cierre de la primera jornada con Marky Ramone, el batería más longevo de los Ramones, sobre el que caía el interrogante de cómo se enfrentaría al legado de esa eterna banda. Pero nos encontramos con un concierto intensísimo y acelerado, no podía ser de otra manera, en el que cayeron la mayoría de los clásicos de los Ramones y con un cantante que cumplió con creces para enfrentarse a una leyenda como Joey Ramone. El público disfrutó de lo lindo con unos temas que no necesitan presentación y la prueba más evidente es que de allí no se movió casi nadie tras Berri Txarrak y eso que se superaron las dos y media de una ya fría madrugada, pero la gente se fue con un gran sabor de boca.

El sábado el ‘Vermú Rockero’ se trasladaba a la icónica Plaza del Quiosco con Chelsea Boots y Funny Roman Numbers, en un ambiente de sábado con los bares de la plaza a rebosar. La tarde nos llevaría con otra de las grandes apuestas del festival, Belako. De nuevo muchos seguidores de los de Mungia se concentraron para ver a una de nuestras bandas favoritas. Y cumplieron con creces demostrando que van a más y que, lejos de acomodarse, asumen riesgos y evolucionan dentro de ese sonido mezcla Post Punk y New Wave, junto con esos toques electrónicos. Cristina Lizarraga volvió a encandilarnos, y Josu Billalabeitia a la guitarra y Lander Zalakain a la batería siguen destacando. Pero mención aparte merece la bajista Lore Billalaneitia, crucial en el sonido de Belako y que no deja de sorprendernos. Allí sonaron ‘Haunted House’, la celebrada ‘Sea of Confusión’, ‘Stop Contradictions’, ‘Zaldi Baltza’, ‘Key’, ‘Guk Emanez’, ‘Fire Alarm’ y temas de su inminente y esperadísimo tercer trabajo, que sonaron todavía más eléctricos, como por ejemplo ‘Render Me Numb’. Poco que decir de The BellRays, una banda de autenticidad declarada y que tendrían que haber tenido más suerte en su trayectoria en la que mezclan el Soul, el Garage y el Punk. Lisa Kekaula es una fuerza de la naturaleza y su voz no te puede dejar indiferente. A su lado, Bob Vennum a la guitarra electrifica una propuesta que siempre convence. Temas directos, sin concesiones, y versiones de los Ramones y del ‘Johnny B. Goode’ de Chuck Berry que encendieron a un público que no se perdió un detalle del concierto. Fue uno de los mejores momentos del festival, sin duda alguna. El final del mismo estaba destinado para los cubanos Orishas, que tuvieron su momento y, aunque no es la propuesta con la que uno se identifique más, lo cierto es que dieron un concierto profesional y entregado, con una banda detrás que construyó un sonido que convenció a la mayor parte de un público que no paró de bailar, pese al sirimiri que nos acompañó durante un rato. El cierre del escenario grande fue para La Raíz, la formación valenciana con esa mezcla de Reggae, Ska, Rock, Rap, etc., con guitarras y sección de viento como elementos destacados, y que llevó a la mayor parte del público joven presente en el Ezcaray Fest. En la línea de La Pegatina o La Regadera, con letras combativas y reivindicativas, los diez integrantes de La Raíz tenían a buena parte del público entregado.

El Ezcaray Fest se cerró con un evento familiar como fue ‘Rock en familia’ el domingo al mediodía. No cabe duda que la apuesta de los promotores ha sido muy fuerte y que habrá tiempo de mejoras y ajustes, que seguro que los debates (como en todos los festivales) sobre el cartel seguirán, y que el decidirse por el eclecticismo tiene sus puntos fuertes y débiles, aunque la combinación de públicos no salió mal en esta ocasión. Pero hay que destacar que el nivel de los conciertos fue muy alto en general, con independencia de los gustos de cada uno, y que la organización fue impecable. Ezcaray Fest ha sumado bastantes puntos a su capital simbólico con su primera edición y hay que celebrar y congratularse de que la región vaya contando con estas propuestas musicales. Ya estamos impacientes esperando la edición de 2018.