Llevamos todo lo que llevamos de 2014 recordando y festejando el vigésimo aniversario del Britpop. 1994 y 1995 fueron la cimas de este llámalo movimiento o lo que sea, que nos dejó un legado de grandes grupos y discos. Se recuerda el Britpop en numerosísimos reportajes y artículos, retrospectivas con los discos más importantes, con las canciones más significativas, sus bandas icónicas, etc. Pero nosotros no queremos centrarnos en 1994, que nos daría para una serie de artículos, sino en 2004, cuando se anunció una nueva venida del Britpop, o algo parecido. En 2004 surgió una camada de bandas británicas, más eclécticas que el original, y que podría compararse a la ebullición de la primera mitad de la década de 1990. Para ello hay que entender la infraestructura de la industria musical británica, la potencia de sus medios de comunicación (con el NME a la cabeza) y una tradición que les ha llevado a ser vanguardia a lo largo de la historia de la música popular, todo ello con una fuerte y marcada identidad.
Pero antes vayamos un poco al pasado, al propio Britpop y sus años posteriores. A comienzos de los 90, la industria musical británica estaba como aletargada. La fiebre de Manchester de los 80 había acabado muy mal, con la esperanza de los Stone Roses (su primer disco, el reverenciado The Stone Roses era de 1989) desinflada al poco de empezar y gente como los Happy Mondays más que perdidos en una orgía sin fin de drogas y desenfreno. Los ‘dinosaurios’ seguían, gente como The Cure alcanzaban su cima, y otras bandas que tenían una corta trayectoria se iban consolidando, como James, Primal Scream o Manic Street Preachers, aunque su trascendencia no salía de las islas y de Europa.
Pero todo muy alejado de lo que podría ser un movimiento, y es que eran propuestas muy distintas. Desde EEUU, el grunge se había impuesto de forma global y alcanzado una presencia en el mundo del rock que barría otras propuestas. Además, el grunge tenía un mensaje que hablaba del desasoiego de unas generaciones. Pero el grunge duró lo que duró, hasta que Kurt Cobain se suicidó, y allí había una oportunidad para que otra ‘corriente musical’ tomase el testigo, y ese fue el Britpop. Aunque algunos grupos británicos estaban más en la senda del grunge, como los propios Manic Street Preachers o los emergentes Radiohead, no musicalmente pero sí en su mensaje, lo que ocurrió es que un carro de bandas fueron puestos en el mapa y cosecharon un amplio éxito internacional. Algunas como Pulp ya llevaban su tiempo, otras estaban comenzando como Blur, y las novedades de Oasis y Suede fueron encumbradas. Y todas tenían calidad, eso no lo negamos. Aunque diferentes, bebían de las fuentes del rock y el pop británico, desde The Beatles hasta Bowie y el glam, pasando por The Kinks, y no cabe duda que tenían un fuerte peso identitario, que era imposible no localizarlos geográficamente. Además, la rivalidad entre Blur y Oasis, que se llevó hasta el extremo de la ‘lucha de clases’, la media emergente frente a la trabajadora respectivamente, generaba centenares de titulares.
Entre 1993 y 1995, estas bandas hicieron algunos de los discos y canciones más importantes de la década y de parte de la historia del pop y del rock. Pero la maquinaria musical británica no iba a acabar allí y discográficas y medios lanzaron al estrellato a otros grupos como The Boo Radleys, Supergrass, Echobelly, Elastica, Ocean Colour Scene, etc., que tuvieron una fama efímera y no lograron el éxito de los cuatro ases del Britpop. También había mucha medianía, como en el grunge, y muchos grupos que no estaban a la altura, pero cada mes presentaban una nueva sensación del Britpop. Además, había una estética común, una identidad visual muy clara.
El Britpop fue también efímero, para 1997 se puede finiquitar. Le evolución de Blur y su giro estilístico con ‘Blur’ (1997), la crisis interna de Suede, o el que Oasis fuesen facturando discos cada vez peores, y eso es muy difícil porque a partir de ‘Be Here Now’ (1997) el nivel descendió de forma alarmante, y con los Gallagher en pelea continua, fueron socavando al Britpop, además de que la música se diversificaba cada vez más. Para 1997 ya no se hablaba de ello y el pop británico tenía como máximo exponente a los The Verve del complicado Richard Ashcroft, que aunque habían publicado discos durante el Britpop pero que alcanzaron el éxito con Urban Hyms (1997) y ‘Bitter Sweet Symphony’, puede que el canto del cisne del Britpop:
Puede que también OK Computer (1997) contribuyese a rematar al Britpop, pero desde entonces el pop británico comenzó a buscar sustitutos y emergieron nuevas bandas. Placebo, los escoceses Belle and Sebastian y los galeses Super Furry Animals publican su primer disco en 1996; un año después lo hacen Stereophonics y Travis; debutan en 1998 Snow Patrol y Embrace; 1999 es el año de Muse y 2000 el de Coldplay y Doves. Como se puede observar, todos muy diferentes y con influencias distintas. Aunque ya con Parachutes se observa que Coldplay se va a llevar el triunfo, y las bandas estilísticamente más cercanas, como Travis, Snow Patrol, Embrace y Starsailor (2001), todos ellos caracterizados por un pop-rock más inofensivo y más melódico, pero que también tendría sus momentos. A Muse le tocaría esperar hasta Absolution (2003).
A comienzos del siglo XXI, y en el proceso de diversificación del rock, la vanguardia vuelve a estar en el revisionismo que llega de Estados Unidos, con The Strokes y The White Stripes a la cabeza, y en Gran Bretaña surgirán de nuevo un buen número de grupos a repetir el impacto del Britpop, apoyados por la industria y los medios de comunicación. ¿Lo consiguieron?, lo contamos en la segunda parte.
Buen artículo Sergio! Un tema apasionante. Estoy esperando a leer la segunda parte…
Mil gracias Andrés, la verdad es que siempre me ha llamado mucho la atención el tema 2003-2006, salieron muchos grupos y discos. En la segunda parte. Pero lo de la industria británica es para analizar, aunque ya no han generado nada igual, salvo igual el neosoul con Amy Winehouse, Duffy, Adele, y con mil reservas. Abrazos