De nuevo las Redes Sociales el medio a través del que nos llega el fallecimiento de Dolores O’Riordan, cantante del grupo irlandés The Cranberries, una de esas bandas que siempre asociaremos a los noventa. O’Riordan contaba con cuarenta y seis años y, en el momento de escribir estas líneas, no se conocen todavía las causas de su muerte. Tengo que reconocer que me ha sorprendido la repercusión del fallecimiento de O’Riordan. Obviamente, no niego que en los noventa tuvieron su momento pero desde los comienzos del siglo XXI eran una banda que, aunque seguía funcionando, estaban en un muy segundo plano, así que entiendo que también hay un peso a la nostalgia de esa juventud que hace tanto que dejamos atrás. Yo mismo tengo en mi estantería varios CDs de The Cranberries pero hace más de una década que no los ponía, la verdad. Sin embargo, no es menos cierto que la posición de The Cranberries es curiosa. Salieron cuando nos habíamos metido en todo el rollo de lo ‘independiente’ y lo ‘alternativo’ y los irlandeses sonaban guitarreros, en parte porque también había tiempos medios, pero también encajaban en unos gustos más eclécticos. Cuando triunfaron, 1994 – 1995 como veremos, les pilló el BritPop pero allí no podían encuadrarse. Tuvieron discos y singles de éxito pero no contaron con el beneplácito de la crítica. Así que nos ponemos a repasar su trayectoria como homenaje también a O’Riordan.
The Cranberries se habían formado a finales de los ochenta y estaban liderados por una Dolores O’Riordan que no sólo era el icono del grupo sino que llevaba el peso compositivo, especialmente en las letras pero también en la música junto al guitarrista Noel Hogan. Eran acompañados por el bajista Mike Hogan y por el batería y por el guitarrista Fergal Lawler. Su primer disco salió en 1993 en un sello como Island y llevó por título Everybody Else Is Doing It, So Why Can’t We?. Como carta de presentación no estuvo mal aunque su repercusión se centró fundamentalmente en las Islas Británicas siendo número 1 en Reino Unido e Irlanda y alcanzando un meritorio puesto 18 en el Billboard de Estados Unidos. La voz de O’Riordan era muy potente y sobresalía en canciones como ‘Linger’ o ‘Dreams’, pero el pelotazo estaba por llegar y se produjo en su segundo disco, No Need to Argue (1994).
Allí estaba el Hit, ‘Zombie’. No me cabe duda que es una de esas canciones que se te quedan clavadas y que en aquellos momentos nos impactó muchísimo, de hecho era un tema que también ponían en los bares, en las radios y que contaba con un buen vídeo que también ayudó. Con una letra dura y crítica con el conflicto norirlandés y con una épica sin paliativos, apoyada en la voz de O’Riordan, el tema catapultó al disco que llegó a vender millones de copias y a ser 2 en Reino Unido y 6 en Estados Unidos donde colocó la friolera de siete millones de discos. En media Europa fue número 1 y, aunque el disco tenía canciones interesantes como la preciosa ‘Ode to My Family’, una enérgica ‘Ridiculous Thoughts’, ‘I Can’t Be With You’, la teatral interpretación de ‘The Icicle Melts’ entre otras, no había un tema que pudiese igualar a ‘Zombie’ y, claro, para el siguiente disco les estaban esperando con un ‘Zombie 2’.
To the Faithful Departed (1996) contó con un single de presentación, ‘Salvation’, que me parece una gran canción, me lo parecía entonces también, con mucha fuerza y garra, más guitarrera y menos accesible para una parte del público que se había entregado a ‘Zombie’, pero ya todo había cambiado en unos pocos años y The Cranberries ya eran identificados como una banda mainstream. De hecho, para la producción de su tercer trabajo contaron con la colaboración de todo un todoterreno en estas lides como Bruce Fairbairn (Bon Jovi, Aerosmith, AC/DC, Poison, Van Halen, etc.) que igual no era una elección muy adecuada. El disco no alcanzó las ventas de su predecesor aunque tuvo tiempo de alcanzar de nuevo el 2 en Reino Unido y el 4 en el Billboard, pero con dos millones de copias en este último caso.
Para su cuarto disco, Bury the Hatchet (1999), se decantaron para un inicio marca de la casa con la efectista ‘Promises’ y la delicada ‘Animal Instinct’, que es una de mis canciones favoritas de los irlandeses, pero ya iban perdiendo más visibilidad aunque se colocaban en las listas pero sus ventas seguían reduciéndose, a pesar de temas de carácter más comercial como ‘Just My Imagination’ que no funcionó mal. Su quinto disco, Wake Up and Smell the Coffe (2002) pasaría más desapercibido con posiciones en los charts más modestas y mejores ventas en la Europa continental que en Reino Unido y Estados Unidos. The Cranberries parecían un grupo amortizado y no encajaban en los cambios que se estaban produciendo en esos momentos en el mundo de la música por lo que, y tras el recopilatorio correspondiente publicado en 2002, se separaron en 2003. O’Riordan emprendería carrera en solitario aunque hasta 2007 no llegaría su primer disco, Are You Listening?, y en 2009 lo haría su continuación, No Baggage. Ninguno de los dos logró una gran repercusión y The Cranberries se reunieron en 2009. Sólo publicaron un disco de estudio con material nuevo, Roses (2012), que salió como los discos de O’Riordan en sellos minoritarios. En 2017, de vuelta a una major como BMG, sacaron Something Else que no era otra cosa que una revisión orquestal y acústica de sus temas más conocidos.
El fallecimiento de O’Riordan nos ha hecho recordar a The Cranberries, una O’Riordan que no tuvo una vida fácil, desde abusos sexuales por un amigo de la familia a problemas de anorexia, entre otras cuestiones. Pero siempre nos quedarán los discos y canciones de una banda que forma parte de esa memoria colectiva de los noventa, especialmente de sus años centrales, y que nos ha despertado una vez a la nostalgia.