Uno de los temas más curiosos del mundo de la música es el de los recopilatorios o los denominados Greatest Hits. Reconozco que, a lo largo del ya dilatado tiempo que llevamos dedicados a esta afición de la música, no son pocos los recopilatorios de artistas y bandas que me han abierto los ojos y que me han llevado a sus discos. En otros casos, estos discos sirven para tener lo mejor de alguien pero sin más. Sin embargo, hacer un disco de estas características puede parecer muy fácil pero no, hay mucho detrás de los buenos recopilatorios, de esos discos que alcanzan un grado de cohesión elevado. También es cierto que no es lo mismo hacerlo de una banda de décadas de carrera que de otras que tienen tres discos en el mercado, por no hablar de las numerosas trampas que se cometen, que también. Pero vayamos con ello, que hay para mucho. ¿Cuándo se hace un recopilatorio?, pues bien, hay varios factores: cuando una banda o grupo desaparece, bien por separación, por retirada o fallecimiento; cuando se cambia de discográfica y se aprovecha para hacer caja; cuando se quiere hacer más caja, obviamente, porque un grupo o un artista funcionan; o bien incluso porque toca, que también hay casos. Luego están esos recopilatorios ‘estandarizados’, que no me gustan mucho a pesar que algunos de ellos me han dado grandes alegrías. Me refiero a cuando las discográficas han estandarizado ciertos ‘Greatest Hits’, de los que luego hablaré, siendo los mejores los primeros Essential de Columbia.
Sin duda alguna, uno de los mejores recopilatorios que existe es el Legend de Bob Marley and the Waylers, publicado en 1984, un año después de fallecimiento de Marley. Icónico desde su portada, resumir la carrera de Marley en catorce temas era un empeño titánico pero se consiguió hacer un disco que todavía hoy se sigue vendiendo. Obviamente, se quedaron fuera numerosos y grandes temas pero no cabe duda que acertaron con la selección, representativa del Marley más accesible para un público occidental. Sí, fue mi primer disco de Marley y luego ya fui comprando todos los demás, y sí, la mayoría conocemos ‘Could You Be Loved’, ‘No Woman, No Cry’ y ‘Get Up, Stand Up’, y todas las demás, gracias a este disco.
Y es que un recopilatorio es una buena excusa para adentrarse en la carrera de alguien. Además, cuando la industria discográfica funcionaba a pleno rendimiento era un producto codiciado en las campañas navideñas, cuando surgían los Greatest Hits en las estanterías por doquier. Cabe decir que se nota en el mimo y en el cuidado que se ponga en el mismo si ha habido implicación de los artistas o si ha sido algo rutinario, en lo que no han tomado siquiera parte, con fotos descontextualizadas. Ocurre que, en no pocas ocasiones, son las compañías las que los lanzan sin más. El acierto llega en casos como el también mítico, pero menos cuidado a nivel de diseño, Chronicle Vol. 1 de la Creedence Clearwater Revival, publicado en 1976 cuando la banda se había separado en 1971. Sí, ya sé que me diréis que si los mimbres son buenos, pero no…hay muchos casos.
Hay más ejemplos fantásticos de discos recopilatorios que son completos y coherentes. Uno de mis favoritos, y no muy conocido, es el And I Feel Fine…The Best of the I.R.S. Years 1982-1987 (2006) de REM. Recordemos que los primeros discos de REM se publicaron en una independiente (I.R.S.) donde esculpieron la base de su sonido y algunos de sus mejores temas. Luego pasaron a Warner, pero esos años tienen discos fantásticos y ese disco es muy completo, con el caramelo añadido de un disco de rarezas, que siempre viene bien en todo recopilatorio. No, no era el primer ‘Greatest Hits’, que tendrían el Eponymous (1988), más básico de ese periodo, y el The Best of REM también en I.R.S., aprovechando el tirón del Out of Time (1991) y publicado en ese mismo año, cuando se convirtieron en banda mainstream (por cierto, que los de I.R.S. no dejarían de sacar discos recopilatorios a medida que REM crecían más y más); el referido a los años gloriosos de Warner con In Time. The Best of REM 1988-2003 (2003), que cumplía el expediente; y, una vez finiquitados, ya juntaron toda su carrera en un completísimo y explícito Part Lies, Part Heart, Part Truth, Part Garbage 1982-2011 (2011) que, pese al caramelo de varios temas inéditos, no adquirimos porque ya teníamos todo lo de REM.
