Hubo una vez una banda que estaba allí en el momento adecuado. Una banda que contó con un hit tremendo, capaz de alzarse sobre modas y tendencias. Una banda que tenía todos los mimbres para recoger el testigo de las más grandes. Una banda que se adelantó en parte al «Americana». Una banda a la que no le importó nada todo aquello y que se dedicó a lo suyo, a hacer música cuando y cómo quisieron. Son Counting Crows que, en 2014, han sacado su séptimo disco de estudio, primero con material nuevo desde 2008. Casi nada. Y es que uno tiene sus debilidades, y Counting Crows es una de ellas, una banda que no ha parado pero que ha pasado a la segunda fila del reconocimiento popular.
Hay que irse a finales de 1993 porque es cuando Counting Crows publican su disco de debut, August and Everything After, un título maravilloso. Con Adam Duritz al frente, líder carismático de imagen icónica, voz particular y letras literarias, los Counting Crows son una banda amplia, llegan en la actualidad a los siete integrantes, y aunque con unos cuantos cambios su base no cambia casi desde ese disco, con el propio Duritz, David Bryson, Charlie Gillingham y Dan Vickrey. Es un grupo donde la melodía tiene una gran importancia, que contiene la parte más eléctrica salvo en fogonazos puntuales, y que también refuerza lo acústico. Duritz asume el protagonismo en las composiciones y la banda está en la mejor multinacional para estar en ese momento: Geffen (Nirvana, Guns N’ Roses, Sonic Youth). Counting Crows encajan en el indie de la época, y además hacen una música que se escapa del grunge, más relacionada con las raíces del folk y el rock americano, algo que también empiezan a llevar a cabo Sheryl Crow o Hootie & The Blowfish. Difíciles de comparar, desde The Band a REM y Bruce Springsteen pueden caber, y si sales a la palestra con un tema como ‘Mr. Jones’, carne de todas las emisoras nostálgicas, tu camino está marcado. Esa canción se sale, con una letra imponente, y el disco es sobresaliente. Pero no tiene muchas más ‘Mr. Jones’, ni falta que le hace, es algo más intimista y melancólico, y sólo aceleran en las brillantes ‘Rain King’ y en ‘A Murder of One’. El resto, colosales temas que van desde ‘Omaha’ y ‘Round Here’ a ‘Anna Begins’ o ‘Perfect Blue Buildings’. El disco sitúa a Counting Crows en lo más alto, 4 en el Billboard, y con un ‘one hit single’ como ‘Mr. Jones’. Pero algo parece que va a hacer que se quedan en eso.
Con el grunge amortizado y el rock en fase de diversificación llegan Counting Crows a su segundo disco. A estas alturas, no se puede esperar un ‘Mr. Jones’, y han pasado tres añños desde el debut. Recovering the Satellites es más melancólico todavía, a pesar de un inicio tan rompedor como ‘Angels of the Silences’, una de las canciones que más me gustan de Counting Crows. El disco llega al 1 del Billboard, y sin ser un disco como su primer trabajo, también tiene muy buenas canciones como ‘A Long December’ o ‘Daylight Fading’. Pero Counting Crows cultivan una imagen independiente y no parecen el típico grupo que vaya a dejarse llevar por la industria. Con más cambios en la formación, en 1998 publican un directo y en 1999 alcanzan su tercer largo, This Desert Life, el disco menos inspirado de su carrera, un trabajo que no consigue despegar y que parece que les deja en una vía muerta. Un single extraño, ‘Hanginaround’ y pocos temas a destacar, ‘High Life’ y ‘Mrs. Potter Lullaby’. Alcanzan un meritorio 8 en el Billboard, pero la crítica no tiene mucha piedad y su estrella se va apagando. En la actualidad, This Desert Life nos sigue sonando flojo.
