Hace mucho tiempo que venimos observando cómo también han ido descendiendo aquellos CDs que conformaban lo que se llamaba, o se sigue haciendo, ‘series medias’. Obviamente, el hundimiento de la industria discográfica, el cierre de tiendas de discos y el arrinconamiento de la música en otras superficies comerciales, hasta lugares casi escondidos, es la realidad de la última década. Pero hubo un tiempo en que las series medias, aquellos discos que costaban 1.000 pesetas (o no llegaban a ello) o seis euros ocupaban una buena parte de la oferta discográfica e incluso contaban con un espacio relevante en las promociones de las grandes superficies. Sí, de acuerdo, buena parte de las mismas representaba el dar salida a un stock que había quedado pendiente y, cuando la industria iba de capa caída, te encontrabas que en menos de un año alguna novedad que te había costado su pasta se situaba en esos seis euros de rigor. Este artículo es un recordatorio a esos discos de serie media que complementaron nuestras colecciones y que, en la actualidad, van desapareciendo. En la actualidad, la única gran superficie de nuestra ciudad que sigue vendiendo CDs como es Media Markt, arrinconados, no cuenta ya con ese lugar de las series medias. Y en otros, como la FNAC, han ido perdiendo presencia aunque todavía puedes encontrar alguna cosa. También de acuerdo en que hemos podido perder esa capacidad de sorpresa y que hemos complementado nuestras colecciones que decíamos, pero tenía su encanto.
Mi primer CD, allí por mayo de 1992, fue la BSO de The Blues Brothers, uno de los discos de mi vida. Ya lo tenía en casete y también había sido una serie media. En aquellos años, las series medias casi se identificaban con los productos del sello Warner Records que englobaba otros muchos como Reprise, Atlantic, etc., la mayoría de los cuales con una historia central en la difusión de la música popular. Y aquellos discos de serie media tenían una horrible pegatina amarilla redonda con el ribete negro y un signo de exclamación también en negro. Horrible sí, pero la señal de que aquello costaba 900 o 1.000 pesetas. Por aquel entonces, y en una ciudad como la nuestra, Alcampo era el lugar donde encontrar esos CDs. No tuve dudas de que la BSO de The Blues Brothers tenía que ser el primer CD, como decía, y desde entonces mi colección comenzó a crecer con joyas y clásicos que irían alimentando mi pasión familiar. Así fueron cayendo los otros dos CDs de The Blues Brothers, la discografía completa de The Doors, otros recopilatorios, etc. Allí estaban también todos los discos de Led Zeppelin, por ejemplo, pero el dinero era limitado y había que ir seleccionando. Las demás discográficas también se dieron cuenta del filón y de la forma de dar salida a esos stocks que comentábamos, y la diversidad de discos en serie media iba creciendo.
Una de los momentos más divertidos era sumergirte en las filas e hileras de discos de series medias, tratando de encontrar novedades que entraban en la lista de los mismos o aquellos clásicos que acababas de descubrir y de los que ya no te separarías. Por ejemplo, en un Eroski de Leioa compré dos discos de Lemonheads que creo que cayeron por error en la categoría de series medias, era 1994 y esos discos fueron It’s a Shame About Ray (1992) y Come on Feel the Lemonheads (1994)…el error era obvio pero era una gran oportunidad. También encontré mi primera recopilación de The Rolling Stones en 1995, el menor Jump Back que había sido publicado en 1993. Con el paso de los años estaba claro que las discográficas sacaban mucho stock y la cosa se comenzó a complicar mucho a comienzos del siglo XXI. De esta forma, y con el afán completista, fue cayendo todo Bob Marley, discos antiguos de Van Morrison, recopilaciones de Otis Redding y Aretha Franklin, y se intensificaría con la llegada de todas las discografías de Neil Young (que ya estaba), Bruce Springsteen, Bob Dylan, y un largo etc.
Llegó un momento en el que las series medias ocupaban tanto espacio que era un perderse. Por ejemplo, en un Media Markt de Barakaldo adquirí por seis euros el recopilatorio de Van Morrison The Philosopher’s Stone (1998), que era doble, y ese mismo día cayó otro de The Pogues. Era también fácil y accesible hacerse con discos de Greatest Hits de gente que igual no te convencía del todo pero que tenían algunos temas que había que tener. Pero, con la crisis de la industria discográfica, las cosas adquirieron otra dimensión hasta el punto de ver en algunas ocasiones discos por tres euros, fue algo excepcional, pero así me hice con algún trabajo de Prince o de Jamiroquai que apenas tenía un año o dos en el mercado. De la misma forma, algunas superficies comenzaron a hacer un tres por cuatro y similares, por ejemplo FNAC. También había cada vez menos discos de series medias que nos pudiesen sorprender, como hemos dicho antes, pero allí seguían estando hasta que fueron reduciéndose hasta el punto de desaparecer. Hoy, ya no están esas pegatinas de Warner que nos recuerdan a un tiempo pasado que no volverá, pero a veces miras con nostalgia y recuerdas las líneas e hileras de series medias, la posibilidad de descubrir algo que no esperabas. En fin, tiempos pasados.