Y esa es otra, los ‘caramelos’, hechos para enganchar al cualquier fan con afán completista pero que, en muchos casos, son trampas porque esos temas pueden no alcanzar un gran nivel. Hay muchos ejemplos también, y puede que en nuestra ‘juventud’ nos dejásemos llevar con el tema, pero no, además suelen ser recolipatorios bastante flojos. Entre ellos recuerdo uno de Aerosmith de 1994, llamado Big Ones y que alcanzaba sólo la época de Geffen, haciendo caja que se suele decir. O el de Red Hot Chili Peppers de 2003 llamado Greatest Hits y que recogía la época de Warner hasta el momento, con inédito del montón. Aunque el colmo, y reconozco que caí, lo sé, conscientemente, es la recopilación Rearviewmirror (2004), un extensísimo doble disco con lo mejor de los de Seattle hasta ese momento, que es cuando dejaban Epic, y que no incluía ningún extra…pero yo me lo pillé.
Tampoco somos muy seguidores de esos recopilatorios que son más un resumen que otra cosa, que además suelen aparecer con una misma denominación. Sí que es cierto que los ya señalados Essential de Columbia, Sony, Epic (todo es lo mismo) estaban tratados con mimo y tenían una coherencia. Yo he disfrutado mucho del de Dylan (2001), el de Bruce Springsteen (2003) que además era triple con un tercer disco de directos y otros temas menos conocidos, el de The Clash (2003), el de Sly & The Family Stone (2003) y el de Michael Jackson (2005). Pero hay otras colecciones, la mayoría, que corresponden a discográficas y que no los cuidan, destacando uno llamado Lo Mejor de…que provocó que el propio Quique González recomendase que la gente no se comprase ese disco al no haber contado con su autorización. Y es que no son pocas las ocasiones en las que las discográficas hacen y deshacen. Incluso, hay gente que se ha negado a realizarlos, como por ejemplo El Último de la Fila.
Luego hay momentos en los que no das más de sí y te bombardan. Springsteen ha entrado en esa peligrosa dinámica con recopilatorios por doquier, aunque recuerdo el Greatest Hits de 1995 que no podía abordar todo lo que tenía el Boss, muy resumido y era su primero, pero sirvió para el retorno de la E Street Band con cuatro temas inéditos, (algunos descartes anteriores, una práctica habitual), entre ellos ‘Murder Incorporated’. Pero en los últimos años siete años ha sacado tres. Y otro tanto les vale a The Rolling Stones, que cada X tiempo te publican un Greatest Hits, yo recomiendo el 40 Licks de 2002, muy completo y bien hilado. Para otra gente es imposible, recuerdo como uno también escueto el de Neil Young, el único, que es el Greatest Hits de 2004 y que consta de dieciséis temas…¿dieciséis temas para Neil Young? ¡Imposible! Pero bueno, a mí me sirvió para acercarme a su obra, basándose en la parte más acústica y olvidándose prácticamente de lo eléctrico.
En fin, que esto daría para mucho más. Los recopilatorios son una buena forma de llegar a ciertos grupos y artistas, o bien de quedarte con lo mejor de alguien que no emociona tanto. Pero, lo que decíamos, te pueden dar ‘gato por liebre’, y en no pocas ocasiones te ves muy expuesto a cosas que no aportan mucho más, o directamente nada, y que te encuentras ya directamente en los saldos. Nos dejamos muchos, por ejemplo el azul y el rojo de The Beatles, imprescindibles, el que salió de números 1 de Elvis Presley, un no parar. Y, para otro día, los directos, un mundo todavía más complejo.