Con una periodicidad pasmosa, el 2002 llega uno de los mejores discos de la banda como es Hard Candy. Se resarcen del trabajo anterior y firman un disco más luminoso, aunque con sus momentos sobrios, de grandes singles y con invitados de lujo. Hay un single resultón como ‘American Girls’ en el que colabora Sheryl Crow; una versión con Vanessa Carlton de ‘Big Yellow Taxi’ de Jonni Mitchell, que Duritz y la banda hacen suya; un homenaje a Richard Manuel (The Band) con la imponente y emotiva ‘If I Could Give You All My Love -or- Richard Manuel Is Dead’; Ryan Adams le devuelve a Duritz el favor de Gold (2001) y compone y participa en ‘Butterfly in Reverse’; y más temas notables como ‘Miami’ o ‘Good Time’. La producción del disco es buena, recayendo en dos pesos pesados como el entonces emergente Ethan Jones (Ryan Adams, Ray LaMontagne, The Jayhawks, Kings Of Leon, etc.) y el más mediático Steve Lillywhite (U2). El disco se sitúa en el 5 en el Billboard, pero lejos de Estados Unidos hace mucho que son «los de Mr. Jones».
A 2003 le toca el recopilatorio de turno, Films About Ghosts, un buen greatest hits con versión impecable de ‘Friend of the Devil’ de Grateful Dead. En 2004 les llegará su segundo gran momento mainstream como fue incorporarse a la banda sonora de Sherk 2 con una delicia entre el pop y el rock como es ‘Accidentaly in Love’, que les valió la nominación al Óscar en esa edición. Obviamente, ‘Accidentaly in Love’ también ha sido carne de las emisoras nostálgicas, lo que le ha afectado.
A partir de aquí, Counting Crows seguirán girando pero no publicarán material nuevo hasta 2008, en 2006 sale un directo de 2003, pero Saturday Nights & Sunday Mornings pilla por sorpresa a todo el mundo, el que escribe esto incluido que se lo encontró de bruces en la FNAC de Bilbao, eran otros tiempos. Seis años son muchos y el olvido pesa, aunque su legión de fans de Estados Unidos les lleva al 3 del Billboard. Saturday Nights & Sunday Mornings, de nuevo muy poéticos y una portada maravillosa, es un disco dividido en dos partes diferenciadas, una más eléctica (Saturday Nights) y otra más acústica y melancólica (Sunday Mornings), bueno aunque ellos siempre lo son, no alcanza las cotas mayores de Counting Crows pero se sitúa en el notable. Incluso lanzan una canción como ‘1492’, de las mejores del disco, que utiliza metafóricamente el descubrimiento de América, que se inserta entre las más destacadas como ‘Sundays’, la rotundísima ‘Cowboys’ , ‘Come Around’ o ‘Anyone But You’, y hay tiempo para la introspección al titular un tema como ‘When I Dream of Michelangelo’ de su ‘Angels of the Silences’. La primera parte funciona mejor que la segunda, muy extensa y menos inspirada, con algunos temas que parecen de relleno. Pero, a pesar de ello, a mí es un disco que me gusta.
En los siguientes años, Counting Crows siguen girando, rompen con Geffen y publican el disco de versiones Underwater Sunshine (or What We Did on Our Summer Vacation) (2011), que cuenta con covers de Teenage Fan Club, Travis, Dawes, el inevitable Dylan o Big Star, que pasa desapercibido pero llega al 11 del Billboard. También hay tiempo para un directo en 2013 y, sin avisar de nuevo, llega en 2014 un nuevo disco de Counting Crows, Somewhere Under Wonderland. Ya estamos deseando escucharlo, porque seguro que no nos deja indiferentes.
Más de veinte años después, no sabemos dónde estará Mr. Jones, si sigue mirando al futuro o contando cuentos de hadas, hablando con bailarinas de flamenco. Queremos imaginar que sí, que Mr. Jones sigue allí, en ese lugar y ese tiempo mágico y melancólico que describía Duritz. Y mientras tanto, nosotros seguimos pensando que sí, que nos hubiese gustado estar allí con Mr. Jones, hablando sobre Dylan. Sí, hablábamos sobre Dylan y queríamos ser algo ‘a little more funky’, pero no mucho más. Counting Crows han desarrollado una carrera silenciosa, honesta y sorprendente, marcados para siempre por ‘Mr. Jones’, pero saliendo triunfantes. Y nosotros que lo celebramos.